Ayer se despidió de la docencia y en agosto se jubilará oficialmente, pero Basilio Valladares no dejará de aprender e investigar sobre el área de conocimiento a la que ha dedicado su vida y parte de la de su familia: la parasitología. Ayer impartió su última clase oficial en la sección de Farmacia de la Universidad de La Laguna (ULL), en un salón de grados abarrotado, aunque no tiene intención de poner punto final a su vocación. "Seguiré investigando mientras mis compañeros me dejen". Cambiará su estatus, pero continuará en los laboratorios del centro que impulsó hace más de quince años, el Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública, y que hoy es un referente dentro y fuera de España.

Valladares nació en Tacoronte y se licenció en Farmacia en 1971 en la Universidad de Granada. Poco después regresó a Tenerife y en 1974 se incorporó como profesor adjunto en la recién creada facultad lagunera. Su interés por las enfermedades está ligado a su preocupación por las desigualdades en el mundo. No tardó mucho en constatar que la globalización no significaba que todos fuéramos a tener el mismo dinero, sino las mismas enfermedades, y decidió dedicar su vida a investigarlas.

Desde finales de los años 90 intentó que se pusiera en marcha un instituto universitario de salud pública en Laguna, especializado en enfermedades tropicales, pero entonces los trámites eran mucho más largos que ahora, y el centro no se aprobó hasta el 9 de marzo de 2001, cuando se publicó el decreto que autorizaba su apertura en el Boletín Oficial de Canarias.

La consideración de instituto universitario tardó unos años en llegar, pero Valladares y sus colegas ya estaban acostumbrados a batallar mucho para conseguir proyectos nacionales y para adquirir recursos o, lo que es lo mismo, para tener algo más que "lupas y microscopios" y hacerse un hueco entre los investigadores más prestigiosos del mundo.

La historia de la disciplina de parasitología en la ULL es una historia de esfuerzo y tesón, de infraestructuras que se anegaban y una carencia absoluta de medios técnicos, pero también de optimismo y fe. "Basilio es una persona que siempre termina encontrando una salida para todo. De repente, cuando tú ya te has olvidado, él te llama y te dice: ya tengo la solución. No solo es amigo de sus amigos, es amigo de los amigos de tus amigos; él solo forma parte de una cadena de favores", resumió ayer Raquel Martín, compañera de trabajo y amiga del profesor. La investigadora, que hizo de maestra de ceremonias, centró su intervención en la calidad humana del docente . "Por encima de todo y todos eres un ser humano entrañable", le dijo, emocionada.

El cariño que esta profesora le tiene a Valladares puede ser único -se conocieron en los años 60, cuando aún iban al colegio-, pero no es excepcional. El salón más grande de la facultad de Farmacia se quedó pequeño ayer para decir adiós al profesor. Además de sus compañeros, su mujer y sus tres hijos acudieron a la sesión de despedida, organizada por sus compañeros como un pequeño homenaje a más de 40 años de servicio a la Universidad y la sociedad.

Valladares, que sospechaba que el público al que se iba a dirigir ayer no tendría una preparación técnica en la materia, utilizó la clase para hacer un recorrido por la historia de la parasitología en La Laguna, desde principios de los años 70 hasta la actualidad.

Cada vez que citaba un año se acordaba de varios hechos que habían sido determinantes para el avance de la disciplina en Canarias -"este año conseguimos el primer proyecto de investigación nacional", "le hicimos aquel trabajo al Cabildo para que a cambio nos comprara un aparato que necesitábamos"- y de las personas que habían contribuido a ello. Las nombraba con nombre y apellido y las señalaba. "Esto no es un trabajo personal, sino de un equipo". Su principal contribución, el Instituto de Enfermedades Tropicales, se ha demostrado fundamental para Canarias, una comunidad a medio camino entre tres continentes.

A pesar de que "tiene muchas cosas pendientes", Valladares concluyó su exposición con dificultades para hablar y lágrimas en los ojos. "No me esperaba esto", dijo al terminar. Agradeció el apoyo de su mujer, Pilar, a la que conoció mientras vivió en Granada y que ha sido fundamental para que haya podido entregarse a su vocación. "Cuando me fui a hacer una estancia a la Universidad de Grenoble teníamos tres niños pequeños y una ni siquiera caminaba", recordó. Pilar, en cambio, cree que la clave del éxito de su marido es su actitud, su forma de enfrentarse a la vida. "Creo que este acto tan emotivo es una compensación al cariño y las ganas que Basilio ha puesto siempre en todo lo que hace".

Un instituto mixto, "le pese a quien le pese"

Basilio Valladares recordó ayer la importancia que ha tenido el plan estratégico del instituto, que ha conseguido que el centro sortee mejor la crisis, y defendió la modalidad de instituto por la que se ha optado. "Es un instituto mixto le pese a quien le pese", es decir, con financiación de fuera de la Universidad, porque "es clave para subsistir". Y puso tarea para el futuro: "Debemos aliarnos con socios estratégicos".

Internacionalización

Durante los últimos 10 años, el instituto ha recibido más de 40 investigadores de 18 países, tiene varias patentes, ha publicado numerosos artículos en revistas científicas de primer nivel y ha impulsado el Campus África, que este año traerá a 100 becarios africanos. "Eso es internacionalizar la universidad", explicó.