La actriz catalana Silvia Marsó (Barcelona, 1963) está muy entusiasmada con el musical de cámara "24 horas en la vida de una mujer", que escenificará los próximos días 6 y 7 de abril, a partir de las 20:30 horas, en el teatro Guimerá de Santa Cruz.

"Es el personaje más difícil que he interpretado en mi carrera profesional", comentó Marsó, quien da vida a la señora C, una de las protagonistas de la novela homónima del escritor austriaco Stefan Zweig en la que se basa el espectáculo, en el que también intervienen Felipe Ansola, Marc Parejo y Víctor Massán, bajo la dirección de Ignacio García.

Esta adaptación en formato de teatro musical de Christine Khandjiany, con una escenografía de Arturo Martín de Burgos, música original de Sergei Drezniny y vestuario de Ana Garay, tiene una duración de alrededor de ochenta minutos en los que ocurren muchas cosas que reflejan la condición humana en poco tiempo.

Marsó, quien produce este montaje, aclaró que cuando acepta un papel procura "elegir proyectos que tengan un trasfondo, que te hagan mejorar como ser humano, que te hagan reflexionar, que te provoquen".

Desde su punto de vista, esta pieza propone una profunda reflexión. "Hace un análisis de la condición humana, del paso del tiempo, de cómo las oportunidades que nos pone el destino delante muchas veces son ignoradas o rechazadas por los condicionantes externos que nos envuelven, como el estatus, la familia, la religión o el género".

"Todos estos elementos -añade- hacen que muchas veces no escuchemos muestro propio sentir, que ignoremos quiénes somos realmente, sobre todo cuando te das cuenta del tiempo que has perdido".

Marsó, cuyo trabajo se mueve entre el teatro, el cine y la televisión, personifica a una aristócrata cuya vida siempre fue planificada por su familia. "Lo que más me atrajo del personaje es que es una mujer que aprende más de la vida en esas 24 horas que todo lo que vivió anteriormente con sus 45 años".

En la excelente novela de Stefan Zweig, la señora C es una mujer que nunca pudo tomar ninguna decisión en su vida, porque la casaron con 18 años. Tuvo una existencia aparentemente feliz, sin complicaciones, hasta que falleció su marido y sus hijos abandonaron el hogar.

"Ella siente que su vida se derrumba, no se da cuenta de que en realidad no ha vivido. Eso lo aprende después de esas 24 horas, porque huye de esa depresión que está atravesando y viaja por Europa para salir de ese pozo. En el casino de Montecarlo conoce a un joven ludópata (Felipe Ansola) que ha perdido su fortuna e intenta suicidarse. Ella lo salva y a partir de ese momento empiezan esas 24 horas, que cambiarán para siempre su vida y le harán aprender", relató la actriz barcelonesa.

El escritor austriaco, que se suicidó junto a su esposa en el año 1942 -El año pasado se cumplió el 75 aniversario de su muerte- fue amigo de Freud. Esta amistad quizás influyó en los personajes que habitan sus novelas, quienes están marcados por una profunda psicología y un singular mundo emocional.

"En 24 horas en la vida de una mujer habla de un ser humano privado de libertad, al que el destino lo pone en un abismo, en una situación límite. A partir de ese momento es cuando el escritor hace que la mujer tenga ese viaje iniciático junto a ese joven hacia algo más profundo. Es una reflexión sobre la vida, el paso del tiempo, las oportunidades perdidas y la falta de libertad".

Silvia Marsó reconoció que el papel que interpreta, cuya vida ha sido un espejismo y va descubriéndose a sí misma, le ha enseñado que cuando algo te mueve de verdad por dentro, debes escucharte y hacerlo.

"Me ha dado fuerza para sacar adelante este proyecto, produciéndolo en solitario, cosa que no había hecho antes en mi vida. Me ha dado la fuerza necesaria para afrontar este reto y asumir tanto el riesgo económico como profesional. La señora C es el personaje más difícil que he interpretado en mi carrera profesional, porque en el escenario canta, baila, interpreta y pasa por todos los estados emocionales que puede vivir un ser humano, pero condensados en veinticuatro horas".

La novela "24 horas en la vida de una mujer" fue escrita en el año 1927, época en la que está ambientado el musical que se representará el próximo fin de semana en el teatro Guimerá.

"Una de las cosas que más impactan en el espectador es cómo en una sola obra de teatro pueden estar unidas tantas artes. Está la música en directo interpretada por una orquesta de cámara, está la literatura de un gran escritor, la dramaturgia, la interpretación de los actores y la plástica, porque la escenografía es un cuadro que va cambiando conjuntamente con el diseño, y el vestuario, que es otra pieza fundamental en la estética. La ambientación visual, la atmósfera de la luz y los colores hacen que cada escena sea un lienzo distinto", matizó.

Marsó, que no venía a Tenerife desde hacía bastante tiempo, recuerda cuando trabajó con el realizador tinerfeño Javier Caldas en el corto "La criada". Asegura que el musical propone un verdadero compendio de emociones múltiples, las que se pueden vivir a lo largo de una vida. "Nunca he hecho una obra como ésta".

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