Experiencias privadas, individuales, proyectadas al exterior, a la colectividad que las hace suyas y cada uno las interpreta a su manera, es el objetivo que se marca la artista tinerfeña Adelaida Arteaga (Santa Cruz, 1969) cuando realiza su obra. En esta ocasión, explora el valor político de lo íntimo y lo doméstico a través de la colección "Política íntima", una docena de piezas que presenta en la Sala de Arte Contemporáneo (SAL) de la Casa de la Cultura de la Granja en Santa Cruz, donde permanecerán hasta el próximo 26 de marzo.

Esta licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, aunque comenzó sus estudios en La Laguna, ha consagrado su creatividad actualmente al mundo de la instalación y el ensamblaje de materiales que recicla, medios en los que ha encontrado la fórmula idónea para expresar todas esas inquietudes que laten en su mente y en su corazón.

Cuando uno entra en la SAL escucha una música ambiental casi intimista y lo primero que observa en frente es la estructura de una tienda india (Pipi) sin cubierta que introduce al espectador en el "hogar" de la artista.

"La guarida I", con unas dimensiones "habitables", 300 x 380 x 320 centímetros, ha sido realizada con materiales reciclados, alquitrán, ramas de laurel, en cuyos tramos finales hay un trozo pintado con pan de oro, cintas de vídeo VHS, concentradas en un montón, aunque varias de ellas cuelgan en el entramado de la tienda, mientras que la alfombra que cubre el suelo está hecha con páginas de revistas.

Según la propia autora, "tiene mucho que ver con la crisis y la ecología. Sobre todo se refiere a una de esas viviendas a las que nos hemos visto abocados por la crisis: frágil, efímera y además nómada. Tiene una alfombra hecha con páginas de revistas de decoración de los años 70, que hacen referencia a lo doméstico y está vinculado a las mujeres a las que se les vendía un sueño, una ilusión, una felicidad que estaba limitada al ámbito doméstico. Todas las acciones que realizamos en privado afectan a nuestra visión política y ésta afecta a nuestra manera de vivir".

Justo a la izquierda de esta instalación, colgado en la pared, posa un corazón de pequeñas dimensiones, 18 x 17 x 11 centímetros, bautizado con el nombre de "Política íntima" y formado por bolas fabricadas con cabellos de la propia artista. Una forma de estar presente físicamente y "personalizar" los mensajes que transmite en la muestra, unas veces obvios y otras que entran más en el terreno de lo conceptual.

Otra de sus propuestas se titula "Bajo las ramas" y es una composición de dieciocho placas radiográficas de diferentes partes del cuerpo humano en algunas de las cuales ha intervenido con dibujos de ramas de árboles realizadas con tintas de rotulador, o con simples trazos horizontales con polvo de oro. Tiene una dimensiones de 235 x 115 centímetros.

"La radiografía es un material que siempre me ha seducido mucho porque durante años me las tuvieron que hacer por una dolencia infantil. Hay una pieza que son dieciocho radiografías colgadas en la pared que son de tránsitos intestinales, para mi la imagen interior que tenemos más abstracta, aunque cuando aparece un hueso se detecta qué parte del cuerpo es. Sin embargo, hay algunas que parecen paisajes y sobre ellas he hecho dibujos de paisajes figurativos. Estoy jugando con el paisaje interior y el exterior".

La madera es también uno de los elementos más presentes en su trabajo, además de las radiografías, los tarros de cristal y las cintas VHS, aunque también utiliza otros recursos como el alquitrán o la parafina, presentes en algunos de los montajes de la colección.

También hay una formada por dieciocho horcones apoyados en la pared, que han sido quemadas con soplete para eliminar toda la materia endeble.

Forma parte de la serie "A pesar de todo" y está situada junto a otra, "A pesar de todo III", que consiste en dos caballetes sobre los que reposa un horcón también quemado en su superficie y cubierto con parafina. Al lado se encuentra el recipiente en el que se fundió la cera utilizada en la obra.

A un metro de distancia se ubica "A pesar de todo II". Una ventana con un marco rectangular de metal con un cristal "climalit" de seguridad cuya parte superior está atravesada por otro horcón quemado.

El resto de la colección está integrada por "Rincón de pensar", instalación con siete piezas suspendidas en la pared en diversos soportes de madera, un vestido y cintas de VHS que cuelgan hasta el suelo; "Despedida II", ramas secas de arbustos pintadas con alquitrán y sujetas a la pared con unas medias lunas fabricadas con parafina, y "En la medida de lo posible", una pantalla lead dividida en cuatro cuadrados sobre los que descansan útiles de trabajo y herramientas oxidadas de diferentes profesiones manuales que reflejan el paso del tiempo.

Por último, además del audiovisual titulado "Lo que el aire me regala I", destaca la instalación "Cosas que pasan", formada por centenares de tarros y trozos de cristal colocados estratégicamente sobre los que se proyecta el audiovisual "Lo que el aire me regala II", con imágenes de ramas de árboles en movimiento.

Una de las características que definen la poética de Adelaida Arteaga es su inclinación por utilizar materiales pobres que recicla en sus composiciones artísticas. "Todo evoca actitudes. Trabajo con materiales muy pobres y se trata de darles valor, que lo tienen porque son extraídos de la naturaleza. Luego son procesados durante muchas horas por el artista, labor que no se ve. Hay un trabajo de recopilación de materiales y de adecentarlos. Los horcones los recojo en una finca y luego quemo su superficie, los tarros de cristal los limpio y le quito las etiquetas, y luego me planteo qué hacer con ese material. Lo que hago son instalaciones y embalajes con materiales que están en desuso".

Esta creadora se inclina por conseguir elementos de su entorno vital que tienden a desaparecer, como las cintas VHS, las placas radiográficas, o los frascos de cristal, que han sido sustituidos en la actualidad por soportes digitales o plástico, respectivamente.

"Todos estos objetos me interesan porque son contenedores de información. La cinta VHS contiene memoria visual, las placas imágenes de nuestro cuerpo... Son materiales que busco y, a veces, hago convocatorias a través de mis contactos personales o mi página facebook. La gente se implica en el proyecto y empiezan a reciclar. así reuní, por ejemplo, 750 frascos de cristal. Esas personas se sienten partícipes del trabajo del artista y luego tienen curiosidad por el resultado del trabajo. Al final, hablo de la economía circular, algo a lo que al final nos vemos abocados".

Arteaga, que estuvo vinculada durante varios años a la producción artística de exposiciones en los inicios del TEA, es consciente del carácter efímero de su trabajo y de su adaptabilidad a los diferentes espacios en los que se exhibe, motivo por el que algunas de las obras tienen medidas variables.

"Los materiales los sigo reutilizando en obras nuevas sino las vendo. Me da pena que las obras estén abandonadas en el estudio cogiendo polvo, las reutilizo. Me gusta que se exhiban, por eso las reconvierto en piezas que hablan de lo mismo. Mi trabajo en el estudio es como tirar de un ovillo de lana, tiras y tiras y siguen saliendo nuevas piezas".

La exposición se puede visitar de lunes a viernes de 11:00 a 14:00 horas y de las 17:00 a las 20.00 horas.