Es cada vez más frecuente observar como los huertos urbanos se expanden por la mayoría de los hogares, tanto en la terrazas como en el mismo interior de las casas. En este caso vamos a hablar del cultivo de interior, de los preparativos que tenemos que tener en cuenta y de las ventajas que nos reporta.

Sin embargo, cuando empezamos a introducirnos en el mundo del cultivo, no damos cuenta de que cultivar no es tan fácil como nos podríamos haber imaginado y que, para conseguir el éxito, es preciso el aprendizaje y la organización. Cualquier tipo de planta exige una atención personalizada y unos cuidados constantes, por lo que, desde el principio, es necesario comprometernos al completo con el cultivo que vamos a desarrollar.

El espacio y la luz

Lo primero que hay que hacer es encontrar un espacio adecuado en el que montar toda la infraestructura, es preciso que sea un espacio más o menos amplio, en el que nos podamos mover cómodamente y trabajar realizando las tareas necesarias para cuidar de las plantas, como regar, pulverizar, trasplantar o podar. En definitiva, tenemos que encontrar y determinar un espacio de nuestra casa que será la futura sección de jardinería.

Podemos escoger entre un armario de cultivo, el cual es una de las mejores opciones para un cultivo de interior de calidad, o usar cualquier hueco o habitáculo al que no le demos uso, acondicionando este con un papel reflectante, ya que debe estar completamente cerrado al exterior. La luz es esencial para que las plantas crezcan sanas, con un mayor número de nutrientes y con un sabor potente, por eso, es muy importante asegurarse de suministrar una buena luz al cultivo, además de establecer detalladamente los horarios de iluminación, puesto que es igual de malo pasarse con las horas de luz que quedarse corto.

Por lo tanto, antes de empezar a cultivar, es necesario adquirir unos buenos focos que cumplan la función del sol, como los diodos emisores de luz adaptados para producir ondas de luz que estimulen a las plantas de interior a liberar fitoquímicos, los nutrientes esenciales de cada planta, e instalar un sistema de poleas que nos haga más fácil la tarea de subir y bajar los focos a lo largo del periodo de cultivo.

Una buena filtración del aire

Es imposible que ningún cultivo de interior pueda sobrevivir si previamente no hemos instalado un buen sistema de filtración de aire, puesto que es el principal elemento que necesitan las plantas para sobrevivir y desarrollarse plenamente.

Para ello, es necesaria la instalación de un extractor que trabaje para renovar el aire, proporcionando aire fresco a las plantas, y un ventilador en el interior para que desplace el aire en el espacio en el que se encuentran las plantas. Además, si nos preocupa el olor que puede producir nuestro cultivo, lo mejor que podemos hacer es instalar cuanto antes un filtro de olor, un ambientador o neutralizador, que es la mejor forma de asegurarnos de que no se propague el olor del cultivo.

El cultivo de interior tiene una serie de ventajas frente al cultivo exterior, sin embargo, una de las que más resalta es la capacidad que tiene el agricultor de suministrar a sus plantas todos los recursos que estas necesitan para crecer con calidad, ya que, si la instalación es la adecuada y se les proporciona la cantidad de luz ideal durante todo el año, la temperatura adecuada y los nutrientes y fertilizantes necesarios para mantener la calidad de la tierra, las plantas crecerán de igual manera que si lo hicieran en el exterior, con la ventaja de que no les afecten las condiciones meteorológicas adversas.

Prestar atención a la limpieza entorno al cultivo

Una de las peores cosas que le podrían pasar a un agricultor es perder toda o parte de la cosecha por alguna enfermedad, plaga o virus que contraigan las plantas. Para evitar este problema, es de vital importancia mantener todo el espacio en el que cultivemos siempre limpio y libre de polvo y suciedad. Si las plantas se encuentran en un entorno cuidado y agradable, con todos los nutrientes que necesitan para fortalecerse, es mucho más difícil que sean presas de plagas indeseadas como, por ejemplo, los ácaros, parásitos, gérmenes patológicos o esporas de mohos, en el caso de que no cuidamos de la humedad del aire.

Cuando cultivamos en el exterior, nos arriesgamos a que las plantas puedan sufrir a causas de factores externos que escapan de nuestro control, por este motivo, el cultivo de interior, si llevamos a cabo todos los pasos necesarios para ayudar a crecer a las plantas, nos aseguramos un cultivo de alta calidad con unos buenos rendimientos, ya que todo el proceso del desarrollo del cultivo se encuentra completamente en nuestras manos.