Desde las hermandades lo admiten: no atraviesan por su mejor momento. Se quedan sin cofrades y cada vez les cuesta más que sus integrantes continúen saliendo en procesión. Eso por no hablar de la participación en cultos religiosos durante el resto del año... Esa es una de las conclusiones principales que se extraen de un debate organizado por este periódico con conocedores de ese mundillo y sobre el objetivo último de realizar un diagnóstico de hacia dónde va esta manifestación de fe y costumbrismo. O dicho en latín: ¿"quo vadis"?

El encuentro tiene lugar en la mañana del pasado sábado, momento de ebullición y preparativos cofrades, y en la denominada "capital de la fe" en Canarias: La Laguna. Más concretamente, un recinto con tradición de tertulia como es el Orfeón La Paz sirve de espacio para el análisis. En la mesa se sientan el presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías de La Laguna, Pedro López; el investigador lagunero y experto en Semana Santa Julio Torres; el arcipreste de La Laguna y exdelegado diocesano de Hermandades y Cofradías, el sacerdote Jesús Gil Agüín; el capataz de la Macarena de Santa Cruz, Paco Cortés; José Vargas, de la santacrucera Cofradía de Las Angustias, de la parroquia de El Pilar; el historiador norteño Germán Rodríguez, y Buenaventura Machado, también amplio conocedor de la tradición religiosa del Norte.

La primera ronda de intervenciones ya demuestra lo que será una tónica en la casi hora y media que se extiende la conversación: planteamientos sin medias tintas y frases rotundas sobre la Semana Santa. "La experiencia que tengo desde pequeño es que ha ido fluctuando y cambiando", comienza Machado, que recuerda la crisis de los 60 y el renacer de los 80 como pasos previos a la "curva de bajada" actual. "De las nuevas generaciones son muy pocas las personas que veo que puedan tomar el relevo, aunque es algo imprevisible", apunta. Su paisano Germán Rodríguez comparte lo de la caída, y plantea desde su perspectiva norteña una posible clave para la situación presente: "En los 90 surgen cofradías en el Realejo Alto y en el Realejo Bajo, pero aparecen, y desde el clero se potencian, para acompañar la procesión; no se trabaja en la parte de devociones propias. Creo que ahí está el error de base".

Entiende el historiador que en el Norte hay una "Semana Santa fuerte en tradición", y destaca los casos de Los Realejos y La Orotava, al tiempo que menciona una realidad dispar en la Isla Baja. A esas semanas santas norteñas se refiere también el investigador lagunero Julio Torres, que las califica de "magníficas", y pone de relieve el crecimiento experimentado por la de Las Palmas de Gran Canaria. "Hay que ver las procesiones de Nuestra Señora de Vegueta y de la Sentencia y después empezar a hablar de si la Semana Santa de La Laguna es la mejor o la peor de Canarias... Estamos dentro de las mejores y hay que seguir luchando para alcanzar esa posición que tuvo en otro tiempo; pero hoy la realidad no es esa".

Desde la santacrucera Cofradía de las Angustias, José Vargas glosa las singularidades de la procesión conocida como "de los Republicanos" y, a renglón seguido, se suma a la tesis del retroceso. "La cofradía languidece. Los que estamos somos una generación que se apaga; nuevos no hay", reconoce. ¿Cuál cree que es el motivo? "Es un colectivo que vive solamente para el Viernes Santo, para la procesión del mediodía, porque ya a la Magna van la mitad de la mitad de los miembros. De resto, la gran mayoría de los que formamos la hermandad no vivimos la fe de ninguna manera; no tenemos formación en la fe ni una actividad dentro de la cofradía. Todo se queda un poco en el folclore de la Procesión Republicana. Las hermandades deben plantearse una actividad hacia adentro".

La opinión de Paco Cortés es igual de diáfana. En su caso, afirma que este tipo de colectivos "están cayendo" y que cada edición les resulta "más difícil salir". "Este año tenemos la cuadrilla justa", ejemplifica sobre los costaleros. Asimismo, lamenta los casos en los que solo se piensa en el desfile: "No les preocupa nada más que la salida y algún acto como el día de un aniversario. Le dices a la gente que hay que ir de representación a una procesión y, para ir con la cara descubierta y traje negro, se te apuntan 15, y porque no hay más varas; si le planteas que hay que ir encapuchado, vienen tres. Y tú dices: ¿esto qué es?". "Postureo cofrade", apostilla Germán Rodríguez. Cortés describe más situaciones, como que en 2010 no faltaba nadie a los ensayos de costaleros y ahora tiene que ir pidiendo "por favor" la asistencia, o que, hasta que establecieron normas al respecto, les sucedió de volver con la hermandad diezmada después de que un número alto de integrantes optase por llegar solo hasta la parroquia de San Francisco e irse en mitad del trayecto.

