La economía canaria crece y crea empleo, pero la tasa de paro sigue en cifras muy elevadas que no es previsible que se rebajen a corto plazo. El presidente de CEOE-Tenerife, José Carlos Francisco, advierte de que habrá que esperar a la próxima década para ver una disminución sustancial del desempleo. Entre tanto, reclama que se reduzca la carga burocrática y legislativa para facilitar unos proyectos que, a su juicio, no fructifican por el desánimo de los inversores ante los largos plazos.

Todas las previsiones apuntan a que 2018 será otro buen año para la economía canaria, pero no tan bueno como los anteriores.

El cuadro macroeconómico de Canarias es bueno. El turismo va a seguir siendo el motor, pero los destinos competidores empiezan a resurgir. Las aerolíneas y los touroperadores ya tienen más vuelos con Egipto, Turquía y Túnez, que están siendo muy agresivos en precios. Lo normal es que eso haga que el aumento en la llegada de turistas a Canarias se pare. También creemos que el "brexit", con la devaluación de la libra, puede tener algún efecto. Por otro lado, la construcción no termina de arrancar, por problemas ya no de demanda sino regulatorios y de la planificación urbanística, que hacen que los proyectos vayan muy lentos. La Ley del Suelo no va a tener este año efectos muy significativos. Otros sectores -como las TIC, las telecomunicaciones o el cine- mejorarán, pero todavía no tienen potencia para arrastrar a toda la economía. Estimamos que se crearán unos 20.000 empleos a tiempo completo. Seguiremos en unas cifras de paro muy altas que habrá que seguir bajando en los próximos dos o tres años.

¿Será posible recuperar alguna vez las cifras de paro anteriores a la crisis, cuando rondaban el 10%?

Habrá que ir a la siguiente década, la de 2020, para volver a situarnos en cifras de paro similares a las de 2007. Tampoco estaba previsto que pasara este año ni el próximo. Sí lo estaba, y se ha cumplido, que el PIB estuviera en los términos de 2007 y la renta per cápita también en cifras similares. Cosa distinta es que creemos que a finales de 2018 batiremos el récord en cuanto al número de empleados. Eso es importante.

¿Qué tiene que pasar para volver a esas cifras de paro?

Hay algo relativamente contradictorio: una economía como la nuestra, con un fuerte nivel de paro, atrae mucha población nueva. Esa es la razón principal por la que el paro no baja de forma sustancial. Seguimos atrayendo población y trabajadores de fuera para los puestos de trabajo que creamos. Podríamos estar en cifras parecidas a la media española si no hubiéramos tenido un aumento de la población activa como el que hemos tenido. Uno de cada tres empleos que creamos el año pasado fue para extranjeros.

¿La formación es el factor diferencial que permite a esos extranjeros acceder a empleos a los que no llega la población local?

Hay un poco de formación y un poco de actitud. No cabe duda de que el idioma siempre ha sido una barrera para lograr empleos en el sector servicios. Esta es una razón. Otra puede ser que hay determinados puestos de trabajo que, bien por salarios o bien por problemas de movilidad, la población canaria no acepta. También influye que Canarias sigue siendo un lugar atractivo para trabajar y vivir para muchos europeos.

¿El turismo nos ha salvado durante estos años?

No cabe la menor duda. Ha sido un factor de estabilización. Después de dos o tres años también muy complicados en el sector, empezó a crecer. Contrariamente a lo que se dijo, luego creó empleo de manera significativa. Es verdad que eso ocurre por razones diferentes. Cuando España tuvo la crisis industrial, economías como las de Canarias o Baleares se comportaron muy bien porque estaban especializadas en el sector servicios. Ahora ha ocurrido que en la crisis financiera e inmobiliaria al principio el turismo se comportó mal, pero luego nos ayudaron mucho los problemas en los destinos competidores.

¿El sector ha aprovechado estos años para ganar en competitividad y no depender tanto de factores externos?

El turismo depende mucho de factores externos, porque es una exportación. Va a depender siempre mucho de cómo esté la situación en Inglaterra, en Alemania, en los países nórdicos? Eso es inevitable. Al margen de esto, el sector hotelero, aunque no todo, ha hecho un esfuerzo importante en renovación, en rehabilitación, en introducir algún producto nuevo? En Tenerife se han creado estos dos años tres o cuatro productos de alto valor que ya están en funcionamiento. Son productos muy grandes, muchas camas nuevas de calidad, y también productos de ocio. Luego ha habido procesos de rehabilitación en todas las islas, mejorando y cualificando mucho el sector, probablemente no lo suficiente, pero hay que continuar en esa línea. El sector público cuenta ahora con más recursos para destinar a los equipamientos públicos turísticos. Nos hemos quedado un poco atrasados en infraestructuras, en especial en comunicación. Algunos aeropuertos necesitan inversión para adaptarse a la actual demanda, las carreteras están también necesitadas de mejoras para impulsar la movilidad interna, más en unas islas que otras? Hay aún mucho trabajo que hacer, pero el sector turístico ha aprovechado este periodo. Es un sector muy competitivo y diversificado. Eso es una garantía de presente y también de futuro.

