Si algo demuestra esta epidemia de títulos falsos y currículos vitaminados que comienzan a aparecer por todos lados, es que algunos son especialistas en meterse en líos por gusto. ¿Qué necesidad hay de adornarse con falsos atributos y joyas impropias, cuando nadie las exige? Uno entendería esta proliferación de titulitis que contagia a nuestros próceres si -como ocurre con todo hijo de vecino que aspira a un puesto público- se les exigieran. Pero no es el caso. Para hacerse con un cargo político -de partido, por designación o electivo- no hace falta preparación, ni condiciones, ni experiencia demostrada, lo único que resulta imprescindible es que el que manda en partido te seleccione y te coloque en un buen puesto o en el lugar adecuado de una lista para que los ciudadanos te voten. Nadie te pide otra cosa para ser candidato a algo que el carné de identidad. Se puede perfectamente ser ministro sin tener carrera, presidente del Congreso sin haber estudiado nada, o vicepresidenta del Gobierno de Canarias sin saberse el PIB. Y por supuesto, se puede ser presidente del Partido Popular (en Canarias) sin haber completado los cursos de doctorado?

El PP nacional mantenía todavía ayer en su web el inexistente título de Asier Antona, una diplomatura de Estudios Avanzados sobre historia del pensamiento político que nunca llegó a terminar. El mismo título que pidió eliminar de su perfil, colgado en el portal de transparencia del Parlamento, la pasada semana, cuando las informaciones sobre el master de Cifuentes ya habían colocado contra las cuerdas a la "mirlo blanco" del PP de Madrid, que ha resultado ser -más que un mirlo- una "gazza ladra", una urraca.

Tras el escandalazo montado por la "reconstrucción" del master de la señora Cifuentes, y los escandaletes de menor cuantía de todos estos políticos tan presumidos que han engordado sus currículos como si fueran patos candidatos a perder el hígado, los partidos se las apañan para silbar y mirar a otro lado. Génova no dice ésta boca es mía, a la espera de que Ciudadanos decida cargarse (o no) a Cifuentes y ahorrarle a Rajoy el mal trago, y en Canarias, el PP de Antona se mantiene en un silencio abisal, sólo penetrado por las llamadas telefónicas en voz baja, los twits y los guasap de los miembros del sindicato de perjudicados, que no es que sea precisamente pequeño. Y es que no es bueno ganarse enemigos, que luego te pasan factura en comandita en cuanto tienen la menor oportunidad.

La pregunta que hay que hacerse ahora es si estos sustos consecuencia de los perfiles vistosamente enriquecidos, llegarán o no a arruinar carreras. En el caso de la señora Cifuentes, hay sin duda un delito -falsificación de documento público- realizado por alguien con intención de favorecerla. Tengo la certeza de que Cifuentes es ya políticamente una zombi, una muerta en vida. Es imposible que logre escapar de esta. En cuanto a los Casado y los Asier (los del PP y los de los otros partidos), la pregunta es si haber publicado en una página oficial un currículo hinchado es un delito, o solo un ejercicio de narcisismo. Hay opiniones para todos los gustos.

Pero sea finalmente lo que sea (delito o síndrome del presumido impropio) no está el patio para contemplaciones. Las nuestra es hoy una sociedad enfadada y cainita que no le perdona una a los que mandan. Y por si eso fuera poco, luego están también los compañeros de partido.