La periodista santacrucera María Rozman, quien ha desarrollado gran parte de su trayectoria profesional en Estados Unidos, abrió ayer el programa de las Fiestas de Mayo con la lectura de un pregón en el que realizó una sentida defensa de las mujeres chicharreras y evocó la dureza de la emigración.

En un acto celebrado, por primera vez, en la Alameda del Duque de Santa Elena, Rozman llamó la atención sobre que históricamente no ha habido muchas pregoneras y dijo haber aceptado el encargo "humildemente, en nombre de todas las mujeres chicharreras que, antes de yo nacer, ya habían hecho mucho más por esta tierra".

"Mujeres -continuó- que lucharon codo a codo con nuestros valientes en las batallas que hoy nos definen; mujeres de antes y de ahora: escritoras, artistas, genios de la música, mujeres que han luchado por los derechos de otras mujeres, de sus familias, que fueron injustamente castigadas durante nuestros años más oscuros, mujeres víctimas de la violencia de género, mujeres en la política, las ciencias, periodistas, empresarias, madres, compañeras, amigas y mujeres de su casa".

La periodista, que tituló su pregón "Santa Cruz, la ciudad de los brazos abiertos", aseguró que la capital tinerfeña se afianza cada vez más en la meta de convertirse en una ciudad en la que la mujer ocupe el lugar que le corresponde en la sociedad. "Es un camino que todavía tenemos que recorrer juntos" y aunque "aún falta ver más nombres de calles en honor de sus mujeres, en los libros de texto y gerentes de empresas, vamos en la dirección correcta".

Rozman se refirió a la dureza que entraña la emigración, pero dijo que Santa Cruz es igualmente una ciudad que "recibe con los brazos abiertos a sus hijos que se fueron y ahora regresan".

"No podemos olvidar -añadió- cuántos canarios tuvieron que emigrar para poder proveer pan a sus familias, cuántos descendientes retornan hoy a la tierra de sus padres y abuelos, víctimas del hambre o el exilio político".

En esta línea, Rozman recordó: "Yo me fui hace veinte años, cruzando el Atlántico, dejando atrás la cordillera de Anaga, las puestas de sol sobre las costas de Añaza, nuestro cielo tan plagado de estrellas que la noche brilla en su limpieza infinita". "Vivir en el extranjero no es fácil, les decía, porque cuando dejamos las islas, cuando dejamos Santa Cruz, nos dejamos el alma. Somos afortunados, gozamos de un clima privilegiado, de ventajas que ni siquiera existen en la mayor parte del mundo", sostuvo.

En el acto, el timplista Benito Cabrera y la voz del tenor Besay Pérez pusieron la nota musical.