No es de esos catedráticos de birrete, dado a los argumentos categóricos ni inclinado a las poses de gabinete. Bien al contrario, Maximiano Trapero personifica al estudioso de campo, laborioso y contumaz, que trasponiendo de isla en isla, y alongado a las voces de las gentes, va rescatando ese valioso tesoro, tantas veces olvidado, que representan las palabras.

El salón de actos del Instituto de Estudios Canarios, en la calle Juan de Vera de La Laguna, fue el escenario elegido para presentar anoche la obra "Diccionario de toponimia de Canarias: los guanchismos", editada en tres volúmenes, un corpus que en sus 2.500 páginas, "y además de letra apretada", precisa el autor, recoge un conjunto de nombres que se mantienen vivos en el habla.

Parafraseando a Alexander von Humboldt, el estudioso recitaba la siguiente frase: "El único monumento vivo para esparcir un poco de luz sobre el origen de los guanches es su lengua".

Lo cierto es que todo proceso investigador precisa, además de buenas intenciones, una metodología. A propósito, Trapero establece tres fases. La primera, el trabajo de campo propiamente dicho, que supone "recuperar la toponimia viva, pero no solo aquellas voces de origen guanche".

Esto representa recorrer la geografía insular y establecer contacto humano con las personas y sus conocimientos. Al respecto, el catedrático de Filología Española y profesor emérito de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria sostiene que "los pastores son los verdaderos comocedores y también los detentadores de este rico legado inmaterial".

Una vez cumplido el trabajo de campo, la segunda fase se orienta a establecer "el origen de las palabras", su etimología, toda vez que el español hablado en Canarias representa un crisol, "un conglomerado de diferentes lenguas", explica este estudioso, como es el caso de la aborigen, portuguesa, francesa, italiana o castellana.

Por útimo, y una vez establecido el corpus, la tercera fase se dirige a desarrollar el análisis intelectual y alumbrar los resultados del estudio.

Durante el proceso de investigación que ha concluido en este monumental trabajo, Maximiano Trapero confiesa que, pese a su bagaje, lo asaltaron múltiples sorpresas, desde "el volumen tan enorme de nombres que aún perviven y perduran en el tiempo", pasando por "la fonética tan característica de voces, como Benhijigua o Tenteniguada" y, también, la cantidad de mitos que circulan en el imaginario popular, caso del nombre de Tamarán. "Nunca existió, ni en la oralidad ni tampoco en la crónicas, sino que es producto de la invención de Manuel de Ossuna y Saviñón", a quien el brillante catedrático Elías Serra Rafols señalaba como "un falsificador profesional".

La obra contiene información geográfica, a partir de las descripción del tipo de accidente natural al que se refiere cada topónimo; histórica, en el caso de un hecho vivido durante la conquista o bien un acontecimiento relevante posterior, y la lingüística, a partir de la interpretación filológica.

Y "ese pasado que no ha dejado de vivir nunca", subraya Trapero, aunque no se catalogue como patrimonial, representa "la verdadera identidad cultural de un pueblo".

Maximiano Trapero

catedrático de filología española

Autores:

Maximiano Trapero y Eladio Santana Martel.

Título:

"Diccionario de toponimia de Canarias: los guanchismos" (tres volúmenes).

Editorial:

Idea.

Páginas:

2.500