Las cenizas del científico británico Stephen Hawking descansan ya en la Abadía de Westminster, en Londres, junto al matemático Isaac Newton y el naturalista Charles Darwin, el mismo día en que su voz, con un mensaje de paz y esperanza, viajó hasta un agujero negro, a los que dedicó gran parte de su carrera.

Familiares, científicos, astronautas, actores y jóvenes se dieron cita hoy en Westminster para honrar al hombre que sentó las bases de la cosmología moderna y acercó al gran público, de manera didáctica y relativamente sencilla, el complejo mundo de los agujeros negros.

Al servicio religioso se sumaron también unas mil personas procedentes de más de cien países, que, tras un sorteo hace semanas, obtuvieron entradas para despedir a Hawking, fallecido el 14 de marzo a los 76 años en Cambridge, en cuya universidad trabajó hasta el final.

La gran demanda de entradas -unas 25.000- puso de manifiesto el alcance de la popularidad del astrofísico, quien padecía desde los 21 años esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad que lo dejó en silla de ruedas y le obligó a comunicarse desde los años ochenta a través de un sintetizador de voz.

Las cenizas de Hawking fueron depositadas en el suelo del denominado rincón de los científicos de la Abadía, donde reposan científicos como Michel Faraday o James Clerk Maxwell y entre las lápidas de Newton y Darwin, en una ceremonia presidida por el deán de Westminster, Johan Hall, durante la que su hija Lucy depositó una flores malvas.

La lápida de Hawking lleva, además de su nombre, su ecuación más famosa que describe la entropía de un agujero negro.

El actor Benedict Cumberbatch, conocido por su interpretación de Sherlock Holmes en la televisión, pero que se puso en la piel de Hawking en una serie de la cadena BBC, leyó un pasaje de la Biblia, al igual que lo hizo el astronauta británico Tim Peake.

A la ceremonia asistieron, entre otros, los tres hijos del astrofísico, Lucy, Tim y Robert; su primera mujer Jane Wilde; el premio nobel de Física Kip Thorne; el presidente de la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural, Martin Rees, y el músico Nile Rodgers.

Poco después del entierro, la voz del astrofísico fue enviada por satélite hacia el agujero negro más cercano a la Tierra desde las antenas que la Agencia Europea del Espacio (ESA) tiene en Cebreros (Ávila), como forma de celebrar su pasión por el Universo.

Las palabras del Hawking, que hablan de paz y esperanza, van acompañadas de un fondo musical compuesto por el músico griego Vangelis, conocido por ser el autor de la banda sonora de la famosa película "Carros de fuego".

Según la hija de Hawking, se trata de "un bello y simbólico gesto que crea un vínculo" entre la vida de su padre y "su deseo de ir al espacio y sus exploraciones del Universo".

Hawking tuvo en marzo un funeral privado en la iglesia de la Gran Santa María, en Cambridge, a pesar de que era ateo, pero que reunió a familiares y amigos, entre ellos al actor Eddie Redmayne, quien interpretó al científico en la película "La teoría del todo".

En Cambridge, donde trabajaba en el colegio Gonville & Caius, el investigador ocupaba la prestigiosa cátedra de matemática Lucasiana -fundada en 1663 por Henry Lucas, miembro del Parlamento inglés-, de la que también fue titular Isaac Newton.

Stephen Hawking, que rechazó el título de Caballero que le ofreció en su día la reina Isabel II, contribuyó a establecer las bases de la cosmología moderna y se convirtió en un icono de la cultura popular, tan adorado como una estrella de rock.

La voz robótica del sintetizador con el que se vio obligado a comunicarse a partir de 1985 y su figura en una silla de ruedas aparecieron en numerosos programas y series de televisión, como "Los Simpson", "Star Trek" y "The Big Bang Theory".

El científico se hizo famoso con la publicación del libro "Breve historia del tiempo", en el que en 1988 explicó los últimos descubrimientos sobre la naturaleza de los agujeros negros y el origen del Universo, campos de los que él mismo había sentado las bases matemáticas.