El primer teniente de alcalde de Ingenio, secretario general del PSOE en el municipio grancanario, presentó el martes su renuncia a desempeñar cualquier cargo político -tanto del Ayuntamiento como del Partido Socialista-, tras divulgarse en las redes sociales que su currículo oficial contiene información falsa, concretamente, la atribución de una licenciatura en Medicina que el propio Colegio de Médicos de Las Palmas se aseguró de desmentir. Habría que aplaudir la inmediata decisión de hacer mutis y quitarse de en medio de Juan Rafael Caballero, que contrasta con la resistencia de otras personas cogidas en similares faltas, como doña Cristina Cifuentes o Asier Antona. Lo que sucede es que el caso de Caballero -un rumor recogido en redes y hecho público por medios locales del Sur Grancanario- ha provocado algo más que sonrisas y chascarrillos; ha desatado una situación bastante delicada en un municipio en el que el ex teniente de alcalde es un tipo apreciado y valorado.

Porque no se trata tan solo de otro caso más de una persona que se adorna con plumas ajenas, o miente sobre su lugar de nacimiento: Caballero trabajaba -al parecer en calidad de facultativo- en un centro de reconocimentos médicos de Carrizal, un barrio de Ingenio, en el que se ocupaba de los que se exigen para expedir permisos de conducción o licencias de armas. Si eso llegara a probarse, y ayer era comentario generalizado en el pueblo y en las redes, Caballero habría provocado un gravísimo e irreparable quebranto a su empresa y a centenares de personas, falseando su condición de galeno. Emitir certificados médicos sin estar licenciado es un delito grave, que además pone en peligro la salud pública, al permitir que personas incapacitadas para la conducción o para el manejo de armas de caza puedan provocar accidentes.

Tras comenzar a circular los rumores en redes, Caballero alegó una baja por enfermedad, al parecer fruto de una angina de pecho provocada por la filtración y desapareció un par de días de la circulación. Probablemente esperando que escampara el asunto, pero el martes por la tarde se reunió el grupo municipal de Ingenio, que entregó a los medios un comunicado rubricado por Caballero, en el que este anuncia su renuncia al acta de concejal y a la secretaría general de su partido. En el comunicado, Caballero no explica lo sucedido, ni siquiera informa de los motivos por los que dimite: apenas arguye que lo hace "por motivos estrictamente personales, que me impiden seguir desempeñando las funciones para las que fui elegido, consciente de que mis perspectivas personales no son compatibles con las mismas", y alega que hacerlo "será lo mejor para el municipio, para el Ayuntamiento y para la organización, los tres pilares que han marcado mi trabajo durante toda mi vida política".

Sin duda, la expectativa de escapar al linchamiento público y mediático ha precipitado la dimisión de Caballero, fuera esta realmente voluntaria o fruto de la presión de su partido, pero lo cierto es que a este hombre probablemente le va a caer la del pulpo. Porque frente a la epidemia de currículos exagerados, maquillados, embellecidos o sencillamente falsos, existe otra epidemia que es la de la exigencia de explicaciones y responsabilidades, algo que Caballero ha obviado con una huida vergonzante que probablemente no servirá para protegerle del linchamiento social.