Joseba Etxeberria hizo real el dicho de "entrenador nuevo, victoria segura" tan puesto en duda por las estadísticas del Tenerife entre 1999 y la actualidad. Es el quinto técnico de 18 que logra sumar los tres puntos en su primer partido en el banquillo blanquiazul. El día lo empezó visitando la Ciudad Deportiva, donde comprobó el estado del terreno de juego y siguió en compañía de su cuerpo técnico, Alfonso Serrano y Sesé Rivero el partido del filial.

Por la tarde llegó el momento de la verdad. En su primer partido como técnico en el fútbol profesional tuvo momentos de todo tipo. Empezó algo inquieto, dando instrucciones para ajustar la presión de su equipo. Llegó a sentarse en algunos tramos, casi siempre para consultar con su segundo, pero no paró de incorporarse para seguir el encuentro y vivirlo con intensidad. Se quejó amargamente al colegiado por la tarjeta amarilla que vio Juan Villar, llamó a varios de sus futbolistas para darles instrucciones de cerca y se dirigió sobre todo a los mediocentros, Alberto y Luis Milla.

Se le vio especialmente incómodo en el tramo final de la primera parte. Ahí se multiplicó a la hora de situar a sus futbolistas y pedir a todos concentración. Además, tuvo que afrontar su primer cambio. Fue obligado, por la lesión de Camille. En la segunda parte mandó a calentar a Vitolo, Bryan Acosta y Suso. Él mismo se dirigió al preparador físico, Roberto Cabellud, para solicitar la presencia de los futbolistas que iban a ir entrando en la segunda mitad, aunque fue su ayudante, Roberto Castro, el que dio las indicaciones previas. Siempre, eso sí, con algún apunte más de Etxeberria.

También estuvo atento a la defensa de las acciones a balón parado, realizó un gesto de lamento con el penalti fallado por Juan Villar y acabó mirando al infinito nada más finalizar el encuentro con victoria. En ese momento, huyó de los focos. Se colocó en la entrada a los vestuarios, saludó a Romero y se marchó. Feliz, pero tranquilo. Y pensando en todo el trabajo que le queda por delante.