Diego Ignacio Meli comenzó con 18 años en el mundo de la joyería de autor, como él la define. A sus 42 años, este argentino-italiano regresa a Tenerife, tierra que donde residió entre 2001 y 2003 hasta que se marchó a la Península. "La vida me enseñó la vida", cuenta, para referirse a cómo aprendió el manejo de la técnica con la plata, la madera, los minerales o los fósiles, algunos de los materiales a los que da forma y los convierte en joyas con su ingenio.

"Son invenciones propias; soy autodidacta y todo es resultado de investigar y haber realizado también cursos". Al final, concluyo, "la insistencia te lleva a aprender". Este su primer año en la feria, y no solo no le ha ido nada mal en las ventas, según asegura, sino que el jurado lo ha distinguido con el segundo premio a la Mejor Obra Contemporánea, en el marco de la Feria de Artesanía del parque García Sanabria, en la capital tinerfeña.

"Ya no me echa nadie de aquí; máxime después de que conocí lo bueno", añade, porque dice que Tenerife "es una tierra generosa, donde más cálidas son sus gentes, que enamoran".

Este artista que se define como "ecléctico", reconoce que la mayoría de las personas que se acercan a su puesto quedan prendados con sus colgantes, "porque es lo más fácil de llevar". Tanto en comodidad como también en precio. Pero la demanda del público es variada, desde los propios colgantes a anillos broches. Aunque es su estreno en esta feria, respecto a otras experiencias en otros rincones asegura que ha sido una buena feria. "Me funciona bien". Entre los días de mayor presencia de público, y también de ventas, destaca el 1 de mayo, donde el parque García Sanabria "era un reguero de personas que lo desbordaron". Tiene puesta su confianza en cerrar hoy, Día de la Madre, por todo lo alto.