Joseba Etxeberria Lizardi (Elgóibar, 5 de septiembre de 1977) lleva un mes y medio en la Isla y ya se ha ganado a la afición del Tenerife. Acompañan los resultados y, como él mismo se encarga de recordar, "las sensaciones". Tiene un discurso nítido, sin dobleces. No puede negar su origen ni lo pretende. Tampoco lo que aprendió como futbolista. Calidad sí, pero sobre todo "humildad y trabajo".

Empecemos por el principio de esta etapa. ¿Cuándo supo que quería ser entrenador?

Siempre me ha gustado el fútbol, ver los partidos. Y de diferentes ligas. Pero hay un momento, con 27 años, que ya empiezo a ver que me gusta verlo y analizarlo. Me empiezo a dar cuenta de que las retransmisiones de televisión se quedan cortas. Por ejemplo, para ver las vigilancias defensivas de un equipo que ataca. Ahí noté que podía ser entrenador. En ese cambio de ver a analizar.

¿Con la carrera que tuvo, no pensó en vivir el fútbol desde otro punto de vista, más relajado?

Cuando hay algo que te gusta tanto no quieres dejarlo. Tenía claro que para ser entrenador hay que formarse bien porque no solo es sacarle rendimiento a una plantilla, sino que hay que saber hacer otras cosas. Quería empezar desde abajo, dando pequeños pasos pero firmes. Estuve en cadetes, luego en juveniles, Tercera, Segunda B y ahora Segunda. Ese camino desde abajo me va a ayudar en los momentos malos, en las dudas, a relativizarlo todo.

¿Ayuda haber sido futbolista a entender a sus jugadores ahora?

De todo se aprende porque lo mismo que tú enseñas a los jugadores algunas cosas y les animan a que sean cada vez mejores, cada jugador te aporta cosas en todos los aspectos. De verle jugar, entrenar, analizar cómo son? Porque claro, a todos no les puedes tratar por igual porque no son iguales. Algunos necesitan que estés encima de ellos, otros que les dejes su espacio, que les comprendas? Al final, lo que quieres es que estén lo más a gusto posible para que les puedas exprimir bien.

Es difícil gestionar esas diferencias de trato para que no sea percibido como una injusticia.

Sí, ahí está un poco la clave para dirigir bien al grupo. Sé que los jugadores analizan lo que hago y digo constantemente, pero yo también lo hago con ellos, tanto en el aspecto deportivo como en el personal. Lo importante es saber cómo llegar a él. Para los entrenadores, nuestra labor principal es convencer. Debemos tener una cercanía, pero sabiendo el rol de cada uno. El entrenador es el que decide y es tan importante estar encima y a tope con el que está jugando más que con el que está contando menos. Creo mucho en la calidad del entrenamiento y te la dan los que juegan y los que no. En Segunda, además, sabes que tienes que tirar de todo el mundo por momentos de forma, sanciones o lesiones.

¿Qué parte es más importante en la labor de un entrenador?

Creo que la clave está en cuidar los pequeños detalles. El grupo debe tener cada vez mayor cohesión. No vale solo con entrenar a tope, cuidarte y descansar, sino que hay que ir más allá. De ahí, la idea que tenía de la convivencia con los desayunos. No está mal que dejes todo en el día a día, sino que exista esa sensación de pertenencia a algo. Intentar, entre todos, que podamos ser algo más que un equipo. Tenemos que intentar que el jugador esté cómodo, a gusto, con ganas de estar con sus compañeros y entrenar. Por supuesto, que sea consciente de que aquí estamos para ganar. Creo que se puede compaginar todo eso. Los cambios siempre incomodan porque, si no estás acostumbrado a desayunar con el equipo pues al principio te cuesta. Se está viendo que es lo mejor, no solo por la alimentación, sino porque estamos consiguiendo que haya mejor ambiente. La gente habla más y, en definitiva, cuando hay más "feeling" inconscientemente vas a estar más predispuesto a ayudar a un compañero en el campo.

¿Percibió que esos cambios eran necesarios o los introdujo solo como parte de su metodología?

Este año le había visto muchos partidos al Tenerife y, sabiendo el potencial que había, me di cuenta de que el equipo estaba atascado. Pero no por la forma de jugar o por la forma de entrenar de José Luis (Martí), sino que percibí un bloqueo por un exceso de responsabilidad. El jugador sabe perfectamente que esta plantilla estaba diseñada para luchar por otras cosas y, de eso, hay que hacer bien la digestión para que no te bloquees.

