Valentín Pich Rosell enfila su décimo año como presidente del Consejo General de Economistas de España. Hace unos días viajó a Tenerife para acompañar al Colegio de Titulados Mercantiles de la provincia en el Día del Titulado y atendió a EL DÍA para repasar la actualidad económica.

¿Cómo de sólida es la recuperación económica?

Crecemos a ritmos del 3%. Estos datos macroeconómicos son necesarios, pero no suficientes, para pasar página. Se ha creado medio millón de nuevos empleos. En casi todos los impuestos hemos recuperado, cuando no superado, el nivel de ingresos de 2007. A pesar de esto, tenemos una serie de lacras, fundamentalmente el paro, que es el doble de la media comunitaria. Fruto de la crisis, y para mantener el estado del bienestar, hemos multiplicado la deuda pública. En Canarias seguimos arrastrando, aunque hemos mejorado mucho, una cifra terrible de desempleo que debería suponer una vergüenza colectiva.

Canarias casi no bajó del 10% de paro en los mejores momentos antes de la crisis. ¿Está condenado el Archipiélago a unos elevados índices de desempleo?

El desempleo es terrible, primero por el efecto personal, la pérdida del sentido de utilidad, el impacto en las familias... Tiene consecuencias sobre las cuentas públicas. En 2007, el año de las maravillas, nuestra tasa de paro superaba el doble de la UE. Seguimos arrastrando esto, al igual que una tasa de actividad muy baja. Habría que dar una vuelta a la normativa laboral, aunque es complejo. Me sorprende la incapacidad colectiva para solucionar esto. Pero somos un país con gran capacidad de recuperación.

¿Es el empleo más precario después de la crisis?

No es un fenómeno solo español, sino occidental. Cada vez más la creación de empleo no se produce ni en los sectores ni con la calidad que desearíamos. El modelo de desarrollo actual no está creando las mejoras constantes que teníamos el conjunto de los países occidentales desde finales de la Segunda Guerra Mundial hasta comienzos de los años 80. Hay realidades para las que no tenemos soluciones lineales.

En Canarias se repite el mensaje de que es necesario diversificar la economía, pero el peso del turismo sobre el PIB y el empleo no ha parado de crecer.

Esas frases son un poco grandilocuentes... No sé si la economía española ha cambiado el modelo productivo, pero hay un fenómeno, la cantidad de pequeñas y medianas empresas que exportan o tienen acceso al exterior, que hace veinte años no se daba. Nos hace falta construcción de calidad y turismo de calidad. Bienvenido el turismo, porque genera muchos puestos de trabajo. Pero la economía, cuanto más diversificada y equilibrada, mejor. Si comparamos el turismo de Canarias de hace veinte años con el actual hemos ganado en cantidad y en calidad. Ya no vamos en busca de mercados de precios bajísimos, sino de un turismo con respeto al medio ambiente -que es la gran reserva económica del turismo-, ofrecemos actividades culturales, gastronomía... Hay mucho que recorrer aún: la profesionalización, los idiomas, la rehabilitación, las nuevas tecnologías, convertir el turismo en un valor añadido y que sea una plataforma para otras actividades.

¿Puede estar inflándose una nueva burbuja inmobiliaria, en este caso asociada al alquiler?

Es uno de nuestros grandes retos. Fruto de la crisis, hemos dejado de hacer política de vivienda, de construir, de rehabilitar. Hay que ir con cuidado con el tema del turismo, apartamentos en determinadas zonas, que ha creado una demanda insatisfecha que ha impulsado los precios. ¿Cómo podemos hacer que el sector privado, con ayudas, entre en el negocio del alquiler? Ese es uno de los grandes retos, pero no se podrá hacer en un año o dos, sino que harán falta diez o veinte.

¿Puede haber problemas sociales si sigue subiendo el precio de los alquileres?

Pasa en todas las ciudades. El centro se está convirtiendo en un lugar para gente con capacidad. Podemos paliarlo, pero solucionarlo va a ser más bien imposible.

Cada vez más voces reclaman una subida de los sueldos.

Las negociaciones salariales van cada vez más sector por sector. El sector público puede crear condiciones, pero los salarios los pagan las empresas. Si el sector público incrementa los sueldos, lo pagamos con impuestos y deuda. Es un debate, con todo el respeto, un poco estéril. Si jugamos a precios muy bajos, con muy poco valor añadido, no podremos esperar sueldos muy elevados. Si alguien cree que hay que subir los sueldos, que monte una empresa y pague sueldos altos. Es un problema grave, porque hemos creado medio millón de empleos pero con unos salarios que no son a los que estábamos acostumbrados. Puede haber regulaciones injustas en algún sector, pero por leyes no conseguiremos que los sueldos suban. Hace falta un debate serio, sin demagogias.

¿Cree justificado el temor por la sostenibilidad del sistema público de pensiones?

No debemos romper el contrato entre ciudadanía y gobernantes y poner en peligro las pensiones, que son el cuerpo básico del Estado del Bienestar. Dicho esto, tenemos menos de dos trabajadores por cada pensionista y una Seguridad Social con una demanda creciente de ayuda del Estado. Tarde o temprano habrá que hacer algo. Cada vez habrá que relacionar más lo que se cotiza y lo que se gana, separar nítidamente pensiones asistenciales y contributivas. Deben financiarse a través de dos vías diferentes. Esto también tiene un peligro, porque habrá que financiar esas pensiones asistenciales a través de impuestos, y necesitamos una presión fiscal un poco más baja que la media comunitaria para ganar competitividad. Pero el camino va por aquí. No hay ningún argumento que pueda hacer pensar que quiebre nuestro sistema de pensiones, pero si no ponemos más gente a trabajar con salarios elevados, incrementando la productividad, las pensiones no podrán crecer al ritmo del IPC. Sería hacernos trampas a nosotros mismos, pero ya vamos en el camino, porque la última reforma va por aquí.

En Canarias se ha reavivado el debate sobre la tasa turística.

Siempre con respeto y hablando desde fuera, la mayoría de grandes ciudades europeas tienen tasas ligadas a crear un fondo para mejorar la calidad de los servicios turísticos. El gran valor va a ser la calidad del agua, del aire, del medio ambiente... Es comprensible que el sector empresarial muestre cierta reticencia, pero el debate está aquí. Habría que estudiar los costes y procurar que no se pierda en la administración la mitad de lo recaudado. Aunque técnicamente no es bueno poner impuestos asociados a objetivos finalistas, cuando hay una gran demanda la tasa turística puede ser una manera de generar un círculo virtuoso y de obtener recursos extras que deben ser bien empleados.

¿El proyecto de presupuestos generales del Estado es el adecuado para el momento económico?

Los presupuestos no se hacen en frío, están condicionados por el momento. Tenemos elecciones municipales y autonómicas el año que viene y el Gobierno central tiene dificultades. Las voces más autorizadas ven factible que las tasas de crecimiento sean incluso superiores. Hay una cierta duda sobre los ingresos tributarios, porque puede que no sean del importe del que se habla, lo que significa que no estamos aprovechando del todo esta bonanza para reducir el déficit público suficientemente. Pero sería bueno que tuviéramos presupuesto para toda la economía, y ya vamos muy retrasados.