Mañana puede ganar su segundo Goya por el diseño del vestuario de "Oro", película dirigida por Agustín Díaz Yanes que creció en el Macizo de Anaga y que ha acabado entregando una nueva nominación de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España a la tinerfeña Tatiana Hernández. "Que reconozcan tu trabajo ya es una recompensa que aún se puede mejorar", puntualiza una creadora que tendrá que pugnar con el lanzaroteño Paco Delgado ("Abracadabra") y con Saioa Lara ("Handía") y Mercé Paloma ("La librería") para vivir un instante parecido al que ya disfrutó con "Lope" (2011). "Por si acaso, tengo unas palabras escritas... Me cuesta improvisar", confiesa una canaria que ya estuvo en una situación similar cuando planificó las prendas de "La gran aventura de Mortadelo y Filemón" (2003), "Los amantes pasajeros" (2013) y "El Niño" (2014).

¿Con qué sensaciones acudirá a la gala?

No es una situación muy distinta a las anteriores, pero a medida que se acerca la ceremonia los nervios van en aumento. Los que nos dedicamos a esto tenemos un mantra que nos hace feliz a partir de la nominación. De lo que se trata es de visibilizar un trabajo y que este llegue al mayor número de espectadores. Te puede tocar o no, pero lo importante es presentarte en la gala con vida... ¡El Goya es el regalo final!

¿Alguna vez imaginó que podía llegar a tener una trayectoria tan reconocida?

No (silencio)... Este es un mundo muy complicado, pero yo he tenido la suerte de contar con el reconocimiento de mis compañeros de profesión, de los académicos y, además, he tenido la suerte de formar parte de proyectos que me han regalado visibilidad. Normalmente, aunque lo hagas bien, sabes que tienes que aprender a moverte un paso por detrás de lo que percibe el público... Soy consciente del plano que ocupo en el cine.

Noches como la de mañana compensan formar parte de esa "tropa" cinematográfica que suele quedar eclipsada por el director, el guionista, el productor, los actores...

Está claro que unos dan más la cara que otros, pero la realidad es que entre todos hacemos la película... Yo soy un técnico más que se refugia detrás de las bambalinas y no necesito más visibilidad que la que me proporciona mi trabajo. Uno de nuestros cometidos es que los directores puedan ver sin obstáculos su película y que los intérpretes lleguen a entender un poquito mejor a los personajes que dan vida. Somos la intendencia.

"Oro" tiene unos tiempos distintos a "Lope", película que le dio su primer Goya, pero sí que comparte unas texturas históricas que se hacen muy visibles en el vestuario. ¿Hay un género más "fácil" de trabajar que otros?

La actualidad siempre es más complicada de inventar porque todos participamos directamente de ella. Eso no quita para decir que en ella cabe casi todo. La época tiene otro lenguaje, una manera de trabajar distinta y un rigor que debe estar muy bien captado para no defraudar a nadie. Yo no creo que existan películas fáciles y difíciles; todas tienen algo que te obliga a buscar esas soluciones. Lo que sí hay son unos vestuarios más agradecidos que otros.

¿Trabajar en Anaga, por ejemplo, fue una odisea?

Sí que lo fue... Cuando comenzamos a diseñar el vestuario ya sabíamos que las condiciones de rodaje iban a ser duras, pero no esperábamos tanta lluvia. Hubo barro y se rompieron muchas botas: hubo días en los que nos vimos superados por la naturaleza. Ante eso únicamente cabe reaccionar con agilidad para regresar a Anaga.

¿El hecho de que este filme haya "madurado" en Tenerife le daría un sentido especial a esta conquista?

Eso te da más ganas de tenerlo... Ahora se rueda mucho en Canarias, pero este Goya sería especial por el hecho de que me lo he currado en casa. ¡Habrá que pelearlo!