Algunas personas repiten constantemente que una crisis es una oportunidad. La expresión procede del ideograma que los chinos usan para nombrar "crisis" y que se construye por yuxtaposición de los correspondientes a "peligro" y "oportunidad". Si algo de verdad hay, la crisis que se abre en el Tenerife con la ausencia de su hombre-gol Samuele Longo en la recta final de la temporada, debería ser una oportunidad para Filip Malbasic.

La inversión de 600.000 euros realizada por el club insular para traer al serbio desde la Vojvodina a principio de temporada no se ha visto enjugada hasta la fecha debido a la irregularidad del frío jugador de 26 años nacido en Belgrado. Después de un arranque fulgurante (cuatro goles en sus primeras cinco apariciones), el delantero ha alternado titularidad y suplencia.

Tanto a José Luis Martí como a Joseba Etxeberria les ha costado juntarle en el once con Samuele Longo, algo que incluso llevó al preparador balear a alinearle en varias ocasiones en banda. Aunque es una posición que no desconoce, allí su juego se hacía aún más insignificante. Con la llegada del nuevo técnico, el asunto quedó zanjado: uno u otro. A los dos los ve como nueves y, aunque empezó con el serbio por la baja del italiano, se decantó por este último desde que obtuvo el alta.

Malbasic, que marcó en el estreno de Etxeberria contra el Córdoba, llegó a quedarse sin minutos contra el Lugo, el Oviedo y el Osasuna. Ya contra el Sevilla Atlético, sustituyó a Longo y anotó el definitivo 2-0. Contra la Cultural ejerció como nueve titular, aunque su protagonismo fue más bien reducido.

Ahora tiene ante sí la oportunidad de justificar el esfuerzo que realizó el Tenerife para hacerse con sus servicios. En el tramo decisivo de la temporada, con siete jornadas por delante para remontar cuatro puntos y colarse en el "playoff" de ascenso, recae sobre él la responsabilidad de encabezar el ataque blanquiazul. Empezará esta etapa en casa, donde ha marcado sus siete goles. Bien es verdad que Víctor Casadesús o Juan Villar también podrían ocupar esa demarcación. Pero pocos dudan de que ha llegado la hora de Filip.