Después de las elecciones del 21D en Cataluña, se viene dando una suerte de acoso a Ciudadanos (Cs) por parte de los dirigentes del PP digna de mejor causa. Estos dirigentes no han cesado de acusar a Cs de llevarse sus votos. Yo creo que una buena parte de los otrora votantes del PP lo hicieron a Cs ante lo por tanto tiempo actuado por el PP de Rajoy, o más bien lo no actuado, en aquella comunidad en defensa de la españolidad de la misma. Mucho se ha debido hacer mal, y aún peor informar, para que el PP se haya visto reducido a cuatro escaños en aquel Parlamento.

Desde el mismo momento en que se confirmó que Cs fue la primera fuerza política en votos y escaños en aquel Parlamento, los dirigentes del PP comenzaron a decirle a doña Inés Arrimadas que correspondía a ella intentar la formación de gobierno; cosa que sabían imposible por la pura aritmética parlamentaria y por la imposibilidad, también, de debatir asuntos de buena gobernanza. La suma de los escaños independentistas, a los que sólo les cabe el hablar de ese deseo y de su República catalana, son más aunque con menos votos electorales e incapaces de entrar en un debate de los asuntos de "comer": de la gobernanza de aquella comunidad. Pero los dirigentes peperos han seguido con su matraquilla.

En el fragor de las descalificaciones vertidas sobre Cs, el señor Albiol (de quien el concepto que de él tenía se me ha ido al piso) y el señor Hernando no han cesado de recriminarles que no les cedan un electo para constituir grupo parlamentario (que según el Reglamento de aquella Cámara han de ser cinco). El tal señor Hernando ha llegado a echarles en cara que el PP les otorgó un puesto en la mesa del Congreso. Al señor Hernando parece que se le olvidó que gracias a Cs es presidente del Gobierno de España el señor Rajoy.

Trata esa dirección pepera de poner en pie de igualdad el que la señora Arrimadas no asuma la iniciativa de formar gobierno con lo que hizo el señor Rajoy en su momento. Y no es así. El señor Rajoy rehusó el encargo del rey: no contaba con escaños suficientes, dijo. A la señora Arrimadas no ha habido autoridad superior que le haya formulado ese encargo. La autoridad superior, que de momento puede serlo, es el presidente de la Cámara, señor Torrent, y este ha optado por encargarle el asunto al fugado golpista Sr. Puigdemont. Es obvio que lo único que pretende la dirección del PP es echar a la señora Arrimadas a las fieras para que se la destrocen y así allanarles el camino, aunque sea un poco, para recuperar aquellos votos que perdieron.