Al turismo se le ha acusado de no crear empleo suficiente o al menos no de suficiente calidad.

Primero se dijo que el sector turístico no creaba empleo. Cuando se comprobó, porque era fehaciente, que sí lo creaba y que era el sector que más lo hacía, se lo acusó de que el nivel salarial no era todo lo alto que se necesitaba, incluso que era empleo temporal, cuando los convenios colectivos prevén que las plantillas fijas medias no pueden bajar del 60%. Competimos con República Dominicana, Turquía o Marruecos. Tenemos salarios mucho mayores que los de estos lugares, pero no pueden ser diez veces superiores, porque entonces la competitividad es imposible. Tendríamos que cobrar precios muy por encima de lo que el mercado aceptaría. Hay que dejar que el mercado se regule. Los convenios colectivos se están renegociando y seguro que se irán adecuando al estado actual.

¿Pero no suponen un obstáculo esos bajos salarios para reactivar la demanda interna, además de ser un problema social?

Todo en la vida tiene una parte buena y una mala. Si subes los salarios, los trabajadores tienen mayor poder adquisitivo y podrán gastar más y mover la economía. Eso es bueno. Pero si los salarios suben en exceso, la competitividad de la empresa disminuye y los clientes son menos, y si eso es así tendremos menos trabajadores, habría que despedir o contratar menos. En el justo equilibrio está lo sensato. La cuestión es quién fija ese equilibrio. ¿Lo fija alguien porque dice que los salarios tienen que ser más altos y ya está? ¿O lo fijamos, como hemos hecho hasta ahora, entre los trabajadores y las empresas o entre las patronales o los sindicatos? Yo creo que lo segundo es lo sensato. La realidad del sector o la empresa la conocen mejor los trabajadores y los empresarios que un regulador que no está dentro del sector. Los empresarios no estamos en contra de las subidas salariales, porque somos, por un lado, receptores de los beneficios que esas subidas de salarios pueden tener, pero también somos conscientes de que no todos los sectores ni todas las empresas están en la misma situación. Unas empresas están en mejores condiciones para subir más los sueldos que otras, y algunas no están en condiciones de subir nada porque tienen pérdidas.

Lleva años reclamando una reducción de la producción legislativa en Canarias. ¿Le han hecho algo de caso?

Este asunto no estaba en la agenda del legislador o del ejecutivo, no parecía relevante, y ahora la clase política ha empezado a asumir que la regulación en exceso no es buena y que ya estamos en un nivel de regulación excesivo que dificulta no solo la inversión, sino tomar decisiones o saber qué tienes que hacer o no, y eso afecta a cualquier ciudadano. Eso empieza a calar. A lo mejor no hemos llegado a los niveles que yo propuse en su momento, derogar dos leyes por cada ley nueva, pero hay algún ejemplo: la Ley del Suelo deroga tres como mínimo. Empieza a estar en la conciencia del legislador. La regulación debe ser la mínima imprescindible, no la máxima posible, debe ser sencilla, clara y, por tanto, entendible para el ciudadano. Si no cumple esas condiciones, estamos legislando mal y los ciudadanos no podrán aplicar bien las normas.

¿Qué resultados prevé que tenga la Ley del Suelo cuando empiece a surtir efecto?

Más que nada, que permita instaurar en el territorio determinados proyectos fundamentales, que crean empleo y que ahora no se acometen por razones meramente urbanísticas o territoriales. El puerto de Granadilla, que al final es mucho más pequeño de lo que estaba pensado inicialmente, estaba previsto desde los años 70, y desde que empieza el proceso hasta que se construye pasan 17 años. Con las regasificadoras pasa lo mismo. En Gran Canaria ni se espera por ella, pero en Tenerife el proceso se inicia a finales del siglo pasado y todavía no tenemos ni la primera piedra. Ahora es cuando estamos viendo el amanecer de las energías renovables, pero desde 1995 hasta hace poco prácticamente no se colocó un megavatio renovable. En una sociedad en la que todo va tan rápido nosotros vamos muy lentos. Hay puertos deportivos con inversores detrás desde hace 10, 15 o 25 años que no ven la luz. Muchos inversores desisten al ver el tiempo de nuestros proyectos, que debe reducirse. Eso se hace simplificando la legislación territorial, que es enormemente compleja. La Ley del Suelo ha dado algunos pasos en el sentido positivo.

