El viento huracanado del miércoles fue la gota que colmó el vaso. A media tarde, se abrió la puerta del edificio y una cosa redonda y peluda entró de la calle como una exhalación. Sentado en el mostrador de la recepción, Yeison temió que la falta de limpieza crónica en la que se ha instalado Carmela estuviera atrayendo pelusas foráneas gigantes, así que se encaró con aquella cosa repugnante y le hizo un Kuzushi, recién aprendido en sus clases de artes marciales. La supuesta pelusa cayó derribada y solo cuando escuchó que de ella salía una voz familiar, se percató de que quien estaba en el suelo era doña Monsi, nuestra presidenta.

-¿Pero tú estás loco o qué?

-Ay, exquiusmi, señora -lamentó, mientras le ayudaba a incorporarse- Pensé que era una de esas bolas de polvo que ruedan por nuestras escaleras.

Lo que va a rodar es tu cabeza. Quítame las manos de encima. Maldito viento -gritó ella-. Ayer hacía un día de playa y hoy, un temporal increíble. Esto no hay quien lo entienda.

Es que usted no se informa bien. Anoche, en la radio, anunciaron alerta por viento -comentó la Padilla que llevaba un casco de Darth Vader-. Yo voy preparada. A mi no me despeina ni un huracán de categoría 5.

-Que la suerte te acompañe -le deseó Yeison cuando la vio cruzar la puerta.

Aquel incidente de la presidenta tuvo consecuencias. A la mañana siguiente, un señor enchaquetado entró al edificio y preguntó por ella.

Carmela, apoyada en la fregona como si no tuviera nada que hacer mientras una maraña de pelusas campaban a sus anchas, le señaló a Yeison.

Él es quien controla el edificio -le dijo.

Antes de subir a busca a doña Monsi, Yeison activó la megafonía para avisarnos de que teníamos que bajar urgentemente al portal. Fue tan alarmista que, en menos de un minuto, todos estábamos allí. Doña Monsi apareció con las secuelas del viento todavía en su cabeza.

Atención -dijo ella-. Tengo que darles una noticia importante para nuestra seguridad y para nuestros pelos.

-Si no fuera por el respeto que le tengo al resto de vecinos, ahora mismo le echaba el aliento de tigre en toda la cara y la tumbaba patrás -comentó Eisi en un estado lamentable después de una noche de juerga.

Doña Monsi le hizo una seña al desconocido para que se acercara.

-Les presento a Evaristo. Desde hoy, vivirá con nosotros.

Pero si ya no quedan pisos libres -recordó Brígida.

-Por un par de billetes, yo le hago hueco en casa -propuso Eisi y a María Victoria le entraron náuseas al percibir el aliento de su vecino.

La Padilla, que seguía enfundada en la máscara de Darth Vader, comentó algo ininteligible pero solo se escuchó una respiración profunda.

-Evaristo vivirá en la azotea -explicó doña Monsi.

¿A la intemperie? -preguntó Xiu Mei, orgullosa de los avances que va haciendo con su vocabulario y pronunciación.

-Menuda usurera la tía. Dentro de poco también alquilará el ascensor -lamentó Eisi, mientras Yeison esparcía ambientador de lavanda a su alrededor.

-Pues yo subo a tender de noche -advirtió Úrsula-. Como me lo encuentre en calzoncillos, no sé lo que puede pasar.

-Su hermana le echó una mirada reprobatoria.

-Bueno basta ya. Qué cansinos son todos. Ese es el mejor lugar para su trabajo. Necesita mirar al cielo. Es nuestro hombre del tiempo.

Hubo un silencio solo interrumpido por la respiración intermitente de la Padilla.

-A cada hora en punto, Evaristo se conectará a la megafonía y nos dará la previsión del tiempo. Obviamente, este servicio se añadirá a la cuota mensual -advirtió la presidenta.

Nadie dijo nada para no provocar a Eisi. Que él tampoco abriera la boca fue un alivio.

Una hora después, una sintonía de avance informativo retumbó en todo el edificio. Le siguió la voz profunda de Evaristo.

-Buenas tardes, vecinos. La próxima hora se presenta con sol intenso, altas temperaturas y sin viento.

Ante las buenas previsiones, la Padilla que, en ese momento salía del ascensor, se detuvo en seco y le hizo una seña a Yeison para que le ayudara a quitarse el casco.

A pesar del forcejeo, fue imposible, con lo que la mujer decidió quedarse en el portal, esperando a la siguiente previsión y deseando que regresara el viento huracanado.

@IrmaCervino