El presidente de Bolivia, Evo Morales, defendió los lazos con una potencia que ofrece "cooperación sin condiciones" a la ideología de los países, frente a un EEUU al que tachó de "enemigo de la paz, los derechos humanos y la democracia", en una entrevista durante su visita a China que finalizó hoy.

Alojado en la residencia de jefes de Estado de Diaoyutai, un complejo de pabellones y jardines orientales en el oeste de Pekín, el presidente boliviano destacó que China y su país abren una nueva etapa en sus lazos con la firma de una alianza estratégica que, según él, dará a Pekín más presencia en Latinoamérica.

"Xi Jinping (el presidente chino) me informó de que de los 35.000 millones (de dólares) prometidos para América Latina muy poco se ha invertido; ahora queremos trabajar conjuntamente para acceder a esa inversión y que nuestros pueblos se beneficien", destacó el líder indígena, en su cuarta visita al país asiático como presidente boliviano.

Morales ve a China como uno de los gobiernos responsables de que la inversión en su país haya pasado de 700 millones de dólares en 2005, antes de que él llegara al poder, a los 8.000 millones de dólares actuales.

También por ello es una pieza clave en los planes para reducir la población que vive en la pobreza del 17 por ciento actual (era el 30 por ciento en la pasada década) al cero por ciento en 2025, cuando Bolivia cumpla su bicentenario.

En el plano internacional, Morales aprovechó la entrevista para dar un repaso a la situación en muchos países latinoamericanos, entre ellos Colombia y México, que estas semanas están inmersos en procesos electorales.

De los comicios colombianos, aunque cayó derrotado el "hermano (Gustavo) Petro", Morales aseguró que "fue un avance, por poco no se ganó y no lo entiendo como derrota sino como un paso adelante para las próximas elecciones".

"En elecciones pasadas (de Colombia) la disputa derecha-izquierda no aparecía o estaba muy abajo, ahora casi ganamos y eso es un avance importante", insistió el líder boliviano, quien definió los comicios de México, donde el izquierdista Andrés Manuel López Obrador es el gran favorito, como "una sublevación democrática".

"¿Qué país no puede rebelarse ante tantas humillaciones del presidente Donald Trump hacia México?", valoró Morales, quien vio al líder estadounidense como alguien que "ha destrozado a Enrique Peña Nieto" pese a compartir con él similares programas políticos.

"El pueblo, al ver eso, se rebela, piensan que para qué necesitan un presidente aliado de los Estados Unidos", opinó, recordando una vez más que "su proteccionismo y sus muros para seres humanos dejan mucho que desear".

Morales también quiso dar su apoyo al expresidente ecuatoriano Rafael Correa ante las presiones de la Justicia para que se presente ante los tribunales de ese país, asegurando que "el único ''delito'' que tiene es haber cerrado la base militar (estadounidense) de Manta y haber sacado al país de la pobreza".

"Nuestro delito es ser antiimperialistas y anticapitalistas", abundó el presidente de Bolivia, siempre apuntando a unos Estados Unidos que según él "son enemigos de la paz, de los derechos humanos y también de las democracias".

Morales parafraseó a Correa para defender que en el actual retroceso de la izquierda en Suramérica hay "un segundo Plan Condor, y si el de antes fue con golpes y dictaduras militares, ahora son golpes judiciales o congresuales".

En ese sentido, aludió a otro referente de la izquierda regional, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien en su opinión quiere ser apartado de la política por los jueces porque éstos saben que "si no lo inhabilitan, como candidato desde la cárcel, va a ganar".

Morales también recordó el caso argentino, en el que, según él, tras la vuelta de la derecha al poder ha empeorado la situación social, y dijo "no perder la esperanza de que pronto vamos a recuperar algunos países de Suramérica democráticamente, para que este proceso de liberación pacífica siga adelante".

El presidente boliviano adelantó su marcha de China para poder llegar a tiempo a la celebración en su país del "willkakuti", el año nuevo aymara (21 de junio).