Nada nuevo bajo el sol. Pero hoy, quizás, habría que barnizar la situación con mecanismos que distraen al atónito ciudadano que entiende, cada día menos, ese extraño mundo de desigualdades donde el abismo entre los que más tienen y los desahuciados de viviendas, incluso sociales (les es imposible cumplir con la hipoteca o el alquiler), se hace cada vez más profundo y oscuro. Otra cuestión radicalmente contraria se aclaró la pasada semana por la Comisión de Justicia del Congreso que, por fin, aprobó la protección de la propiedad privada frente a la "okupación" ilegal. Pero es conveniente señalar que el silencio de las administraciones públicas ante estos actos tapaba las deficiencias de las políticas sociales como escape al problema de falta de viviendas. Otro perfil de la corrupción. Es decir, ¡chitón! en las distintas instituciones implicadas. Ambiciones, luchas por el poder, refugio de la mediocridad absoluta hasta el punto de recurrir, con total impunidad, a falsear currículos (que nos retrotraen al feliz mundo de Luis Roldán), para auparse en la mula de la corrupción generalizada amparada por la democracia. Existen en el subsuelo político maloliente maniobras dirigidas a grabar en vídeo comportamientos de personas, grabaciones que se guardan celosamente para ser utilizadas cuando estos políticos se encuentren totalmente acorralados. Pura corrupción que da náuseas. No escribimos sobre un borrón achacable a nuestra sociedad, sino de miserias que están ahí desde el principio de los tiempos. Violencia, codicia, envidia, odio, son atributos actuales de los que muy pocos pueden desprenderse. A nuestro alrededor pasean tranquilamente auténticos falangistas que asisten a una misa de duelo y? comulgan. La Iglesia Católica, de la mano del Opus, también se ha visto envuelta por corrupciones que abarcan desde lo crematístico a la pederastia. No se salva nadie. El papa Francisco ha pedido perdón, lo que significa que conoce la realidad vaticana.

En cualquier país considerado democrático porque está sujeto a la celebración de elecciones cada cierto tiempo (algunos solo necesitan un par de años para abrazarse fuertemente a la corrupción), pululan una serie de necios que, por el hecho de ser nombrados ministros, presidentes, consejeros, alcaldes o ilustres arribistas, pretenden que se les otorgue tratamiento de respeto y cortesía por parte del ciudadano de a pie. Tratamiento que viene aderezado con una serie de prebendas que abarcan desde un coche oficial con escolta (Soria sigue utilizando el erario), pasando por billetes de avión business y terminando con una tarjeta de crédito que abre las puertas de restaurantes de lujo y hoteles donde poder descansar gozoso del trajín diario. Estos señores viven confundidos, pero llegan al convencimiento de que son unos excelentísimos, ilustrísimos y unos magníficos seres que están por encima de los demás. Y así, de esta manera tan simplona, se ha conseguido ensombrecer todo un panorama político en el que nadie cree ni confía, exceptuando, claro está, a ellos mismos y cohorte de aduladores. Estas maneras de ejercer cargos les invitan a navegar por los caminos de la impunidad acompañada de detritus. Pero, por suerte, ahí están los jueces y fiscales, también manifestándose ahora por una mayor independencia y mejoras laborales, para recordarles que todos estamos bajo los dictados de la Ley. Muchas alegrías (algunas peligrosísimas) han terminado en los juzgados. Otras están a las puertas. Por cierto, también existen sentencias para enmarcar? en negro.

Todo es conocido en la calle a través de una serie de vendettas que se maquinan en el seno de las propias organizaciones políticas y que conducen a harturas y revolturas del común. Últimamente se han producido una serie de catarsis con vistas a las elecciones del próximo año, limpiezas que son difíciles de admitir a pesar de esas buenas intenciones que se propalan desde los partidos políticos y que, transcurridos unos días, pasarán a la gaveta de los olvidos. Los socialistas-obreros necesitaron catorce años para crear un mundo corrupto que anegó España. Aún hoy estamos escuchando la canción de los "eres" andaluces en las voces bien afinadas de Griñán y Chaves, que interpretaron, a dueto, "nunca jamás, ni se ha conocido ni se ha mantenido ni se ha impulsado ninguna ilegalidad". Inmediatamente, los oyentes sufrieron un peligroso ataque de risa. A los "populares" apenas les bastaron dos años para calentar el ambiente: Gürtel, Púnica, Lezo, Acuamed, Nóos, Andratx, Bárcenas? hasta llegar hoy a la Comunidad de Madrid, donde se han producido hechos execrables que permanecían ahí bien abrigados por sus protagonistas.

¿Qué demonios tiene el poder que aquellos que lo besan se niegan a abandonarlo? Con un somero análisis se puede finiquitar que estamos en manos de gente que debería visitar si no al psiquiatra, al menos a un psicólogo. Hay que recurrir a La Biblia para entender algo de lo que sucede. Allí nos encontramos con el Becerro de Oro. Todos se dejaron corromper bajo el sol.