Alberto Villalobos se encamina a su tercer año como presidente de la Federación de Empresarios del Metal y Nuevas Tecnologías (Femete) de Santa Cruz de Tenerife. La lucha contra la economía irregular ha sido una de sus preocupaciones en este periodo, en el que también se ha producido el auge de nuevas actividades industriales que abren una ventana para oxigenar el aún monolítico modelo económico de las Islas.

¿En qué situación se encuentra la industria tras la crisis y qué perspectivas de crecimiento tiene?

Representa alrededor del 7% del producto interior bruto de Canarias. La media nacional no está demasiado alejada, un 7,5%; lo que ocurre es que hay regiones que tienen cifras muy superiores, por encima del 10%. Esa es una aspiración a la que podríamos llegar si se dan los pasos adecuados. Representamos la pequeña y mediana industria, aunque también tenemos alguna gran empresa, y los servicios industriales. Somos unas 38.000 empresas y el 35% del empleo industrial.

¿Qué tipo de empleo se crea?

Apostamos mucho por la industria porque se ha demostrado, especialmente durante la crisis, que al requerir mayor cualificación estos empleos están mejor remunerados, son más estables y aguantan mejor cualquier situación de crisis. Buscamos que el empleo se recupere, pero que lo haga con mayor calidad, cualificación, remuneración y estabilidad. Apostamos por la formación muy especializada. Estamos consiguiendo unas tasas de inserción laboral fantásticas en estos cursos, rozando el 70%.

¿Cuáles son las actividades con mayor potencial?

La industria auxiliar de instalación eléctrica, de telecomunicaciones, fontanería, jardinería, frío industrial o doméstico? Es lo que más tira del empleo. También eficiencia energética o tratamiento de residuos. Por supuesto, las reparaciones navales, un sector con un gran potencial. Las reparaciones se han iniciado en Tenerife después de más de dos décadas. El empleo más cualificado en soldadura, en pintura, en hidráulicas, en motores y en telecomunicaciones es el que exigen las empresas que nos contratan para reparar buques o plataformas petrolíferas. Es cierto que el impacto visual de estas es feo, pero son auténticas naves espaciales sobre el agua y hay ejércitos de hasta 500 personas trabajando en su reparación porque tienen que hacerse en tiempo récord.

¿Se ha corregido el desequilibrio entre el puerto de Tenerife y el de Las Palmas?

El de Las Palmas está completamente saturado de trabajo. Lo que nos está llegando es, además de algunas iniciativas que se han hecho desde la Autoridad Portuaria y el Cabildo, el trabajo que no se puede realizar en Las Palmas. De hecho, ya hay empresas que tenían sede allí que se están instalando en Tenerife. Mucho tráfico de mercancías y de pasajeros tiene que ver con que aquí se pueden hacer pequeñas reparaciones rápidas para luego continuar el viaje. Antes no ocurría eso, y mucho tráfico se iba a Las Palmas.

¿Hay margen para subir salarios en el empresariado canario?

Que el nivel de renta se eleve nos beneficia a todos: en bienestar, en demanda, en cotizaciones, en servicios públicos esenciales? Es indiscutiblemente deseable. Pero la subida de sueldos no puede ser por decreto, porque afectamos a la competitividad de las empresas, con lo que no solo no se genera más empleo, sino que incluso puede llegar a disminuir. Hay que intentar por todos los medios que la competitividad en esas empresas siga subiendo para que su actividad y su producción crezcan. Esa es la manera natural en la que se elevan los salarios, y además con productividad, que se consigue con formación, innovación, investigación y desarrollo.

Uno de los caballos de batalla de Femete es la lucha contra la economía sumergida.

El sector del metal está seriamente afectado. Es muy habitual encontrar talleres mecánicos, instaladores eléctricos o fontaneros que montan su tallercito en el bajo de su casa, en algún barrio o pueblo en zonas rurales donde generalmente tiene difícil acceso la inspección, aparte de que todavía tiene las manos muy atadas por medios y normativa. La economía sumergida no es solo aquel que no cotiza nada: también es cuando alguien que trabaja legalmente para una empresa abre su taller por la tarde para hacer cáncamos. Es competencia desleal, afecta mucho a la rentabilidad y la producción de las empresas que sí pagan sus impuestos y sus cotizaciones.

¿Hay suficiente sensibilidad en las administraciones?

Sensibilidad sí hay.

Antes había menos, ¿no?

También es un problema político. Es un colectivo con el que las administraciones generalmente no se quieren meter, porque supuestamente es más vulnerable, está pasándolo mal, son padres de familia, son votos? Estamos tratando de buscar el incentivo, de ahí nuestra herramienta #Yosoylegal, una aplicación que fomenta que haya más visibilidad de las empresas legales que puedan prestar sus servicios a cualquier ciudadano y que estos los puedan consultar fácilmente y con presupuestos inmediatos. Esa motivación positiva es necesaria, aunque no suficiente; la inspección y la sanción también tienen que intervenir.

¿Qué margen queda para seguir explorando la expansión hacia el entorno del África occidental?

El margen es infinito. El continente africano tiene un recorrido inmenso, es el que más está creciendo en población, hay 2.600 millones de habitantes y 300 millones tienen una renta per cápita equivalente a la clase media europea. Eso es un mercado muy atractivo. Hay fondos europeos para que Canarias lidere en la Macaronesia proyectos de ayuda al desarrollo con países cercanos a nosotros. Mediante el proyecto ConfiÁfrica tratamos de acercarnos a ellos, enseñarles lo que sabemos en materia de normativa, prevención de riesgos, capacidad exportadora, calidad de productos y servicios, para que seamos capaces de poner un pie en su territorio. En ese intercambio todos ganamos.

El Gobierno canario ha promovido la relación entre el turismo y otros sectores económicos, sobre todo el primario. ¿Debería también hacerlo con el industrial?

El sector turístico es el motor de nuestras islas, pero también es un tractor de cualquier otra actividad. En el sector industrial, la mejor oportunidad que tenemos es que, en la medida en que toda esa infraestructura hotelera y extrahotelera crece, nuestros empresarios tienen ahí todo que hacer. Los hoteles llevan electricidad, telecomunicaciones, energías renovables, frío, calderas, eficiencia energética, tratamiento de residuos, motores, flotas de vehículos? Lo mismo pasa con la gran industria, sobre todo la agroalimentaria.

Cuando uno piensa en las actividades vinculadas a Femete piensa en oficios desempeñados por hombres.

Nuestra actividad ha sido tradicionalmente muy masculina. Nunca ha habido discriminación, eran usos y costumbres. Pero Femete es una federación pionera en este sentido. Siempre ha tenido una parte de su actividad con una parte administrativa importante, lo que ha favorecido la incorporación de la mujer. Pero además desarrollamos, con apoyo de las administraciones, cursos específicos para mujeres: soldadoras, mecánicas, instaladores? y están dando un resultado estupendo.