Pasa desapercibido para gran parte de la población, pero no para aquellos que de forma habitual transitan por el cauce del barranco de Jagua, como el guarda rural de Anaga, Pedro Pérez. Esta zona de la capital, cercana a los límites del Parque Rural, se ha convertido en un vertedero sin control de todo tipo de materiales, que se acumulan en varios puntos sin que nadie se haga responsable de su retirada.

La denuncia de Pérez, que secundan colectivos del Macizo, dio resultado hace algunas semanas con un vertedero similar que se localizaba al comienzo de la pista que da acceso al punto limpio de Jagua, que gestiona el Cabildo de Tenerife.

Tras hacerse pública la situación de esa parte de la vía, paralela a la autovía de San Andrés, el Ayuntamiento de Santa Cruz inició una limpieza de la zona y la Policía Local reforzó los controles. De hecho, en uno de ellos los agentes detectaron cómo un camión de una empresa con sede en La Laguna vaciaba restos de escombros, por lo que fue denunciado.

Sin embargo, la retirada de residuos solo se produjo en esa parte de la pista. Al final de ella, por el lado opuesto del barranco, la imagen es propia de un escenario de guerra, tanto por la cantidad como por la variedad de materiales que se amontonan.

La facilidad con la que puede llegar al lugar cualquier tipo de vehículo ha propiciado que haya gran cantidad de neumáticos, palés, paneles de falsos techos, tela asfáltica, tuberías, materiales de obra... La acumulación de distintos residuos es tal que hasta se puede encontrar un techo de coche, que cortaron a la altura de las ventanillas, y el de una guagua, que alguien ha utilizado para dar sombra.

Del mismo modo, en las diferentes alturas que hay en la zona es fácil hallar fardos llenos de botellas de cristal, filtros de aceite de vehículos de gran tonelaje, bidones de metal o piezas de baño.

"Nadie hace nada", se queja el guarda rural, quien recuerda que antiguamente había una barrera metálica que impedía que los coches pudieran acceder sin control a este lugar.