Una revisión del mito de la mujer fatal es lo que plantea el montaje "Lulú", obra que se representará hoy y mañana, a partir de las 20:30 horas, en el teatro Guimerá de Santa Cruz, protagonizada por María Adánez junto a César Mateo, David Castillo, Armando del Río y Chema León.

Este espectáculo, basado en un texto original de Paco Bezerra, representa el mito de la maldad femenina que ha partido la historia desde el advenimiento de la sociedad patriarcal con personajes como Lilith, Eva, Pandora, Helena de Troya, Circe, Medusa, Salomé, Judit, Dalila, Jezabel o Nora".

En palabras de Paco Bezerra, "Lulú es esa mujer que encarna todos los miedos del hombre y también es la culpable de todos sus males. Esa mujer que, a través del sexo, lleva al hombre a la perdición".

La puesta en escena presenta este arquetipo de mujer dañina y seductora, más conocida como "femme fatale" y se pregunta si no ha sido creada por la necesidad y la mano del varón para cargar sobre ella la culpa y responsabilidad de todos los males que a estos les ocurren.

A través de este personaje universal se remonta a los orígenes más primigenios del mito y se recorre su trayectoria hasta la actualidad, intentando rendirle cuentas a la visión misógina y patriarcal con la que este fue creado y de la que la mujer nunca ha conseguido desprenderse.

Los varones, a lo largo de los siglos, han fantaseado sobre la condición de la mujer como entidad demoníaca. La figura de la fémina maligna se encuentra ya en las tradiciones más antiguas hasta la época contemporánea, siendo el siglo XIX clave en la propagación de este "icono letal".

La religión y el arte terminaron de contribuir a la creación de este mito y en el imaginario popular se encuentra instaurada la figura que encarna la perversión de la mujer, su rebeldía y maldad, por tratarse de la portadora de la primera mancha, por ser el primer ser humano pecador.

"Lulú" cuenta la historia de una solitaria mujer y la de un joven viudo, Amancio, que malvive obsesionado con la repentina y violenta desaparición de su esposa junto a sus dos hijos. Hacha en mano, lo único que lo ocupa es perseguir a la serpiente que acabó con la vida de su mujer. A eso se ha reducido su vida. Ni duerme, ni come, ni se ducha. Solo busca a esa culebra.

Un día, alarmados por la situación de su progenitor, los hijos le dan un ultimátum y Amancio coge el coche y desaparece. Pero al regresar no lo hará solo. Vendrá acompañado de una hermosa mujer, con una herida en la espalda, y de la que dice haberla encontrado llorando, medio desnuda en la mitad de la noche, por lo que la invita a refugiarse en su casa.

El misterioso personaje, sin apenas memoria, tan solo consigue recordar que se llama Lulú. Pasado el tiempo, y una vez que la mujer logra integrarse en el hogar, los tres hombres, condicionados por el enorme magnetismo que esta desprende, le proponen dar un paso más en la relación y ella declina la oferta. A partir de ese momento, el hombre y sus dos hijos comenzarán a experimentar una serie de insólitos y misteriosos sucesos contra los que tendrán que luchar.