Jokin Unamuno, uno de los ocho acusados de la agresión de Alsasua (Navarra) a dos guardias civiles, ha afirmado hoy ante el tribunal que le juzga por terrorismo que cuando entró en el bar donde ocurrieron los hechos se enfadó con los agentes porque le habían puesto cuatro multas.

"Le dije que menuda jeta que tenían porque se dedicaban a crujir a multas a los jóvenes del pueblo y que luego acudían a los bares", ha dicho Unamuno, que está en prisión provisional y se enfrenta a una petición fiscal de 50 años de cárcel.

"Yo no golpeé a nadie", ha seguido declarando Unamuno, que solo ha accedido a responder a su abogada, para negar que la discusión que tuvo dentro del bar con los agentes fuera violenta.

Él, ha dicho, se quedó dentro del bar y no vio la agresión que tuvo lugar en la calle, donde los guardias civiles y sus parejas resultaron heridos y donde lo sitúan algunos testigos.

"No golpeé a nadie, ni dentro, ni fuera, ni en la puerta del bar", ha insistido el acusado, y ha dicho que no salió del establecimiento hasta después, cuando vio "al teniente tendido en el suelo y a una mujer encima suya como protegiéndole con el cuerpo".

Ha negado que perteneciera a ningún movimiento radical, aunque sí ha reconocido que fue él quién pidió permiso al Ayuntamiento de Alsasua, porque tenía alguna experiencia en ello, para la organización del Ospa Eguna (día de la huida) de 2016, que forma parte de las campañas de la izquierda radical abertzale para reclamar la expulsión de las fuerzas de seguridad del Estado del País Vasco y Navarra.

Ha precisado que alguna vez ha acudido a alguna asamblea preparatoria del Ospa Eguna, pero de forma "mu esporádica" porque si trabajo -repartidor de bebidas con jornada partida- no le dejaba tiempo para otras actividades.

El acusado ha asegurado que conocía a los agentes porque le habían puesto cuatro multas -dos de ellas por circular en dirección contraria y la otras sanciones contra la de Seguridad Ciudadana-, aunque en su declaración cuando fue detenido dijo que no tenía ni idea de que eran guardias civiles.

"En ese momento lo que quise es exculparme. Viendo el cariz que ha tomado todo este asunto he venido a explicar lo que pasó", ha indicado hoy en el juicio.

De hecho, ya había protagonizado alguna discusión con los guardias civiles agredidos, en concreto el 12 de octubre de 2016 durante una concentración en las cercanías de la iglesia de los Capuchinos de la localidad organizada por el movimiento Alde Hemendik (Fuera de aquí), donde fue con unos amigos solo a "curiosear".

Pero la Guardia Civil les identificó y tuvieron que irse de allí, no sin antes discutir, ha añadido Unamuno.

El acusado ha relatado lo que hizo ese día, desde cocinar en la sociedad gastronómica para despedir a un amigo que se iba a Praga a estudiar por unos meses, hasta ir a ver un partido de pelota. Una jornada en la que bebió vino, cervezas y luego copas, por lo que, según ha resaltado, estaba bastante borracho cuando llegó al bar Koxka donde ocurrieron los hechos.

Estaba "bastante enfadado" y recriminó a los agentes por las multas que le habían puesto, pero no les gritó, ni insultó ni les agredió, según su versión. Cuando el teniente le llamó por su nombre, se enfadó, le pidió que no lo hiciera y empezaron a discutir, ha continuado.

No participó en la agresión, pero sí vio al teniente tendido en el suelo y a una mujer protegiéndole el cuerpo. Al otro agente y a su pareja, no les vio, ha matizado.

No ha podido precisar el tiempo que pasó y sí ha recordado que cuando llegó la ambulancia y la Policía Foral él estaba en un otro bar enfrente y luego volvió al Koxka, donde fue identificado y detenido sin oponer resistencia.

Cuando estaba en el coche policial, alguien le abrió la puerta y salió del vehículo, pero volvió a ser arrestado.

Unamuno ha insistido en que nunca tuvo intención de pegar a los guardias, ni de insultarles ni de provocar un altercado, ni tampoco acordarlo con alguien.

"Fue algo que hice inconsciente, estaba muy borracho", ha manifestado el acusado, que ha lamentado lo que ocurrió en un "contexto de fiesta, a las cinco de la mañana" y cuando "todo el mundo estaba bastante bebido".

También ha asegurado que no tenía relación con los otros acusados, salvo con la única mujer de este grupo, con la que le une una amistad, mientras que a los otros seis les conoce solo de vista.