La isla de El Hierro, en su acontecer histórico, ha pasado por diferentes vicisitudes, que ha ido superando porque los herreños así se lo propusieron y otras porque las normas y las leyes lo dispusieron.

Hasta bien mediado el siglo XIX la justicia se impartía por los alcaldes, pero a partir de 1872 fue creado el Juzgado Municipal de Valverde, donde ya se separó la administración municipal del Juzgado, que se llamó de Paz, siendo José Blanich Cumella (nuestro tatarabuelo, un catalán que llegó a la isla desde Vic -Barcelona- y que había sido con anterioridad concejal y alcalde del Ayuntamiento de Valverde en 1865-66) el primer juez. Con esto quiero decir que dentro del marco de la administración de justicia esta se había quedado en un vacío hasta que posteriormente se corrigió con la creación del Juzgado de Instrucción y de Primera Instancia, aunque se continuaba pendiente para su debida conformación de la plaza de forense titular que hasta la fecha la desempeñaban los facultativos de APD.

Dentro de lo que puedo recordar, el primer medico forense y allá por los años 50 fue el zaragozano Gonzalo Tarragona, el cual estuvo largo tiempo en la Isla, hasta concursar posteriormente a una plaza a su tierra, en Aragón. Recuerdo a Gonzalo Tarragona como persona afable, cercana y más por aquel entonces en que se desataba en mi alguna que otra pretensión de ser medico en el futuro, por lo que muchas lecciones y explicaciones daba a mis tímidas preguntas. Sin embargo, además de destacar como un profesional integro y abarcar más campo científico que meramente el de la Medicina Legal, era un gran aficionado al fútbol y correteaba junto a nosotros por los entrenamientos aquellos en el campo de San Juan y más de una vez se prestó voluntariamente para arbitrar algún que otro partido.

Los que le conocimos guardamos un buen recuerdo de su persona.

Por otro lado y referente a la farmacia, sí decir que desde pequeños, simplemente se nos enviaba bien con una prescripción de "Don Pancho el médico" o para alguna otra cosa que se despachaba que no necesitaba receta y se hacía en la botica que regentaba don Félix Fuentes, hermano de don Pancho.

Pues bien, así mismo, a mediado de los cincuenta se incorpora a la Isla, como primer farmacéutico titular, Álvaro Fernández de Mesa, que llegaba de Santa Cruz de Tenerife con su familia, pasándose ya de "ir a la botica" a "ir a la farmacia de don Álvaro". Don Álvaro, que más tarde fue profesor nuestro de química, cuyas clases las daba en su domicilio, había estudiado en la Facultad de Farmacia de Barcelona, por cuyo motivo entre la clase comentaba con nosotros algún que otro articulo de índole político-cultural que se reflejaba en "La Vanguardia", periódico al que no había dejado de suscribirse desde su época de estudiante. Con la farmacia de don Álvaro llegó también el primer laboratorio de análisis clínicos y bromatológicos debidamente organizado y estructurado que dio importante apoyo a los diagnósticos de los médicos de aquel entonces.

Durante el tiempo que estuvo a cargo de su farmacia compaginó también buenos ratos libres, muchos de ellos en Valverde y, durante los veranos, en el Tamaduste con la alegría de aquellas guitarras y de conjunto de voces donde destacaba la inigualable de Caridad, su mujer.

Fueron dos profesionales que la Isla necesitaba y en su momento llegaron, y el recuerdo que han dejado en los que tuvimos la oportunidad de convivir con ellos y su familia no debe perderse en la memoria del tiempo.