Agustín pedalea con esfuerzo remontado la pendiente por la carretera que desde el puerto de Garachico asciende serpenteando hasta Genovés; su hermano Carmelo carga una carretilla con enormes piedras, concentrado en la pesada tarea y ausente a unos ladridos que se perciben de fondo; Vicente, más apegado al perímetro de la vivienda, barre de forma rítmica la entrada principal de la casa; Mary, todo alegría, se dedica al cuidado de las plantas. De fondo, la madre, Milagros, lo observa todo desde la melancolía de sus ojos añosos, midiendo en su mirada toda la hondura de la pena y el dolor... Y todos unidos suben por una escalera de infinidad de peldaños para coronar ese cielo que representa un pequeño cementerio.

Así narra el artesano audiovisual David Baute el día a día de una familia del núcleo de Genovés, en Garachico, integrada por la matriarca y cuatro hijos con otras capacidades, que es como le gusta definirlas, quienes desde muy pequeños se quedaron sin la figura paterna y han tenido que afrontar múltiples dificultades en coyunturas complejas.

"Milagros", que así se llama este trabajo, participó hace una semana en la sección oficial del Festival Internacional de Cine de Málaga, seleccionado entre más de 2.000 producciones, y en la tarde de ayer se exhibió en TEA.

Antes, por la mañana, el cineasta, en compañía del director insular de Cultura, José Luis Rivero, y de Coromoto Yanes, consejera de Asuntos Sociales del Cabildo de Tenerife, presentaba este trabajo, al que calificó como "un documental de observación".

David Baute no esconde que se trata de un retrato nacido "desde el cariño" y tampoco el hecho de que los cuatro años de rodaje -tiempo que permaneció en Garachico sin lanzarse a recorrer escenarios del mundo, debido al nacimiento de su hijo- se convirtieron para él y su equipo en "toda una aventura, una experiencia maravillosa", a pesar de que rodar en una casa pequeña y con tanta gente resultara "complicado".

Lo cierto es que "la familia se abrió mucho, nos dejaron entrar en su casa y en sus vidas para grabar su día a día", que es lo que cuenta un documental que terminó por convertirlos en miembros de la familia, la clave para conseguir "una cierta verdad", según precisa el cineasta.

"Algunas personas, al verlo en Málaga, me dijeron que no sucede nada, pero en 80 minutos pasa algo tan grande como la vida misma y el día a día de esta familia, que también es muy grande".

Baute reconoció que resulta difícil que una historia así no tenga la tentación de caer en la "sensiblería", de ahí que tomaran "algo de distancia". Y a propósito señala que "las personas que elegimos son, sin duda, los mejores actores con los que he trabajado, nos dieron el oxígeno preciso de la separación".

Cree que mucha gente se sentirá "orgullosa" de la historia de Milagros y sus hijos e insistió en la dificultad para financiar estos proyectos, que no suelen tener vida comercial, por lo que es "importante" el apoyo económico de las administraciones públicas.

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