Usted no se lo pensó mucho. ¿Qué pesó más en su decisión? ¿El hecho de entrenar en Segunda A o que fuera el Tenerife, y más concretamente, el actual?

Un poco todo. He venido a jugar aquí como profesional y sé que es un club de Primera que, por circunstancias, está en Segunda. Conociendo el potencial de la institución, la repercusión social que tiene este equipo, porque en la Isla se vive mucho el fútbol, y por el potencial de la plantilla ni te lo piensas. Todo lo que palpaba e intuía era positivo. Y estaba muy a gusto en Amorebieta porque estaba ligado al proyecto. Asier Uría, el director deportivo, era mi jefe pero también mi amigo. Pero cuando te viene el interés del Tenerife, todo cambia. Eran demasiados alicientes.

¿Tenía claros los motivos de la trayectoria del equipo cuando llegó? ¿Se han confirmado luego?

Conocía la plantilla por la información que tenía de verlos jugar. Pero quería conocerlos de cerca: predisposición al trabajo, ambición? Y desde el primer día me dio mucha confianza ver que podíamos revertir la situación. No vale solo con que sean buenos, sino que tengan esa predisposición. Hay que demostrar humildemente que quieres trabajar duro para ser mejor. Eso es lo que me encontré.

¿Qué ve ahora en ellos que no veía en su primera semana?

Pues la intensidad y las ganas de trabajar son las mismas, pero he visto que ha cambiado la convivencia. La gente habla más, habla más alto. Hemos transmitido positividad, desde el cuerpo técnico, e ilusión. El jugador se ha percatado y lo ha adoptado como algo suyo. Hasta el cuarto o quinto día de entrenamiento no notaba esa alegría en los rondos. Eso no puede ser. El futbolista tiene que estar deseando que llegue la hora de entrenamiento para transmitir que está haciendo lo que más le gusta, que es jugar al fútbol.

¿Se puede decir que ya los ha convencido o que está en ello?

Esto es un proceso muy largo. Los resultados hasta ahora están siendo buenos y, además de ganar, las sensaciones cada vez son mejores. Pero llevo cinco partidos y quedan doce. Por eso, mi mensaje desde el principio es que el partido de Soria es la jornada 42. Lo que no sumes el domingo no va a volver. Hay que prepararlo como si fuera el último. No puedes estar pensando en los puntos que te harán falta o dónde los vas a sacar porque eso es todo mentira. El domingo, después del partido del Numancia, necesitamos tener 46 puntos. Luego pensaremos en si tenemos lesionados, sancionados y todo lo demás.

¿Le ha dado tiempo de analizar por qué tanto problema físico en el Tenerife de esta temporada?

Es verdad que ha habido muchas lesiones, pero eso forma parte de un equipo de élite. Intentaremos minimizar esas pérdidas, pero tengo claro que la intensidad en los entrenamientos no va a bajar. Cueste lo que cueste. Cuanto más intenso seas en el día a día, más lo serás en la competición. Tu cuerpo te va a reconocer cada esfuerzo. En el partido del Oviedo, el equipo siguió apretando hasta el minuto 90. Eso nos hace estar convencidos de lo que queremos, pero también demuestra que tenemos depósito para hacerlo.

¿Cómo ha logrado esa intensidad que antes parecía imposible?

Primero lanzando un mensaje claro. Para acercarte a la victoria debes tener la capacidad de jugar rápido. Para eso, es imprescindible tener calidad técnica. Este equipo la tiene. Y después qué estoy dispuesto a hacer yo cuando no tengo el balón: presión, ayudas, qué hago tras perder el balón? Vi desde el principio que la gente estaba predispuesta. En un principio, mi idea era que se pasaran de rosca. Que fueran a presionar sin pensar, sin analizar. Siempre es más fácil moldear eso que ir a un ritmo lento. A partir de ahí, hemos ido moldeando. Pero el margen de mejora está ahí. El potencial de arriba, la dinamita, está ahí. Eso no lo podemos perder, pero hay que invertir más tiempo en las cosas que hacemos peor.

Sin renunciar al balón, sí es su Tenerife un equipo más de presión y transición rápida, de robar y salir, que de posesión. ¿Leyó usted que esto era lo que mejor se adaptaba a la plantilla o es fruto de su idea?

