En los últimos años se ha detectado que el déficit moderado o severo de vitamina D se está convirtiendo en una verdadera epidemia. Como afirma el Dr. Ignacio Secades, especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Vithas Nuestra Señora de América de Madrid, “afecta a “más del 50% de la población, incluidos niños, jóvenes, adultos, mujeres menopáusicas y ancianos, grupo este último donde el porcentaje de pacientes deficitarios es todavía mucho mayor, próximo al 100% en los que han sufrido fracturas.

Pero, ¿qué es exactamente la vitamina D y cómo nos afecta dicha carencia? Como explica el Dr. Secades, la vitamina D es un esteroide que se produce en la piel por la acción de la luz solar y también por la toma de alimentos que la contienen. “Actualmente se considera una hormona con múltiples funciones, la principal de ellas, aumentar la absorción del calcio en el intestino e inhibir la destrucción de tejido óseo, aunque también se ha visto en los últimos años que participa en otras múltiples funciones biológicas, como la actividad neuromuscular y la posible prevención de diabetes del adulto, enfermedades cardiovasculares y algunos cánceres, aunque en este caso son necesarios más trabajos y ensayos clínicos para profundizar en esta posible relación”.

Su déficit produce a nivel óseo pérdida de la densidad mineral ósea y de la calidad del hueso, osteopenia, si es leve, u osteoporosis, si es elevada, lo que favorece las fracturas, sobre todo de cadera y columna, apunta el especialista. Además, es responsable del raquitismo en niños y de la osteomalacia en adultos, tiene efectos hormonales extraóseos muy relevantes y sus niveles son un auténtico marcador del estado corporal.

“La vitamina D mejora la inmunidad, de modo que su déficit también parece estar relacionado con una peor respuesta a enfermedades infecciosas, preferentemente respiratorias, así como a otras enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, esclerosis múltiple, psoriasis y enfermedad inflamatoria intestinal”, añade el Dr. Secades.

Cómo se obtiene la vitamina D

La fuente más importante para su obtención es la exposición a la luz solar, pero la misma varía mucho en relación con la latitud geográfica y la época del año, siendo mayor en verano, moderada en primavera y baja en otoño e invierno.

La segunda fuente es el aporte dietético, que es bajo, ya que solo la contienen los pescados grasos, el aceite de pescado, los huevos, la leche y la mantequilla. En muchos países con baja exposición solar se enriquecen algunos alimentos.

Como el aporte de vitamina D es, en general, bajo con estas fuentes, “se aconseja la suplementación oral en un porcentaje alto de la población al objeto de mantener niveles óptimos”, señala el Dr. Secades.

La suplementación es sencilla: “se realiza por vía oral, bien de forma preventiva, empleando diferentes alimentos enriquecidos con vitamina D, como se hace en algunos países nórdicos, Reino Unido y Estados Unidos. Para el tratamiento individual se administra en forma de gotas diarias, quincenales o mensuales o en forma de comprimidos asociados a calcio y, frecuentemente, en dosis semanales, quincenales o mensuales. En cualquier caso, se trata de alcanzar y mantener niveles óptimos para evitar los efectos que causa su deficiencia”.

¿Por qué se produce este déficit en España siendo uno de los países europeos con más horas de sol?

La aparente paradoja que España comparte con otros países mediterráneos de alto déficit de vitamina D se debe a varios factores: “la inadecuada exposición al sol por las altas temperaturas en verano, la piel más oscura, que dificulta la síntesis de vitamina D, la prevención del riesgo de cáncer de piel o la utilización masiva de cremas protectoras con altos filtros de protección”, apunta el Dr. Secades.

Por todo ello es importante la determinación periódica frecuente de niveles de vitamina D para la prevención y tratamiento de los pacientes en riesgo de déficit.