"De San Francisco salió el hombre que yo esperaba: San Isidro Labrador del Valle de La Orotava" era la estrofa que sonaba en todas y cada una de las más de ochenta parrandas que ayer participaron en la 82 edición de la romería de La Orotava, que este año sumó 84 carretas. Se cumplieron todos los cánones de una fiesta canaria como esta: el traje típico como obligación (siempre hay excepciones y hasta atrevidos), la música de la tierra como ambiente, la carne asada por aroma y el buen vino para aguantar el tirón de uno de los encuentros romeros con más tradición de cuantos se celebran en las Islas.

Esperaban más de 30.000 asistentes y, al parecer, se superó en un día en el que la climatología ayuda a disfrutar del evento. Cielo cubierto con el sol luciendo a ratos. El ambiente perfecto para festejar a San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza.

Estaba anunciado y se cumplió. La última ocasión fue en el año 2011, con motivo del 75 aniversario de la romería, que ayer retomó la ruta tradicional, un recorrido que llevó a los romeros a pasar por delante del Liceo de Taoro, entidad organizadora de la propia romería. Y lo hizo con otra tradición recuperada ayer: la comitiva la abrió una carreta-barco de Tegueste.

La jornada comenzó a las 11:30 horas con la solemne "Misa canaria", cantada por el grupo folclórico Higa, en la iglesia de Nuestra Señora de La Concepción, con la ofrenda de frutos y la renovación de la promesa de los labradores y labradoras. Una vez terminada, la procesión trasladó las imágenes de los patronos, San Isidro y Santa María de la Cabeza, hasta el lugar donde empezó la romería, en San Francisco, partiendo hacia la explanada de la Casa de los Balcones donde siguieron el desfile de romeros y romeras que rindieron homenaje a los patronos. Horas después, el recorrido romero partió hacia el Santuario de El Calvario, con la venia de los Santos Patronos. En este marco, la Asociación San Antonio Abad de La Florida representió la recogida del cisco.

La romería fue el penúltimo acto de las fiestas orotavenses. A su término, la plaza de la Constitución o Plaza del Kiosco albergó el fin de fiesta con el baile de romería.