A través de sus tiras, el último franquismo, la transición y la democracia tuvieron verdad y ternura y salvo los extremistas -porque el fanatismo es incompatible con el sentido del humor- todos entendimos que la España que grita y bosteza había hallado un relator inteligente y comprensivo y crecimos con él, reímos con él e, incluso, lloramos con él cuando su rotulador grueso y su trazo firme condenaron la barbarie con la que otrora convivimos.

El recordado Mariano Martín, alma y factor de la cajatonta en Canarias, me presentó a su amigo del alma Antonio Fraguas de Pablo, mezclador en excedencia de TVE que, desde el vespertino Informaciones y los semanarios Hermano Lobo, La Codorniz, El Jueves, Diario 16, El Mundo y El País, metió en el imaginario nacional una galería de tipos y una antología de caracteres que rompieron los muros de las diferencias y singularidades para construir la crónica de todos nosotros.

Reconocido en todas las instancias, desde las académicas a las políticas, y admirado por sus compatriotas, Forges fue, es y será, con todos los méritos y consecuencias, un genio incomparable, un autor irrepetible que, desde una viñeta, retrataba con admirable precisión los episodios de un régimen de libertades, exultantes a veces, a veces contrariados por los vicios de la tribu pero, en todo caso, con una intención noble y una elegancia exquisita para buscar en el fondo de las criaturas mortales, buenas y malas, listas y necias, hondas y superficiales, la semilla amable, digna de compasión y amor.

Doctor "ad honorem" y catedrático de humor por Alcalá de Henares, el creador madrileño alumbró Conchas y Marianos, tiernos Blasillos y filósofos que naufragaron, políticos corruptos y funcionarios comodones, refugiados agradecidos y pobres de solemnidad que, con economía o exceso dialéctico, ganaron la sonrisa y la reflexión diaria y la mantuvieron en los gratos y malos momentos, en el plano marrón de la normalidad o el gris de la democracia cansada. Dejó palabras -bocata, muslamen- de risueña eficacia que entraron de cabeza en el diccionario de la RAE y la imagen de un caballero cordial que, desde el plano del viandante, retrató a la patria común -el ruido- desde el plano cenital de la cabeza caliente y el travelling de la vida en marcha. Grande, grande Forges.