Existe en el Congreso de los Diputados una comisión de estudio para una evaluación y modernización del Estado autonómico. Comisión en la que algunas organizaciones políticas están ausentes (lo que es mal presagio), pero si se cuenta con la representación de CC-PNC por parte de Ana Oramas y de NC por Pedro Quevedo.

A estas alturas poco se oye o nada sobre las reuniones que hayan mantenido, si son o no fructíferas a pesar de las ausencias, qué cuestiones se están debatiendo y si en realidad esta comisión tiene cuerpo y estructura para un debate en profundidad como es el que se debe tratar y resolver.

De llegar a un consenso, que intuyo va para largo, tendría especial relieve la "cuestión canaria" dentro del espectro de las competencias de cada cual. De momento el Estatuto, que está a la espera de su aprobación, contempla nuevas competencias, pero lo realmente necesario y positivamente político es que estas lleguen a consolidarse y no se queden como un brindis al sol.

Sin embargo, hay una cuestión que puede ser conflictiva y complicada de resolver, que es la situación de territorios que pregonan desde hace tiempo una "asimétrica política", que de aceptarse, llevaría un tratamiento especifico para ellos con la consiguiente desaprobación y rechazo del resto, que serian los "simétricos" y que se verían como territorios de segunda o de tercera en el escenario del poder autonómico.

Y la pregunta que habría que hacer desde Canarias es: ¿el Estatuto, de aprobarse, nos incluiría en este apartado de territorios asimétricos diferenciados o seguiremos en un "si pero no"? O sea, que continuaremos poco más o menos con lo mismo, a excepción del REF, sin enmarcarnos en una singularidad territorial diferente al resto, incluidas por supuesto Cataluña y Euskadi que son los más reivindicativos.

Los nacionalistas catalanes pregonan la independencia, y se les buscará tarde o temprano un acomodo político que les beneficie, y los vascos, que van por el camino de una consulta que refrende un "trato" confederal Euskadi-Estado, para introducirlo en el próximo Estatuto, que aprobarán en breve y que irá hacia una futura reforma constitucional.

¿Y Canarias, qué? No olvidemos que nuestra historia no va por la senda que han transitado catalanes y vascos. Nuestra historia exigente de nuestra reivindicación debe ir en los primeros momentos por un reconocimiento confederal Canarias-Estado, que el Estatuto que se pretende aprobar no recoge, y menos como inicio de una soberanía compartida.

A muchos nacionalistas canarios se nos hace cuesta arriba pensar que seguiremos, aunque con una ligera mejoría, en el pelotón de los territorios simétricos, por lo que si esto no se tiene en cuenta, así a bote pronto, si que debe ser en esa comisión del Congreso, a instancias y con contundencia de los nacionalistas canarios, donde se podrían modificar planteamientos políticos mas allá del Estatuto.

Si esto no fuera posible, continuaremos en la sala de espera de una reivindicación territorial fallida, apoyada por una historia plena de vasallajes y de una desmemoria consentida que contraviene la construcción nacional canaria. Sin embargo, los representantes del nacionalismo canario si que tienen la oportunidad, al menos, de tener la talla política necesaria que se debe esperar de un nacionalismo consecuente.