A veces los expertos parece que no tienen ni puñetera idea de nada. Ahora resulta que están preocupados porque estamos fracasando con los niños. No les estamos educando bien. Tienen comportamientos machistas y violentos, son capaces de acosar a los más débiles y, en ocasiones, abusan de ellos. Y los expertos, los mismos que nos dijeron cómo hacer para educarlos, están alarmados, dicen los medios.

Muchos en este país fuimos educados en una escuela con división de sexos, con castigos corporales, con catecismo obligatorio y un enorme autoritarismo de los maestros que en realidad parecían mandos militares. Llegó la democracia y la escuela se convirtió en centros de enseñanza mixtos y con profesores que dejaron de ser autoridades para convertirse casi en colegas.

Ahora resulta que las alarmas se han disparado. La violación colectiva de un niño en un colegio de Jaén, a manos de otros cuatro menores, ha puesto los pelos de punta a toda la sociedad. Los expertos dicen que se suceden los casos y se adelantan las edades de las víctimas. Hace solo unos días conocíamos otro caso, esta vez de una niña de once años, embarazada por su hermano de tan solo catorce. Y por todos los colegios del país surgen casos de acoso escolar, de agresiones y de comportamientos violentos o machistas entre los chicos y chicas.

¿De qué nos asombramos? Hemos dejado a los niños delante de las televisiones y del ordenador, que son quienes realmente les educan. Tienen a su alcance programas y videojuegos donde los temas recurrentes suelen ser historias de violencia y de sexo aunque se desarrollen en mundos imaginarios. Los pibes aprenden antes a volarle la cabeza a un zombi virtual que las reglas de la multiplicación y pueden ver todas las variantes de la sexualidad antes de saber cómo se colonizó América. El concepto de autoridad y de jerarquía ha sido demolido. Los padres no mandan una mierda y los maestros menos. Los chicos y chicas se mueven como pez en el agua por redes sociales en donde se cuentan sus asuntos, se trasmiten mentiras a velocidad de vértigo y se cruzan fotos y vídeos que en ocasiones se convierten en puñales.

Les hemos lanzado a ese nuevo mundo de la hipercomunicación sin más flotadores que ellos mismos. Lo que resulta un milagro es que haya tantos jóvenes que sean normales y no hayan terminado cascados por la inmersión en tanta basura a edades tan tempranas. Los expertos se alarman de que estén ocurriendo casos de violencia y abuso entre niños. No se de qué se extrañan, porque es lo que ven todos los días en los medios a los que les dejamos acceder. Hemos renunciado a las restricciones y hemos confundido la libertad con la irresponsabilidad y la disciplina con la opresión. Lo que tenemos es justo lo que hemos sembrado.