Es importante que lo tengas claro, pero sin ser un talibán. También te tienes que adaptar. Tenía claro que esta plantilla estaba capacitada para jugar de diferentes formas, pero tiene que ser capaz de saber qué necesita en cada momento. Porque cada partido es un mundo y, dentro de un partido, hay pequeños partidos. Cuando no estamos ganando, nos puede interesar un intercambio de golpes porque tenemos pegada. Pero cuando estamos ganando, igual nos interesa defendernos con el balón y tener posesiones largar para mermar psicológicamente al rival. En estos partidos, se han visto fases de esas dos situaciones de ataque.

Dos puñales (Villar y Mula) y un nueve puro (Longo). ¿Básicos?

Tanto Juan como Álex, con espacio a la espalda del rival son determinantes. Y esas armas las tenemos que aprovechar. También Longo y Filip (Malbasic). Pero son jugadores que no solo son verticales, sino que técnicamente son buenos. También pueden crear peligro en espacios reducidos. Sí es cierto que en partidos con espacios destacan más. Igual que lo hacen más en casa que fuera, sobre todo en situaciones de marcador a favor. Ahí son mortales.

Usted ha apostado fuerte por Alberto y Milla, una pareja con mucho futuro. ¿Hasta dónde pueden llegar?

Por mi forma de jugar, creo que el centro del campo es clave. Necesitamos a gente que pueda circular rápido y que nos dé equilibrio. En ese sentido, necesitábamos a alguien con poderío y con ese punto de análisis táctico para que seamos un equipo ordenado. Alberto lo puede hacer. Y en cuanto a Luis (Milla), es un jugador que tiene muchísima claridad en el juego, abarca mucho espacio y tiene una predisposición para jugar y para robar muy buena. Creo que hablamos de un jugador que está predestinado a marcar diferencias. Por todo, por cómo juega, por cómo entrena, por cómo es, por cómo se cuida? Yo le voy a intentar ayudar lo máximo para que siga en esa trayectoria. Técnicamente es muy bueno y se siente muy cómodo cuando el equipo tiene el balón, pero todavía va a ir a más. Pero al margen de estos dos jugadores, tenemos otros como Aitor Sanz o Vitolo que también lo pueden hacer bien. Analizas la plantilla del Tenerife y, además de equilibrada, encuentras futbolistas que te permiten invertir más en un forma de jugar o en otra en función del que juegue. La plantilla tiene mucho potencial, pero estaba muy encorsetada por la dinámica negativa que llevaba.

¿Es Bryan Acosta el jugador que redondea la idea, que la completa?

Le conocía, pero quería verle en el día a día. De hecho, en los dos primeros partidos no jugó. Pero su ubicación nos va a permitir que la presión sea buena. El delantero siempre va a ir a presionar, pero la clave es quién le acompaña. En eso, Bryan nos va a dar mucha energía porque es un chico muy eléctrico y contagia a los demás. Su dinamismo y el golpeo de balón nos puede venir bien cerca de la portería contraria. Igual, en otro partido, juega más retrasado.

Ha sentado usted a veteranos como Casadesús, Cámara, Aitor, Vitolo, Suso...

No me fijo ni en el tiempo que llevan en el equipo, ni en la edad, la trayectoria o los años de contrato. Solo me fijo en el rendimiento. Pero esos jugadores no solo piensan en su situación personal. Entiendo que a nadie le gusta no jugar porque he sido jugador. Cuesta entender que te quiten o que no te pongan tanto. Pero es que no tengo ninguna queja. No juegan y al día siguiente la predisposición siempre es buena y eso es un valor que tenemos como equipo. Lo dije desde el principio, veremos que del día del Córdoba al último habrá cambios. No porque lo tenga planificado, sino porque es la evolución natural.

Le queda el reto de Malbasic, al que se le ve otra cara, mayor implicación.

Además de su potencial y de sus virtudes, veo que está madurando. El primer partido jugó de inicio e hizo un trabajo magnífico. En Alcorcón no juega, pero en el inicio de la semana siguiente entrena como si hubiese sido titular. Eso hace que, cuando llegue su momento, que va a llegar, esté más cerca de jugar bien porque no se ha dejado ir ni tendrá que reactivarse. Estoy muy contento con su actitud. Sé que puede jugar de nueve, pero también como segundo punta o en los costados. Esas alternativas son muy buenas para el entrenador.

Cuatro victorias y un empate. El cambio de dinámica es evidente.

Somos conscientes de que estamos bien en cuanto a resultados y sensaciones, pero queremos estar mejor. Y para eso no te puedes relajar, sino que debemos trabajar duro. Voy a estar muy encima de los jugadores para eso. La exigencia, dentro de una buena armonía, hará que nadie se relaje. No puedes mandar ese mensaje del partido a partido y luego hacer números para poner a un jugador u otro porque el siguiente es en casa. Estarías haciéndote trampas al solitario. No creo en objetivos a tres meses. La experiencia me dice que eso no sirve para nada. Hay que ganar el partido de Soria, con los que estemos. Nuestra mente no va a ir un metro más allá de Soria.

