Aunque vaya cambiando, en esta desigual sociedad que transitamos, si un hombre se acuesta con cinco mujeres es un machote y si la protagonista es una mujer es un putón. Así de duro. Pero esto son cartas que las mujeres que lo desean saben jugar con maestría, un mínimo de inteligencia y mucha discreción. Después están las otras, las que se van dando los morreos por las calles con tres del mismo grupo, luego se enamoran de un cuarto y no saben por qué no son correspondidas. La discreción y el buen gusto son hoy bienes en alza. Y en las relaciones sexuales, que hoy no son las de antes, más aún. Generalmente, no es plato de buen gusto para ningún sexo estar en una cena de grupo donde tres de los comensales se han ido al catre con tu pareja. Y matizando lo que les apetezca, esto es así. Pero los hay y las hay trepas, y además torpes. Uno de los especímenes que nos encontramos es aquel que para subir de no sé qué "categoría social" que lo amarga, intenta encontrar a un amigo, un grupete o un ligue que los aúpe.

Normalmente no son gente de fiar, porque para llegar a cualquier lado lo primero que hace falta es humildad, asunto que desconocen y que cambian por una retahíla de sucesos grandilocuentes que mayoritariamente son mentira. Son gente sin ética que te venden por un plato de lentejas con tal de subir un escalón más en su imaginaria "posición social". Pero no son difíciles de detectar: son personas que parece que no han orinado en una alfombra en su vida. Hombres y mujeres de fotocall, de redes sociales, que están en todo y no están en nada, de lengua larga y falda corta (como canta Joaquín Sabina), y sin la mínima delicadeza con los que consideran inferiores. Son narcisista y desgraciados: son, sencillamente, sardinas con aires de caviar.

@JC_Alberto