¿El gas natural debe ser una energía de transición o permanente? O dicho de otra forma, ¿ve posible el 100% de renovables?

Con la tecnología actual el 100% de energía renovable parece una entelequia. Es cierto que la tecnología avanza muy rápido e igual dentro de 10 años estamos diciendo otra cosa. Lo normal es que siempre tenga que haber un respaldo de energía convencional, porque a veces no hay sol o no hay viento. Como tiene que existir, es mucho más eficiente quemar gas que fuel. Creo que el último sitio de Europa donde las centrales eléctricas siguen quemando fuel es Canarias. El gas es más respetuoso medioambientalmente y más barato. Lo normal sería quemar gas, y durante mucho tiempo. Pero eso no es óbice para que las renovables crezcan muchísimo. Tenemos tanto camino por andar que la discusión del gas no tiene sentido, porque nadie discute que las renovables tienen que crecer. Es más, tengo la sensación de que los mismos grupos que ahora son muy activos en reclamar el 100% de renovables serán los primeros, en cinco o seis años, en decir que paremos el ritmo.

¿Por el consumo de territorio?

Y por el impacto ambiental. Estamos solo en el inicio del crecimiento de las renovables en Canarias y ya hay voces que se quejan de los molinos. Tenemos aprobados proyectos que permitirán doblar lo instalado. El impacto ambiental no es pequeño. Probablemente la gente que ahora está entusiasmada dirá que a lo mejor es sensato que las renovables sean muy importantes pero que no sean todo, porque no sabemos dónde ponerlas.

No es usted muy partidario de los trenes como solución a los problemas de movilidad.

Hablo desde la modestia de no ser un experto en transporte. Hay opiniones que valoro más que la mía. Pero el tren es una infraestructura enormemente cara, que crea una huella en el territorio tremenda y que para justificar su viabilidad económica necesita un tráfico de pasajeros brutal que nosotros no tenemos ni, probablemente, vamos a tener. En cualquier caso, es una solución a muy largo plazo. No podemos jugar todas nuestras bazas a un tren o dos que pueden tardar 20 años. ¿Y de aquí a 20 años qué hacemos? El transporte público, algún carril más donde se pueda, un carril BUS, primar los coches que vayan con dos o tres personas, flexibilizar los horarios? Muchas medidas de ese tipo juntas, no solo una, probablemente nos aliviarán hasta que encontremos soluciones de otro tipo. Debería haber mucho más transporte público y más barato. Eso no significa que Titsa tenga más guaguas, conductores y rutas, sino que el Gobierno saque a licitación nuevas rutas y frecuencias a unos costes muy moderados. Puede ser una parte de la solución. Hay otras medidas que no tomamos porque van contra nuestra filosofía del territorio. En Asia, si en la autopista no hay espacio para más vías, se preguntan por qué no construir otra encima, sin ocupar más suelo. Este tipo de soluciones están fuera de nuestra caja de pensar. Al que las propone se le quema en la hoguera.

El reto de regular el alquiler vacacional

El fenómeno del alquiler vacacional está relacionado, según el presidente de CEOE-Tenerife, con el desarrollo tecnológico y de internet que ha posibilitado también negocios como Uber o Cabify. "Esto ya existía en pequeña medida, y no existía más porque no teníamos la tecnología", sostiene. Ahora que esa tecnología ha explotado, se plantea "un reto": el de compaginar esta modalidad con los medios "más tradicionales", que "a veces son más creadores de empleo". Francisco ve razonable la fórmula avanzada por el Gobierno de Canarias: dejar la regulación en manos de los municipios, "de manera que cada uno pueda hacerlo de acuerdo a su idiosincrasia y problemas concretos".

La robotización llegará primero a la logística

En relación con los desafíos que plantea la tecnología, el presidente de la patronal de la provincia prevé que la robotización -uno de los grandes debates del momento- "tenga una gran afectación en puertos y aeropuertos". Los trabajos vinculados a la logística ya están siendo automatizados en otros lugares, una situación que también se aprecia en el comercio a través de la venta por internet. En cuanto a los servicios -en particular la hostelería-, el fenómeno es más lento, pero también avanza. De nuevo, la situación obliga a afrontar "problemas éticos, sociales y regulatorios".