La compañera del piso en el que vivía Lorena, la transexual muerta en Santa Cruz de Tenerife en octubre de 2016, descarta que el acusado, Roberto L.Ll., mostrara aquella noche una actitud agresiva. Muy al contrario, cuando huía a causa del alboroto que se formó por los gritos de auxilio que lanzaba ella, los encontró en el pasillo y vio como la intentaba tranquilizar. También aseguró que en aquel momento no se dio cuenta de que la mujer estuviera herida.

Estas palabras se contraponen totalmente a la versión que ofreció en sede judicial la otra inquilina de la vivienda, quien dijo que aquella noche la compañera instó a que abandonaran el edificio porque había visto a un hombre con una pistola. La declaración prestada durante la mañana de ayer supone otro ejemplo más de las contradicciones y falta de pruebas directas que rodean a este caso cuya decisión final recaerá en manos de un jurado.

Los peritos insisten en que la herida encontrada en el brazo de la mujer, que ejercía la prostitución, es compatible con el cuchillo hallado en el coche del acusado, pese a que no tiene ningún rastro de sangre. La mancha de sangre que se encontró en la camisa de Roberto L.Ll. era de este. Ayer intervinieron también los encargados de analizar los restos biológicos de la víctima, de los que se desprende que había consumido poco antes de la muerte cocaína y alcohol, en este último caso en una cantidad mínima. "Podemos concluir con que estaba sobria", indicaron.

Los técnicos certificaron que la cuchillada no fue la causa de la muerte y ni siquiera puede ser considerada grave: penetró unos 18 centímetros pero lo hizo por debajo de la piel. Lo que sí resultó fatal fueron los efectos de la caída desde los once metros que separan la ventana del patio que produjeron un traumatismo toráxico importante y fractura de cadera, entre otras secuelas más. Un policía que vive en el mismo edificio donde ocurrió el trágico suceso identificó con bastante seguridad los pantalones azules que aquella noche llevaba el imputado, Roberto L.Ll. En realidad, esa prenda, junto con los zapatos, fue lo único que pudo observar de la otra persona que se encontraba en la habitación con la víctima.

El agente se mostró convencido de que la fallecida huía "de alguien que le iba a hacer daño" y por ello los gritos y los ruidos en el cuarto se fueron haciendo cada vez más violentos. Por ejemplo le oyó decir: "¡Ha vuelto! ¡Esta vez me va a matar!". Al final, observó que Lorena se subió al alféizar de la ventana y cayó desde una altura de once metros al intentar pasar al cuarto más cercano.

Tras una bambalina

El vecino que vive justo enfrente declaró tras una bambalina. Se despertó con el alboroto y escuchó que Lorena dijo en un tono normal: "Auxilio" y luego se viró hacia alguien para comentarle: "¿Lo ves? Ya está". También identificó una voz masculina. A continuación los gritos se fueron haciendo cada vez más fuertes: "ayúdenme, me va a matar" y "me cortó el brazo", entre otros. "Parecía que sentía pánico, estaba fuera de sí", añadió.