En la solapa izquierda de su chaqueta luce orgulloso la tricolor con las estrellas blancas correspondientes a los ocho estados de las antiguas provincias de su patria natal. Miguel Enrique Otero, presidente-editor del diario El Nacional, cede la iniciativa con un silencio quijotesco que se resquebraja con una de esas frases que se arman para romper el hielo. “¿Ese ping es lo más cerca que puede estar Venezuela de su corazón?”. El nieto e hijo de los fundadores de rotativo caraqueño baja la mirada, contempla impasivo la bandera y responde sin atajos: “Si vuelvo solo hay dos caminos para mí: cárcel o muerte. A día de hoy no existe una salida intermedia”, aclara antes de arrancar una conversación en la que habla de libertad de expresión, de unos movimientos en la sombra que hierven la sangre de los que ocupan el poder y de los que sueñan con llegar a él. “En Venezuela los presos políticos no tenemos sentencia, nos aplican unas medidas cautelares indefinidas. Te obligan a esperar la llegada de un juicio que nunca se va a celebrar”, desvela un profesional de la comunicación que dirige al rotativo independiente en la diáspora. “Nos dieron un año de vida y hemos llegado al quinto”, incide tras agotar su primer trienio en el exilio.

Hay algo de Mariano Rajoy en las formas tranquilas que emplea Miguel Henrique Otero (1947) a la hora de afrontar sus respuestas, algunas de ellas encasquilladas desde el instante en el que su grupo de comunicación publicó que el fiscal federal del Estado de Nueva York había decidido abrir unas diligencias contra Diosdado Cabello –sexto Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela– por un presunto caso de narcotráfico. “Esa noticia la publicó en España el diario ABC, la reforzaron periodistas de la redacción de The Wall Street Journal con otras fuentes y en unos minutos hubo réplicas en más de noventa medios de comunicación de los cinco continentes”, abrevia. Diosdado, cómo no, interpuso una demanda contra la directiva de El Nacional y su consejo editorial. “A partir de ese instante nos convertimos en proscritos”.

Nieto e hijo de los impulsores de El Nacional (1943), el empresario caraqueño ya ha asimilado que tener que dirigir un periódico en el exilio a través de un dispositivo electrónico es duro. “Se pasan un montón de penurias. No solo por el hecho de no poder estar en la redacción, sino por la situación de indefensión que hay en ella. Mis trabajadores se han acostumbrado a las amenazas y las agresiones. Les dan palizas, colocan bombas, tratan de enmudecerlos con presiones de todo tipo”, enumera sin ocultar que en su patria la justicia no es justicia. “Es un apéndice más del ejecutivo y los que forman parte de él dieron las instrucciones precisas para incluirnos en un proceso judicial que sirvió para que nos aplicaran unas medidas cautelares”. Las multas al periódico tampoco han cesado, algunas de ellas vinculadas directamente con medidas encaminadas a acelerar el cierre: “Nos bloquean el suministro de papel, compran a jueces y ejercen una presión fiscal y publicitaria. Estar en la calle es un milagro, pero no nos van a silenciar”, remarca en un instante de la conversación en la que fluyen afinidades y enemistades de un gremio sujeto a varias crisis: “Con El Universal y Últimas Noticias no contábamos. Son dos medios comprados por el gobierno, pero el resto sí que nos mostró su solidaridad”, agradece de manera pública Miguel Henrique Otero. Más allá de las caídas en las ventas o el auge que han experimentado en los últimos años las ediciones digitales, su visión respecto al rol que debe jugar el formato papel a corto plazo es muy distinta a la generalidad. “Venezuela está tan destruida que no hay dinero para poner un anuncio en un diario. No es que los lectores hayan emigrado a internet o los criterios de las agencias de publicidad estén cambiando, El Nacional vive ajeno a esa realidad porque nuestro día a día es resistir a un gobierno bastante bizarro, un modelo de corte represivo que encajaría muy bien en la trama de una de las novelas de Tenerife Noir –el venezolano voló por primera vez a Canarias para participar en un foro sobre libertad de expresión–, pero tengo la esperanza de que al final logremos sobrevivir a este periodo de hostigamiento perpetuo. “Estoy convencido al cien por cien de que algún día publicaremos en nuestra portada: Venezuela regresa a la democracia”.

Diáspora
“Exiliarse en Canarias es mucho más gratificante que hacerlo en Suecia”

Sociedad
“La clase media tiene unos problemas de ingresos gigantescos”

Hiperinflación
“Poco puedes hacer cuando te suben los precios cada 15 días”

Tensión social
“Todas las semanas hay microexplosiones que convulsionan al país”

