El comportamiento de Brígida en los últimos días puso en alerta a Úrsula que achacó la extraña actitud de su hermana al efecto que le causaba no poder ver los programas del corazón, después de que un terrible enfrentamiento entre contertulios desembocara en la explosión del aparato de televisión. Para que pudiera superar la tremenda pérdida material, Úrsula le descargó una aplicación del móvil donde consultar cada día el horóscopo. Pero ha sido peor el remedio. Brígida se ha enganchado de tal forma a su nuevo entretenimiento que, aunque el técnico le ha devuelto la tele ya arreglada, no quiere saber nada de ella y se pasa el día consultando lo que le dice la voz del caballero del zodiaco.

"Hoy disfrutarás de una velada íntima con alguien muy especial", escuchó sentada en el váter mientras de reojo, a través del espejo empañado del baño, vislumbró un cuerpo desnudo que salía de la ducha.

Por fin, el señor del horóscopo le había puesto allí a su "alguien muy especial". Sin pensárselo dos veces, se lanzó contra aquel torso húmedo.

-Te voy a preparar unos espagueti carbonara que te vas a chupar los dedos. ¡Tigre, mío! -gritó ella.

-Pero, ¿qué haces? -se quejó Úrsula tratando de mantener el equilibrio para no caer enredada en la cortina del baño-. Estás obsesionada.

Cuando Brígida se dio cuenta de que aquella cosa empapada en agua no era su cita sino su hermana, huyó decepcionada a la habitación.

A la mañana siguiente, la voz de Carmela, avisando puerta por puerta de que Yeison y Brígida se estaban peleando en medio del portal, nos sobresaltó. Eisi bajó de tres en tres los escalones para coger sitio y la presidenta, doña Monsi, amenazó con empezar a poner multas para reducir los cada vez más frecuentes altercados en el edificio. Al llegar, nos encontramos con la escenita.

-Si yo digo que entra, entra -gritó él.

-Pues si yo no quiero, no entra -gritó ella.

-Qué vergüenza y, encima, a plena luz del día -gritó la Padilla, achicando los ojos por si al final lo que quiera que fuera entraba.

En medio del barullo, un señor con un carrito azul interrumpió para pedir que se decidieran de una vez.

-¿Y este quién es? -preguntó doña Monsi.

-El cartero. Ha venido a traer correo para evribodi pero Brígida no le deja entrar. Por el horóscopo -explicó Yeison.

-Pues yo soy Virgo -dijo Eisi.

-Y yo, Leo -comentó Carmela.

Doña Monsi miró incrédula a los dos.

-Aquí nunca hemos mirado el sexo, ni la raza, y mucho menos el horóscopo para dejar entrar -recordó la presidenta-. ¿Qué chanchullo es este ahora?

-Que no es eso. Es por lo que dice mi horóscopo de hoy -aclaró Brígida.

Desesperada, su hermana le arrancó el móvil de las manos y pulsó la aplicación zodiacal:

"Tendrás que tener cuidado: Alguien vendrá a darte una mala noticia", dijo la voz.

-No quiero que el tipo ese me entregue ninguna carta -lloriqueó.

Ante el estado de agitación extrema en que se encontraba la mujer, convencimos al cartero para que dejara el correo y se marchara, que ya nos encargábamos nosotros de repartirlo.

A primera hora del viernes, escuchamos de nuevo lío en las escaleras.

-¡Rellano del segundo piso! -avisó Carmela sin aliento mientras subía al lugar del escándalo seguida del resto de vecinos.

Allí encontramos a las hermanísimas.

-¿Y ahora qué pasa? -preguntó doña Monsi.

-Mi hermana, que quiere que avisemos al cartero -explicó Úrsula.

-Por favor, que venga urgentemente -nos rogó Brígida de rodillas.

-Qué detalle. Vas a pedirle perdón por lo de ayer. Veri güel fandango -aplaudió Yeison.

-Ni de coña -dijo Úrsula que le arrancó el móvil de las manos a su hermana para que escucháramos al caballero del zodiaco.

"Hoy vas a recibir una buena noticia".

-Yeison, sube la carta que dejó ayer el cartero para ella -ordenó la presidenta.

El chico regresó enseguida con la misiva. Desesperada, se la arrancó de las manos y leyó: "Mañana, día de la sama roquera en nuestra sección de pescadería. Grandes descuentos para toda la familia".

@IrmaCervino