Pedro López suaviza el tono o, al menos, su perspectiva es menos preocupante. "A mí me cuesta a veces ver si vamos a peor, a mejor, si estamos estables... quizá por las ganas de ser positivo", comenta, antes de señalar, eso sí, que las cofradías están encuadradas en una sociedad que cada vez es menos "eclesial, espiritual". También defiende que la formación, el cuidado de los cultos y la acción social deben ser los fines. "Yo soy crítico; a veces nos perdemos en el sentido de por qué estamos aquí: por María y por Jesús", resalta. A continuación, Agüín transita por el mismo terreno: "Lo etnográfico, lo turístico... desaparece si no está el meollo de la cuestión". El sacerdote, en contraposición a las valoraciones empíricas sobre el caso local por parte del resto de intervinientes, expone que, según la Conferencia Episcopal, a escala nacional se está produciendo un "florecimiento de la práctica cofradiera". "El cristianismo social tiene que diluirse, porque eso no es ser cristiano", considera en otro punto de su alocución.

Las decisiones de los párrocos también son objeto de varios comentarios de desaprobación. "La Iglesia no está al margen de la pérdida de valores que tenemos todos", sorprende Jesús Agüín, que, además, se expresa acerca de la aparente contradicción de ser cofrade y no ir a misa: "No es malo que haya personas en las cofradías que están un poco alejadas; sí lo es que en las juntas de gobierno no haya personas capaces, con las cosas caras y coherentes. Pero no para hacer la paella una vez al año o el cabildo, sino para vivir como una hermandad". Al respecto, Buenaventura Machado dice que incluso tiene conocimiento de casos de cofrades que ni tan siquiera acuden al culto de su imagen, y agrega que recientemente un joven le confesaba que acudía por tradición y que no creía en nada. "Lo que no se puede vivir la fe es estatutariamente; tiene que haber un proceso evangelizador", reflexiona Vargas.

Ya en los últimos compases del debate, y tras manifestar su descontento con algunos aspectos de la gestión de la Semana Santa lagunera, Torres pone sobre el tapete otro fenómeno que entiende que está teniendo efectos negativos en algunos de estos colectivos religiosos y, en particular, en los de la Semana Santa de Aguere: "Aparecen pequeños grupos dentro de las cofradías que creen, por tradición familiar o por razones de otra índole, que son los propietarios incluso de la propia imagen y van aburriendo al resto hasta que se quedan solos. Eso ha hecho vaciar muchísimo las hermandades. Ocurre por lo menos en tres de las grandes, y voy a ponerle nombre y apellidos: la Sangre, la Flagelación y la Misericordia".

El alcalde de Adeje, José Miguel Rodríguez Fraga, fue otro de los invitados a esta mesa redonda sobre la Semana Santa, por su consabida defensa y promoción de esta celebración. Precisamente el estreno de la Pasión para los niños le impidió acudir hasta la sede del Orfeón La Paz. No obstante, el regidor adejero hace constar su reflexión porque "es interesante que en este momento hablemos mucho porque hay ciertos riesgos que tenemos que controlar y animar". "Desde mi perspectiva personal, ha sido un tiempo muy especial, vinculado al acontecimiento religioso y a todo ese conjunto de manifestaciones espléndidas que se realizan en todos los pueblos desde las procesiones y pasos". Rodríguez Fraga acerca los recuerdos de su infancia, cuando pululaba entre los preparativos, lo que lo lleva a definirse "semanasantero". "Es un espacio y un tiempo que tenemos que cuidar y potenciar, sobre todo en una sociedad enormemente trivial". "Está bien el carnaval, porque hay una dimensión lúdica del hombre, pero también hay una dimensión espiritual, que tiene más hondura y profundidad". Destaca el patrimonio artístico y pone como ejemplo "la estética de las procesiones". "Vale la pena trabajar por ello y soy un apasionado". Recuerda el valor de la Semana Santa en Adeje y admite que ha tenido la oportunidad de participar y mejorar este proceso", a la vez que anima a los creyentes a salir a la calle a mostrar "lo que tenemos y quiénes somos".

"A veces nos perdemos: estamos aquí por María y por Jesús"

Pedro López, aunque tiene una de las visiones más positivas de los participantes en el debate, aprecia aspectos mejorables y un contexto social que no ayuda.