De la posición de firmeza que mantiene El Nacional frente a las embestidas de los que tienen el poder, Miguel Henrique Otero opina que “el sueño de alcanzar un país libre y sereno se está acelerando, a pesar de que Maduro y los suyos no están poniendo las cosas muy fáciles”, añadiendo que “nuestros periodistas siguen en la batalla. Hay días en los que me siento culpable por no estar a su lado, pero la mayoría de las veces presumo de la dignidad de una plantilla que está luchando para sacar esta aventura adelante. Nunca nos hemos autocensurado. En el papel jamás dejamos de contar nada y en la web podemos llegar a ser mucho más incisivos. El principal inconveniente es que estas dictaduras postmodernas no aplican la censura previa, sino que se preocupan de hacer una buena tala una vez ha sido publicada”, rescata un hombre curtido en mil batallas que se ha acostumbrado a vivir en el destierro. “Me siento bien en Estados Unidos, en España y en otros países amigos. Lo que no voy a hacer es organizarme unas vacaciones en Cuba”, ironiza.
En el Nacional, con una tirada de lunes a viernes de unos 80.000 ejemplares, saben que el pulso de la calle se ha debilitado, que la ciudadanía se está empobreciendo a marchas forzadas. “En las aceras se respira veneno puro. Todas las semanas hay microexplosiones que convulsionan a todo el país. Hace unos días, por ejemplo, se generó una revuelta interna en uno de los cuarteles más importantes que hay en Caracas”, sintetiza cuando se adentra las vísceras de una sociedad sedada por unos comicios que nunca que siempre han estado bajo sospecha: “Las elecciones son un elemento al servicio de Maduro para legitimarse en el poder. Al principio las ganaban con cierta holgura, pero en el momento en el que percibieron la amenaza de que las podían perder comenzaron con las trampas. Son votaciones tan inútiles como las que organizaban Fidel Castro, Sadam Husein o en Corea del Norte, si es que existe algo parecido a unas votaciones. Desde la distancia las posibilidades de dar un juicio equivocado son altas, pero no creo que me confunda demasiado argumentando que el chavismo está viviendo los índices de popularidad más bajos de su historia, pero el miedo social es lícito. Los planetas están alineados para el cambio, pero necesitamos el apoyo de la comunidad internacional”.

El Nacional
“Mis trabajadores se han acostumbrado a las amenazas y agresiones”

Elecciones
“Son un elemento al servicio de Maduro para legitimarse”

El terror, con toda su crudeza, es a juicio de Otero el arma más poderosa que maneja el régimen. Estar sometido a una férrea vigilancia militar y policial interna y las labores de contención que realizan los ejércitos de Brasil, Colombia y Perú en las fronteras, unido a la vigilancia por mar que asumen unidades holandesas y estadounidenses, sitúan a la totalidad del país en un permanente estado de sitio. “Planificar los movimientos previos a un golpe de estado es una tarea extremadamente complicada. Lo es porque ahora mismo es una posibilidad muy remota; la inteligencia militar está en manos de los cubanos y nadie se mueve sin que ellos lo sepan. Eso sí, el día que la palabra traición aflore en su máxima dimensión Venezuela va a ser un escenario muy parecido al de las conspiraciones que se daban en la Antigua Roma. Eso no significa que en la clandestinidad se reúnan opositores para ver cómo le pueden meter mano a este gobierno. Lo que no habrá seguro es un despliegue similar a la que se dio en el desembarco de Normandia”, alerta en los últimos compases de una charla en la que militares, policías y políticos se unen en torno a un triángulo que para Miguel Enrique Otero empieza a ofrecer algunos síntomas de debilidad. “Que nadie espere ver a los marines entrando a la fuerza en Caracas; lo delDíaD es del siglo pasado... Esta dictadura se va a romper por la presión internacional que ya está sintiendo Venezuela y que, sin duda, irá en aumento en los próximos meses”, vaticina sin anular del todo la resistencia de las personas que le deben fidelidad hasta las últimas consecuencia a Maduro a cambio de “una bolsa de alimentos o la concesión de un cargo político con el que sentirse más o menos seguro en medio de una enorme incertidumbre social. Hasta que llegue ese ciclo de cambio habrá que convivir con unas reglas del juego que abrazan de lleno a la corrupción. La policía, por ejemplo, solamente investiga el 2% de los asesinatos que se cometen con la complicidad del régimen”.

Sobre las perspectivas de volver a su país, el director-editor de ElNacional se muestra categórico a la hora de anunciar que “eso es algo que tarde o temprano va a suceder. Yo y varios millones de venezolanos estamos deseando volver, aunque sea un regreso con el espíritu y no físico. Muchos se fueron para siempre, aunque exiliarse en Canarias es mucho más gratificante que hacerlo en Suecia”.

Vivir al margen del orden constitucional

”Maduro está rodeado por una guardia pretoriana formada por varios ejércitos. Eso es nuevo. Ni Somoza, ni Pérez Jiménez, ni Chapito, ni otros dictadores tuvieron con ellos a la Guardia Nacional, a los colectivos de barrio, a los cubanos, a las FARC, a las milicias, a la Policía bolivariana... En junio de 2017 dieron un golpe a la Asamblea Constituyente y antes habían derogado la constitución de 1999. El régimen controla la calle a golpes y los despachos con sobornos y otras ilegalidades”.

Salarios empobrecidos y escasez de alimentos

“La carencia de productos básicos en los supermercados ya no es noticia. La clase media tiene unos problemas de ingresos gigantescos y los ricos viven al margen de los disturbios. Poco puedes hacer cuando te suben los precios cada 15 días”.

El tráfico de drogas es un problema en crecimiento


“Maduro es un presidente permisivo con los narcos. En su época Chávez también lo fue. La única diferencia que hay con México o Colombia es que en esos países el tráfico de sustancias estupefacientes está en manos de cárteles y en mi país son los políticos y los militares de alto rango los que favorecen su circulación. Las FARC son un gran aliado. Más del 70% de la droga que entra en Europa procede de Venezuela”.