Unas 30.000 personas tomaron ayer el muelle del Puerto de la Cruz para asistir a la emocionante y espectacular embarcación de la Virgen del Carmen y San Telmo, en el día grande de las Fiestas de Julio. Un año más, con la misma emoción de siempre, la ciudad turística entonó un canto de júbilo y alivio para celebrar que la patrona de los marineros volvió a hacerse a la mar, pasadas las 20:20 horas: ¡No pasa nada, la Virgen está embarcada!

Cuando los cargadores elevaron la imagen hasta la cubierta de La Nueva San Ramón, miles de personas celebraron la exitosa maniobra a gritos y salpicando agua. Fue el momento cumbre de una jornada cargada de fe, tradición y emociones que arrancó a las siete de la mañana con la diana floreada y posterior la misa en la capilla del muelle, cada vez más multitudinaria.

Tras la chocolatada y los concursos de cartas y de pesca, el muelle se entregó a la parte más lúdica de la fiesta. La Gran Cucaña es ese gran palo lleno de grasa por el que los más osados se deslizan para tratar de alcanzar las banderitas de su extremo antes de caer al agua.

El espectáculo de la cucaña dejó paso, en torno a las 17:30 horas, a la parte más religiosa de una jornada plena de fe y recuerdos marineros. Tras la misa, la procesión recorrió las calles del casco antes de entrar y salir del Atlántico.

El paso de la Virgen del Carmen y de San Telmo dejó imágenes de emoción y fervor, muchas lágrimas, muchos recuerdos y muchos menores ofrecidos a las imágenes que anclan la ciudad turística a su pasado más marinero.

La llegada al muelle, con los versos y las canciones desde el balcón, fue la antesala de una explosión de emociones. Un año más, y van más de 30, Chago Melián entonó el Ave María. La voz del cantante de La Punta del Hidalgo volvió a evocar a los seres queridos que ya no están en los rostros de cientos de portuenses.

La jornada transcurrió sin incidentes de importancia, según informaron ayer a EL DÍA fuentes municipales. Tampoco se produjo, pese a que existía ese temor, ninguna protesta por parte de integrantes del colectivo de cargadores por sus discrepancias con algunos responsables la Hermandad de la Virgen del Carmen. La Reina de los Mares, y San Telmo, fueron los únicos protagonistas en su día.

Sería imposible concebir lo que significa el Puerto de la Cruz sin la embarcación de la Virgen del Carmen. Una muestra de fe apasionada que no puede compararse con ninguna otra. Una fiesta que ha logrado dejar atrás los excesos que la enfrentaron con su propia esencia y que ha vuelto a recuperar la autenticidad y el sentido.