De la existencia de testamentos otorgados por aborígenes de la isla de Tenerife; es decir, por guanches que nacieron antes de la conquista o por descendientes inmediatos, se tiene conocimiento desde hace bastantes años; incluso se han publicado resúmenes o extractos de más de uno, en obras de diferente empeño y por distintos investigadores del pasado insular, entre ellos mi ilustre antecesora en el cargo de cronista de la ciudad patrimonio de la humanidad, la siempre recordada profesora y amiga Manuela Marrero Rodríguez.

En parte por el carácter fragmentario o compendiado de los documentos transcritos y, tanto o más, por su dispersión en trabajos no directamente concatenados, no existía una percepción clara de la magnitud e importancia de una base documental que estaba ahí y sin embargo no era fácil ni sencillo acceder a ella. No se contaba con un corpus que permitiera comprender bien y valorar sin distorsiones de cualquier signo el grado de integración de la población indígena tinerfeña en la sociedad que surgió en la Isla después de su conquista por los castellanos.

La publicación por el Instituto de Estudios Canarios de Testamentos de guanches (1505-1550) de Leopoldo Tabares de Nava y Marín y Lorenzo Santana Rodríguez, dentro de la colección "Fontes rerum canariarum" -buque insignia del valiosísimo fondo editorial, científico y literario de dicha institución, de la que hace el número LI-, constituye a nuestro entender una aportación muy valiosa y significativa para ahondar en el conocimiento -que ya lo había- de las relaciones de los pueblos invasor y aborigen, de la convivencia de unos y otros y de unos con otros, de la asunción de usos sociales, asimilación de la lengua de los vencedores por los vencidos, supervivencia de rasgos culturales indígenas, estructura familiar, mezcla interracial, etc, etc. Se pone al alcance de investigadores, y también de aficionados, un caudal de datos para proseguir o para abrir nuevas líneas de investigación en un ámbito apasionante como es el del encuentro de dos culturas de muy diferente signo y calado, campo en el que da la impresión que queda aún bastante más por saber que lo que hasta ahora se sabe.

El núcleo básico del volumen lo conforman ciento cincuenta y ocho testamentos, dos poderes por enfermedad, diez codicilos, un documento de renuncia a herencia, uno de partición de bienes y una cláusula testamentaria a petición de parte, otorgados entre los años 1500 y 1550, horquilla que pone límites al trabajo, por los motivos que los autores justifican. De todos los documentos se ofrece la transcripción paleográfica completa; dato éste muy relevante, pues en el trasfondo de cualquier palabra o de cualquier frase, por insignificantes que puedan parecer, o en lo hondo de cualquier inciso, no es raro que se escondan, agazapados, matices a veces indispensables para la correcta comprensión de la voluntad, los intereses, hábitos y querencias de los testadores, solapados por lo común tras los cansinos esquemas formales de la árida prosa de los escribanos de la época.

Las cuatrocientas páginas del libro, bien diseñado y maquetado por Claudia Gaviño Mariz e impreso por Litografía Drago, contienen información de muy variado signo, empezando por la fundamental: el elevado número de aborígenes que se mencionan directa o indirectamente, la gran mayoría testadores o con alguna relación de parentesco, en una escala que se extiende hasta el tercer o cuarto grado de consanguinidad o de afinidad, sin que falten los no unidos por vínculos de sangre, como ahijados o esclavos de la misma etnia. Componen un friso humano de innegable significación, abundante en testimonios personales de la voluntad o el talante de tres generaciones del pueblo guanche de la primera mitad del siglo XVI, marco que delimita, como ya hemos indicado, el estudio del que damos noticia. Los autores lo complementan con medio centenar de árboles genealógicos con sus correspondientes fichas personales identificativas, recopilación de marcas y señales testificales de guanchas y guanches en los registros notariales, bibliografía y extenso índice analítico de la base documental.

Es, en síntesis, un arsenal de materiales de primera mano que, sin duda, dará pie a nuevos planteamientos o precisiones en torno a la supervivencia del pueblo indígena de la isla de Tenerife y a sus relaciones con el pueblo invasor, cuestiones sobre las que con frecuencia ha prevalecido en el imaginario popular la visión literaria de los poetas y escritores insulares tardorrománticos sobre el rigor histórico. Como dicen los autores, "las posibilidades abiertas son muchas, y aunque ninguna es nueva porque ya existen en la bibliografía de ámbito canario, el hecho de disponer de esta herramienta creemos que podrá ser de gran utilidad para futuras investigaciones". Su edición ha contado con el patrocinio del Gobierno de Canarias, la Fundación DISA y Mutua Tinerfeña.

Esta es la primera entrega de "un proyecto ambicioso", complejo y lento en su articulación, una "aventura paleográfica" que, según adelantan Tabares de Nava y Santana Rodríguez, tendrá continuación, esperemos que más pronto que tarde, en otro tomo con testamentos de aborígenes de las islas de Canaria, Gomera y Hierro.

*Cronista oficial de San Cristóbal de La Laguna