Un equipo de científicos de la Universidad de California (UCLA) ha conseguido trasplantar con éxito los "recuerdos" de un caracol a otro a través al trasferir una forma de información genética conocida como ácido ribonucleico (ARN).

Los resultados de este experimento han sido publicados en la revista especializada eNeuro y podrían ofrecer nuevas pistas sobre la base física de la memoria, según ha informado la cadena BBC.

Uno de los sueños de la ciencia: ser capaz de trasferir los recuerdos de un ser vivo a otro puede dejar de ser ciencia ficción y convertirse en realidad. Además, las células y los procesos moleculares de los caracoles marinos son similares a los humanos y el resultado supone un paso importante de cara a aliviar los efectos de enfermedades como el Alzheimer o el trastorno de estrés postraumático.

Con el experimento efectuado los investigadores han concluido que los recuerdos a largo plazo se almacenan en el núcleo de las neuronas, y no en las sinapsis del cerebro (las uniones entre las células nerviosas). Al menos así se ha pronunciado David Glanzman, profesor de biología interactiva de la UCLA. "Si los recuerdos se almacenaran en las sinapsis, nuestro experimento no habría funcionado de ninguna manera", ha resaltado el investigador.

Glanzman ha confiado en que el hallazgo sea útil para explorar más aspectos de la memoria que hasta ahora eran desconocidos, aunque ha admitido desconocer si el proceso empleado con los caracoles serviría para trasferir recuerdos formados a través de experiencias de la vida.

CÓMO SE HIZO EL EXPERIMENTO

Un grupo de caracoles fue entrenado para desarrollar un mecanismo de defensa. Cuando el ARN se insertó en otros especímenes que no habían sido entrenados, se comportaron de la misma manera que los que sí lo hicieron.El resultado logrado respaldará otros efectuados hace décadas que sugerían que el ARN estaba involucrado en la memoria.

El ARN es una molécula grande que participa en varias funciones esenciales en organismos biológicos, incluida la unión de proteínas y la forma en que se manifiestan los genes.

Los científicos aplicaron descargas eléctricas ligeras a las colas de una especie de caracol de mar llamada Aplysia californica . Después de estos choques, el reflejo defensivo del caracol --cuando se contraen para protegerse del daño-- se hizo más pronunciado.

Cuando los investigadores tocaron los caracoles, encontraron que aquellos a los que se les habían administrado los amortiguadores mostraban una contracción defensiva que duraba unos 50 segundos, mientras que los que no habían recibido los golpes se contraían por solo un segundo.

Del grupo que había sido instruido para defenderse, los investigadores extrajeron el ácido ribonucleico y lo inyectaron en los caracoles que no habían sido sometidos a esta terapia de choque.

Los caracoles sorprendidos habían sido "sensibilizados" al estímulo.Los científicos pudieron comprobar que este nuevo grupo al que se insertó ARN se contrajo durante mucho más tiempo que aquellos que no habían recibido el entrenamiento defensivo ni habían sido inyectados con la molécula.

Extrajeron el ARN del sistema nervioso de los caracoles que recibieron los impactos y lo inyectaron en un pequeño número de caracoles marinos que no habían sido sensibilizados de esta manera.

Los caracoles no sensibilizados inyectados con el ARN de los animales impactados se comportaron como si ellos mismos hubieran recibido los golpes de cola, mostrando una contracción defensiva de aproximadamente 40 segundos.

Vieron un efecto similar cuando hicieron lo mismo con las células nerviosas sensoriales estudiadas en placas de Petri.

David Glanzman, uno de los autores del estudio ha destacado que fue "como si trasfiriéramos la memoria". También ha enfatizado que los caracoles no sintieron dolor: "Estos son caracoles marinos y cuando están alarmados liberan una hermosa tinta púrpura para esconderse de los depredadores. Por eso estos caracoles están alarmados y liberan tinta, pero no porque sea hayan dañado físicamente con golpes", ha dicho.