El desfile de Diablos y Tarasca llenó en la tarde de ayer de colorido el casco histórico de La Laguna por quinta edición consecutiva y con la participación de unas 500 personas. El acto, que partió del entorno de La Concepción, volvió a mostrar las antiguas tradiciones del Corpus Christi en la ciudad.

Organizada por la Concejalía de Cultura, con el apoyo del área de Patrimonio Histórico, la recreación busca recuperar estos viejos ritos. "La antigua fiesta del Corpus Christi fue el caldo de cultivo de numerosas expresiones festivas y etnográficas. Su importancia no está solo en el interés histórico o en el romántico rescate de tradiciones, sino que nos ofrece la compresión simbólica de elementos tan familiares hoy en día como los bailes de cintas, los gigantes y cabezudos, los caballitos, los diablos...", explican desde el ayuntamiento lagunero sobre esta cita.

La comitiva suma música, los gigantes y cabezudos, diferentes gremios (los sombrereros, los zapateros y los agricultores), danzas, los diabletes de Teguise, los caballitos... Un "tótum revolútum" festivo que, un año más, volvió a atraer a padres e hijos hasta la vieja Aguere.

Sobre esta antigua celebración, Manuel Hernández, profesor titular de Historia de América de la Universidad de La Laguna, recuerda que el Corpus es la fiesta más antigua del municipio. Nació en 1496, cuando esta todavía era un campamento militar. "Convertida en festividad por antonomasia de la Iglesia y en símbolo de su victoria contra el mal, muestra su voluntad sincrética de integrar creencias y devociones de diverso origen y naturaleza", señala.