Llega el Carnaval. Unos saldrán corriendo de la cuidad huyendo del ruido, la juerga y los olores que en la calle quedan tras la fiesta popular. Otros, ataviados con sus mejores ideas, o lo que el bolsillo les permita, saldrán a la calle a darlo todo.

El Carnaval, la fiesta popular del adiós a la carne que se celebra los días que preceden a la Cuaresma cristiana, cuarenta días que la religión exigía de penitencia, reflexión y ayuno de ciertos alimentos, un periodo de recogimiento que finalizaba con la Pascua en una España mantenida por tradiciones y cultura antropológica, y antes de ello, ¡cómo no!, vamos a darnos un atracón y nos preparamos para hacer la gran bacanal...

El Carnaval y sus disfraces, ¿cómo se ha llegado a tan original fiesta? Y ¿a quién se le ocurrió usar el disfraz? Pues estas preguntas podrían estar aclaradas si repasamos un poco los textos de nuestros historiadores. Según ellos, ya en el antiguo Egipto, cuatro mil años atrás, se celebraba la fiesta del buey Apis, donde todos los fieles salían a la calle a la puesta del sol y comenzaba una fiesta ruidosa, con música y donde todo estaba permitido. También, en la antigua Grecia, durante las fiestas en honor a Dionisio, reinaba la tolerancia, desaparecían las clases sociales y todos los hombres eran iguales durante esos días de fiestas. Los romanos continuaron esa tradición y tras las bacanales, o celebraciones en honor al dios Baco, las sacerdotisas eran seguidas por una multitud disfrazada simulando ser quien no era, ocultando su rostro; los esclavos se convertían en señores y viceversa. Era el mundo del revés, donde todo estaba permitido a la caída del sol e imitaban lo que no eran. Imagino la libertad que se podía sentir en esos momentos, y cómo era llevada a su máxima expresión.

Fieles a la tradición, son muchos los que continúan con esa fiesta, y cuando comienzan los Carnavales lo dan todo: pensar el disfraz durante un tiempo de antelación y organizar los días de fiesta se convierte en un buen escape al cierre de las Navidades.

Llega el día, empieza la fiesta, toca ser quien no eres o sacar esas partes de ti que normalmente escondes. Llegan los disfraces con sus máscaras; eso permitirá la desinhibición y que las defensas psicológicas o las represiones con las que se vive todo el año queden libres y ausentes en estos días. Cuando vamos disfrazados, todos somos iguales, pero no somos quienes somos: somos nuestra versión más instintiva, salimos a la calle a divertirnos, de todas las maneras posibles, liberados, sin vergüenza...

La fiesta de la libertad y el libertinaje; te diviertes con quien no sabes ni conoces, y eso produce más apertura aún. A alguien reconocerás, pero a muchos no, y eso hará que te liberes de ataduras sociales, de normas educacionales y de timideces culturales. ¡Haces lo que no te imaginas y que jamás reconocerías; al fin y al cabo..., es Carnaval y llevas un disfraz!

Leyendo todo, esto nos da a reflexionar cuánto estamos condicionados por la sociedad, por nuestra cultura, por unas normas, por una represión. Estamos de acuerdo que hay una moral, unos valores, una ética, sí. Pero no se trata de eso. Hay aprendizajes que nos limitan en nuestra más pura esencia. Pensando en el Carnaval y en los disfraces. Nos los ponemos y nos "permitimos ser" o somos quien no nos permitimos ser, curioso. Entonces, en nuestro día a día, ¿quiénes somos?, ¿qué disfraz llevamos?, ¿qué careta nos ponemos?

Nos damos cuenta de que de alguna manera se vive en el qué dirán, de cara a una sociedad que pensamos que nos juzga, o a un entorno social que creemos que nos limita. ¿Por qué no empezamos de alguna manera a quitarnos alguna careta y a empezar a pensar más en nosotros mismos? Vivir más libres, con menos presión, de forma más auténtica? Muchas veces pensamos que si decimos o hacemos algo, nuestro entorno nos dejará de lado, y eso nos asusta y vamos cediendo y dejando de ser íntegros con nosotros mismos. Quizás el miedo o la vergüenza hacen que no podamos ser o expresarnos como nos gustaría. ¿No estás cansado/a de tanta careta? Las caretas son para el resto, para mostrar; el disfraz es un papel más. Podemos ser quienes queramos ser: sólo basta creérselo y entonces seremos capaces. Aprovechemos la energía que traen los Carnavales para pensar un poco más en estas palabras, en reflexionar y darnos cuenta de cuántas caretas o disfraces tóxicos tenemos encima. Aprovechemos para empezar, sin miedo, a quitárnoslos. Si podemos hacerlo en Carnaval, podemos intentarlo el resto del año. Consiste en ser, y nada más.

Y tú, ¿cuántos disfraces tóxicos llevas puestos?

*Psicóloga y terapeuta

anaortizpsicologa.blogspot.com.es