Los cánceres hereditarios representan entre el 5 y el 10% del total de patologías derivadas de tumores. Sin embargo, es muy probable que si uno o dos familiares cercanos padecen un cáncer, otro miembro de la familia también pueda desarrollarlo. Conocer o al menos descartar poder haber adquirido esa predisposición genética es uno de los grandes avances por los que el Hospital Universitario de Canarias (HUC) ha apostado creando un servicio que, en el momento, fue pionero en las Islas.

Este servicio es el consejo genético, activo desde 2003 y con más participación que nunca. Esta área, que también tiene representación en Gran Canaria al existir una Unidad de Cáncer Familiar en el Hospital Universitario Insular, investiga las mutaciones familiares que predisponen a sus componentes a desarrollar ciertos tipos de cáncer. La impulsó la oncóloga del HUC Beatriz Alonso, durante su residencia. "Tenía que rotar fuera, lo hice durante tres meses en el consejo genético del Hospital Clínico San Carlos en Madrid junto a Pedro Pérez Segura", explica Alonso, que recuerda que, en cuanto volvió a la isla, puso la nueva unidad a "rodar".

Diecisiete años han pasado desde que Alonso impulsara "solita" el consejo genético, que se ha convertido en un órgano multidisciplinar que conforman oncólogos, enfermeros, patólogos, médicos digestivos y bioquímicos y generalistas de laboratorio. Todos ellos configuran lo que se conoce como el Comité del consejo genético, es decir, son los que evalúan y deciden en qué casos se "cumplen criterios para hacer estudios", como explicó Felicitas Díaz-Flores, bioquímica de laboratorio.

La sospecha de un cáncer hereditario debe ser la primera fase para entrar en el circuito. El paciente podrá ser derivado desde Atención Primaria o, incluso, desde un ginecólogo privado. También es posible acudir a este consejo genético desde el hospital de La Candelaria o derivado desde La Palma. Una vez el paciente se adentra en este circuito, es primero visto por el personal de enfermería, que le facilita toda la información necesaria, le hace un pretest, una valoración del riesgo, le recoge los datos y construyen un árbol genealógico -el arma principal del consejo-.

La siguiente fase consiste en la reunión del Comité del consejo genético. En sus sesiones todos los profesionales estudian distintos árboles genealógicos para ver si cumplen los criterios y decidir qué tipo de estudios se pueden llevar a cabo en cada familia. En dichos árboles genealógicos se muestra toda la familia y se señala con un círculo rallado a aquellos que hayan tenido cáncer y con un símbolo de suma a aquellos miembros que tengan la predisposición genética a padecer la enfermedad. "Esto no quiere decir que vayan a desarrollarla, pero tienen mucho más riesgo a desarrollar a lo largo de su vida esta patología", incide Alonso.

Si se considera que dentro de esa familia hay uno o varios casos a los que hay que vigilar de cerca, pasan a la siguiente fase. Este nuevo paso consiste en poner en marcha medidas especiales de prevención en esos usuarios, teniendo en cuenta el tipo de cáncer que podrían padecer. "Básicamente consiste en realizar un seguimiento distinto al de la población general y, si fuera necesario, efectuar una cirugía reductora de riesgo", comenta la oncóloga. No obstante, la decisión corre a cargo del paciente, que deberá elegir si se quiere someter o no a esta situación. Aunque es lo más recomendable y lo que genera mejores previsiones de vida, hay personas que tienen "miedo". "Miedo a saber lo que tienen y a las decisiones que deben tomar a raíz de ello", incide Díaz-Flores. "No puedes empezarle a hacer mamografías a una mujer portadora a los 50 años, pero a veces, el miedo no les deja", afirma por su parte Beatriz Alonso, que remarca el hecho de que "una predisposición no significa que se vaya a padecer cáncer". Por esta razón, animan a la población a acudir si tiene dudas para garantizarles la mejor calidad de vida posible.