Tenía previsto hoy hablarles de las conclusiones a la visita a Tenerife de una delegación académica rusa, durante los días 12 y 13 de abril, pero no me han llegado unas informaciones que necesitaba y lo expondré en otra ocasión, tan pronto pueda.

Actualmente vivimos en España, también en otros países europeos y del mundo, una situación yo diría que complicada, en gran parte por los nacionalismos exacerbados: Cataluña, Navarra, País Vasco? Si en estas regiones tuvieran resultado positivo sus aspiraciones, especialmente su independencia gubernativa, habría otras regiones que aspirarían a lo mismo: Baleares, Galicia, Valencia? resultando que la primera nación que se constituyó en Europa podría verse reducida drásticamente. Aunque me considero apolítico, voy a dar mi opinión al respecto, basándome en la visita a España de una gran figura mundial, Juan Pablo II. Esta difícil y compleja situación actual, con unos presupuestos necesarios, sin votos suficientes para ser aprobados, con manifestaciones continuas, hostiles y numerosas, con ataques al Gobierno legalmente constituido, pienso que en gran parte es debido a que hay un partido socialdemócrata, como es el PSOE, que se niega a formar una gran coalición, como han hecho en Alemania anteriormente y ahora, siempre pensando en beneficiar al pueblo, socializaría la actuación del PP y pienso que seria beneficiosa para todos. Pero resulta que el secretario actual del PSOE solo piensa en gobernar él por encima de todo. Perjudicando a España y a los españoles.

Como dije al principio, en mayo del 83, nos visitó por quinta vez San Juan Pablo II, con casi 83 años y bajo el lema "Sois mis testigos". Vino para la canonización de cinco nuevos santos españoles, que destacaron por su humanidad. En los actos en que participó, se expresaron una serie de sentimientos y deseos que nos vendrían muy bien en estos momentos. Juan Pablo II visitó 127 naciones del mundo, recorriendo varias veces la tierra, celebró 5 jornadas mundiales de la juventud, reformó la Curia Romana y materializó el Catecismo Universal, actualizándolo. ¡Por algo lo llamaban el atleta de Dios! Se entendía y conectaba perfectamente con la juventud, porque les decía las verdades de forma clara, en un lenguaje llano, sincero, buscando siempre la dignidad del hombre. En Polonia, su tierra natal, los polacos afirmaban que el catolicismo era la levadura que había hecho posible la conciencia nacional, después de una dictadura nazi y otra comunista.

El suyo era un mensaje humanista que proclamaba la dignidad inviolable de la persona. No era pacifista, era pacífico. Cuando llego el Pontífice al aeropuerto de Barajas fue recibido por el rey Juan Carlos I, que entonces gobernaba el país, quien, después de saludarle, dijo: "Reconocemos en vuestra Santidad a un infatigable sembrador del mensaje universal de la concordia y de la paz, que habéis sabido predicar en todas las latitudes". Una paz que como señalara Juan XXIII, en su encíclica Pacen in Terris, se funda en cuatro pilares: la Verdad, la Justicia, el Amor y la Libertad. Juan Pablo II, después de agradecer el recibimiento, dijo: "El proceso de desarrollo de una nación debe fundamentarse en valores auténticos y permanentes, que busquen el bien de cada persona". Al finalizar, imploró, para España y el Mundo, una paz fecunda, estable y duradera, con una convivencia en la unidad dentro de la diversidad de los pueblos, ciudades y regiones.

Por la tarde, en el aeropuerto militar de Cuatro Vientos, en Madrid, fue recibido por más de un millón de jóvenes, no solo de todas las regiones españolas, sino de América y Europa. Les dijo que eran la esperanza de la Iglesia y de la sociedad, y que seguía creyendo y confiando en ellos. Se refirió al drama de la cultura actual, por la falta de interioridad y la ausencia de contemplación. Hay que contribuir al nacimiento de la nueva Europa del espíritu, fiel a sus raíces cristianas, no encerrada en sí misma, sino abierta al diálogo y a la colaboración con los demás pueblos, decididos a aunar esfuerzos al servicio de la paz y de la solidaridad. Pidiendo que se respondiese a la violencia y al odio con amor, manteniéndose pues lejos de nacionalismos exasperados, del racismo y de la intolerancia ¡Las ideas no deben imponerse, sino proponerlas! Se puede ser moderno y profundamente fiel a Cristo ¿Piensan ustedes que actualmente en España nos acercamos a esta forma de ser y actuar, o habría que cambiar muchas cosas?