El libro sobre el legado científico de Juan Negrín rescata la biografía de varios de sus discípulos, entre ellos su paisano Diego Díaz Sánchez, un prometedor médico que acabo enrolado en el batallón republicanos que en 1944 invadió el valle de Arán soñando que podrían echar a Franco.

Hijo de una familia humilde del barrio de San José de Las Palmas de Gran Canaria, el más joven de los discípulos de Negrín en el Laboratorio de Fisiología de la Junta de Ampliación de Estudios llegó a Madrid gracias a una beca del Cabildo de la isla, que creyó en su potencial y decidió financiar su formación universitaria.

Su historia la cuenta en el libro "Instruir e impulsar. Juan Negrín" su sobrino, Diego López, actual presidente del Museo Canario, y es el resumen de la biografía de muchos de los miembros de la generación que protagonizó la llamada Edad de Plata de la ciencia española, justo antes de que estallara la Guerra Civil.

Diego López ha subrayado que su tío, fallecido en 1993, es en buena medida un espejo de Juan Negrín, salvando las distancias, porque ambos forman parte de un saga de científicos españoles del primer tercio del siglo XX que sintieron que la modernización del país en la que creían les exigía comprometerse políticamente.

El actual presidente del Museo Canario precisa que su pariente no llegó a afiliarse a ningún partido, pero "se jugó varias veces la vida" en defensa de sus ideales políticos. La última, en 1944, cuando ya estaba instalado con su familia en Toulouse (Francia).

El capitán Diego Díaz López formaba parte del colectivo de republicanos exiliados en Francia que en agosto de 1944 pensó que la liberación de París y la rendición de los nazis en Francia eran del preludio del final del régimen del general Franco, así que se sumó a la 204 Agrupación de Guerrilleros Españoles a la que se encomendó la misión de ser la avanzadilla de la invasión, llamada con muchas dosis de optimismo "La Reconquista de España".

En esa misión, el joven capitán grancanario (33 años) mandaba el batallón sanitario de la invasión, que se centró en el valle de Arán. La aventura duró menos de una semana, recuerda el libro, y los guerrilleros tuvieron que replegarse de inmediato a Francia, superados por las tropas que había movilizado Franco.

"No puedo olvidar al doctor Díaz, jefe del Servicio Sanitario de la División, por su valentía y coraje, así como a todos aquellos que colaboraron con él, dispuestos en todo momento a crear puestos de urgencia, arriesgando su vida como cualquier guerrillero", escribió sobre él años más tarde el coronel Vicente López Tovar, el oficinal que estaba al mando de aquel intento de "reconquistar España".

Para este discípulo de Negrín, la invasión del valle de Arán no fue su primera experiencia bélica. En 1936, el golpe militar contra la República lo sorprendió haciendo el servicio militar en el Regimiento de Transmisiones de El Pardo, del arma de Ingenieros, cuyos mandos se unieron a la sublevación, hasta que fueron neutralizados el 21 de julio por el Ejército de la República.

De ahí, Diego Díaz fue trasladado a la Aviación de la República, en la que pronto consiguió el rango de capitán médico, con destino en el hospital de San Juan de Alicante, hasta el final de la guerra.

En el exilio, el joven médico canario se unió en 1941 a la Resistencia Francesa, en la que alcanzó sucesivamente los rangos de teniente, capitán y comandante médico.

En 1944, ayudó a su vecinos, una familia judía compuesta por Richard Theiberger, su esposa Jenny y su hija Jacqueline, a escapar de una redada de la Gestapo y les consiguió un refugio seguro.

Por esa acción, el nombre de Diego Díaz Sánchez está inscrito en Jerusalén en el Muro de los Justos entre las Naciones, que honra a aquellos que, sin ser judíos ni tener ascendencia hebrea, arriesgaron su vida para ayudar a los perseguidos por los nazis.