La Catedral acogió ayer, Martes Santo, la conocida como "Misa Crismal", presidida por el obispo de la Diócesis, Bernardo Álvarez, y concelebrada por numerosos presbíteros. Además, consagró el Santo Crisma y bendijo los Óleos que se distribuyeron en las parroquias de la diócesis.

El prelado recordó a los sacerdotes que por diversos motivos no podían participar en esta singular celebración y también a los presbíteros fallecidos en el último año. Álvarez centró su homilía en la "vocación". Una llamada que siempre está unida a la misión. No en vano todos son en la Iglesia discípulos misioneros de la alegría del evangelio. La parte final de la homilía estuvo dedicada a recordar las promesas sacerdotales, que, a continuación, los presbíteros presentes renovaron.