La octava película de Paul Thomas Anderson confirma que el cineasta estadounidense es uno de los autores más sugestivos de su generación con obras redondas como "Magnolia" (1999) y "Pozos de ambición" (2002). Su nueva propuesta, "El hilo invisible", es un exponente de cine refinado, aderezado por música elegante (Berlioz, Brahms), solo apto para un espectador avezado en todo tipo de experiencias cinematográficas.

Entre canesús, entretelas, dedales y alfileres se teje una historia de amor diferente a las tradicionales milongas de chico conoce chica que nos suele endilgar Hollywood. Aquí, Daniel Day Lewis, en su hipotética ultima interpretación, encarna a un prestigioso modisto (Reynolds Woodcock), quisquilloso con sus costumbres cotidianas, meticuloso en su método de trabajo que le ha llevado a la cumbre laboral, vistiendo incluso a la realeza británica y a las estrellas de cine de los años 50, lo que le ha conducido a anteponer el trabajo a una relación sentimental.

Una vida incólume de refinados y meticulosos modales, que incluyen aderezar las viandas que come con aceite en vez de margarina, inveteradas costumbres que su joven musa pretende modificar. A Lewis le da la réplica una solvente Vicky Krieps. Quien busque acción se equívoca de película, ya que la acción se limita a un par de escenas de la pareja a bordo de un bólido.

Un ejemplo de la sutileza de la película es la secuencia en la que a un lado aparece un vestido y en el otro la pareja, plano que se va cerrando paulatinamente centrándose en el diálogo entre el modisto y su musa, que ejemplifica que en ese preciso instante el modisto se decanta por su relación sentimental en vez de su ocupación laboral. Pero que el espectador no se lleve a engaño esto no es una historia de amor ñoña. La frase, pronunciada por el protagonista: "En esta casa hay un aire de muerte silenciosa", revela que en esta historia hay un reverso tenebroso.

(2 de marzo

La próxima semana llega a la cartelera española el primer largometraje de Santiago Segura fuera de la saga Torrente. "Sin rodeos" cuenta la historia de una mujer (Maribel Verdú) que acude a la consulta de un sanador indio, que le ofrece la solución a sus problemas: una poción a base de plantas. Una apuesta totalmente contraria es "La vida lliure", de Marc Recha. Su cine se centra en pequeñas historias personales, aquí dos hermanos quieren viajar a África para reencontrarse con su madre.

El cine "made in USA" está representado por "La última bandera", de Richard Linklater, en la que las guerras de Vietnam e Irak se dan la mano a través de dos generaciones. Más épica estadounidense. En "Héroes en el infierno", se retrata el trabajo del cuerpo de bomberos de Arizona. Protagoniza James Brolin. Ya saben, cada película tiene su espectador. No dejen de ir al cine.