En política se dice que hay halcones y palomas. Pero lo que no se dice es que hay pichones. A esta especie debe pertenecer el líder de los populares en Canarias, Asier Antona, que tuvo la infeliz idea de pedir a los servicios del Parlamento de Canarias una corrección de los méritos del currículum que figuraba en la página web de la institución. Le faltó pedir "y que no salga de Canarias" porque a los dos minutos la información estaba corriendo por todos lados. Y es que hay que ser de una pasta muy especial para estando en un partido pedirle a los de otro que te gestionen una cosa así.

Lo de Antona es un Diploma de Estudios Avanzados en Historia del Pensamiento Político cuyos estudios y trabajos al parecer realizó, pero dejando pendiente la presentación presencial del último trabajo en Madrid. Pero en todo caso cometió el error de decir que tenía lo que no tenía. No es el único caso, seguramente, de los políticos que hay en el Parlamento -y en Canarias- pero sí es el único que cometió el error de grueso calibre de intentar arreglarlo.

El caso no es comparable al de Cifuentes, donde hay firmas falsas en el expediente, escándalo en la universidad, dimisiones y toda la pesca judicializada. Pero Antona está aguantando que le caigan los chuzos de punta porque en medio de la vorágine de los currículos inflados, al suyo se le ha caído alguna pluma. Este es un país de modas y ahora la inquisición la ha tomado con los prestigios y es lo que toca.

El líder de los populares canarios no ostenta ningún cargo público, que no sea el de diputado. Y la cuestión es si el pecado de vanidad comporta que deba pagar alguna consecuencia, más allá de ir vestido de nazareno en la penitencia mediática que le ha tocado. Algunos grupos del Parlamento están preparando las escopetas para en noble deporte del tiro de pichón pero todo eso quedará en ruido si no existen consecuencias jurídicas. Y esa es la cuestión realmente importante que puede convertir un fallo -o una falsedad- en algo de consecuencias más graves.

O mucho me equivoco o los supuestos méritos de los políticos canarios no aguantarían una revisión a fondo. Antona, por ejemplo, afirmaba tener un DEA en Historia del Pensamiento Político que, en el caso de las Islas, es un oximorón. Porque, obviamente, se puede tener una diplomatura sobre lo que no existe. Pero hay más globos bajo el sol subtropical y alguno veremos, seguramente, si el largo brazo de los medios sigue rebuscando entre el plumaje de nuestra vida pública.

La gran cuestión es preguntarse por qué se persigue con tanto denuedo la acumulación de méritos en un país cuyos héroes son tipos en pantalones cortos que meten goles y ganan cientos de millones. Un misterio.