Sé que no le gusta hablar de objetivos a largo plazo, pero a cuatro puntos del "playoff"?

Soy consciente de que esos cálculos que hace la gente dan un punto de ilusión y un mensaje de ambición. Eso te ayuda a ser mejor porque no te conformas con lo que tienes. Eso no lo podemos perder ni nosotros ni lo dirigentes ni la afición. Pero la humildad tampoco porque es la que nos va a permitir entrenar duro cada día. Mi labor es convencerlos de que, con humildad, puedes ser ambicioso para ganar en Soria. Si piensas que las cosas te van a llegar solas, nos va a pasar lo de los quince minutos de Tarragona. Eso no era un equipo ni era nada. Es el mismo equipo, pero no tiene nada que ver con otros inicios. Hubo un punto de relajación. Por eso, me centro en hacer una buena semana, analizar los pequeños detalles que nos pueden acercar al triunfo y conseguir que el jugador llegue exigido pero con la mente limpia para que se atreva a hacer cosas. Un equipo (Numancia) que ha jugado 14 partidos en su campo y en 10 de ellos no le han hecho gol? Es una señal clara de que no te puedes relajar ni un segundo. Si eres competitivo y sólido, lo que hagas en aspectos ofensivos te va a cundir. Si no lo haces y te llegan fácil, acabas siendo un equipo malo.

Pero a lo lejos se atisba que el Tenerife tendrá su oportunidad de meterse de lleno en la pelea.

No me planteo eso tampoco. Lo que está en nuestras manos es llegar a 46 el domingo. El otro día me comentaban lo de cumplir sanciones. Pero que no, que la Liga se acaba en Soria. Bastantes problemas vamos a tener el domingo como para desviarnos. Aquí gustan mucho los cálculos de dónde vas a ganar o no, de cuántos puntos hacen falta para acabar encima de un equipo? Yo no creo en esas cosas. Creo en intentar alargar esta racha el domingo.

¿Está siendo una Liga de rachas? En otros años parecía imposible encadenar victorias como han hecho Cádiz, Zaragoza, Huesca?

La Segunda es tan igualada y tan larga que da para cuatro o cinco rachas buenas y malas. Eso te obliga a estar muy bien de coco. En Primera, los equipos de arriba ganan a los de abajo y lo hacen bien. En Segunda, el colista va al campo del líder y le puede ganar.

¿Qué percibe del ambiente de la Isla? ¿Es lo que esperaba?

Había pesimismo y desilusión cuando llegué. Pero veo que hay mucho aficionado potencial al que queremos enganchar. Y nuestra única herramienta es el trabajo. Soy consciente de que a la gente le tienes que dar para luego recibir. Transmitir, con nuestro juego, que el equipo va a pelear y va a competir siempre. Si eso la gente lo percibe, seguro que nos da su aliento en los malos momentos. El otro día, en ese tramo desde el 2-1 hasta el 3-1, la gente empujó al equipo y eso se agradece.

Queda el reto de rendir igual fuera de casa.

Siempre es más complicado. Para el Tenerife, por el campo que tenemos, aún más. Siempre es más fácil ganar en tu campo porque tienes más ayudas y te sientes más cómodo. Pero para ser un equipo competitivo necesitamos dar nuestra mejor versión también fuera. Con lo de casa no te da.

¿Cuándo llegaría el momento para hablar de futuro con usted?

En el momento que hablé con Alfonso (Serrano) teníamos claro que el acuerdo iba a ser hasta final de temporada. Ya veremos. Queda un mundo. No pienso en eso porque el futuro no existe. Ya se verá y se hablará. Es evidente que estoy muy contento, tanto en el club como en la ciudad. Veo que mi trabajo se valora, pero no quiero desviar la atención.

Puerta abierta, pero cuando corresponda.

Sí. Ya se hablará. No voy a invertir ni un segundo en eso.

Me imagino que la respuesta es la misma para aquellos que le colocan el cartel de futurible para el Athletic.

Sí, la misma. Cuando estaba de ayudante de (Ernesto) Valverde, no se me pasaba por la cabeza entrenar al Baskonia. Ni entonces al Amorebieta. Y cuando estaba en el Amorebieta tampoco venir al Tenerife.