Un grupo de personas indignadas consiguió que la Real Academia de la Lengua cambiara una poco afortunada acepción de la palabra fácil: "mujer que se presta a relaciones sexuales". Ese título solo se puede conceder en las cenas de coña que patrocina el Ayuntamiento de Güímar, junto al de Licenciada en Follometría.

Tal vez los de la RAE, puestos a adecuar el Diccionario, deberían incluir dentro del significado de "fácil" los másteres de la Universidad Rey Juan Carlos. Ahora resulta que un joven valor de los populares, Pablo Casado, tiene también uno de esos títulos, conseguido al parecer sin ir a clase y sin que quede claro si al final defendió ante un tribunal su trabajo de fin de maestría.

Lo que uno se huele es que algunas universidades tienen abierta una línea de negocio con ese tipo de titulaciones prestigiosas. La gente paga una pasta por matricularse y siendo clientes de alto standing quedaría más bien feo que el centro que les ha cobrado una pasta gansa les suspenda por cuestiones tan frívolas e inconsistentes como que no tengan ni puta idea del tema que se ha impartido o no presenten ningún trabajo. Total, al final muchos son un corta y pega de internet y para qué va a estar uno perdiendo el tiempo.

Claro que luego hay profesionales que se matriculan en un máster de, por ejemplo, biología molecular. Y tienen que currar en su trabajo y sacar horas del tiempo libre y de los fines de semana para pencarse las clases, aprender la materia que están interesados en dominar y elaborar un trabajo serio que tienen que defender ante un tribunal exigente. A esa gente es bastante comprensible que les entre un cabreo importante al enterarse de que hay otros que tienen títulos como el que se los saca en una bolsa de pipas.

En este país existe una cierta obsesión por adornar los currículums como si fueran árboles de navidad, con todo tipo de oropeles brillantes. Hay gente que infla los renglones torcidos de su vida para ligar un folio detrás de otro, contando sus muchos méritos y capacidades, para envidia de los que, como un servidor, despacharían su prestigio en línea y media. El problema, para los cosmonautas de sí mismos, es que todo se pone de moda. Y ahora la moda consiste en indagar sobre el maquillaje.

Soy de los que piensan que Cifuentes y Casado -y los que te rondaré morena- tienen un máster hecho en la universidad de marras. Lo creo con la misma convicción con la que me temo que lo hayan conseguido de bóbilis bóbilis: es decir, sin dar un palo al agua. Porque en este país, hasta ahora mismo, el prestigio siempre sale a bailar cuando se lo piden la pasta o el poder. El problema no es de los políticos. El verdadero problema es nuestra maldita cultura de conseguirlo todo por la puta cara.