"Es el efecto contrario a la cercanía del punto limpio. Parece que a la menor pega que pongan en él se utiliza esta zona como vertedero". Así se refirió ayer el concejal de Servicios Públicos de la capital, Dámaso Arteaga, al nuevo vertido ilegal detectado y retirado esta semana por la concesionaria de la limpieza en el acceso al barranco de Jagua, a escasos 300-400 metros del punto limpio que posee el Cabildo de Tenerife en esta zona.

Muebles de todo tipo, cristales, piezas de baño y otro tipo de residuos se acumulaban en el margen izquierdo -sentido ascendente- de la vía, casi en las mismas cantidades que fueron retiradas ya hace algunos meses y de las que dio cuenta este periódico.

"Se repite a lo largo del tiempo este tipo de acciones. Seguramente son las mismas pequeñas empresas o particulares las que se habitúan a este tipo de comportamientos", señaló Arteaga, quien recordó que, hace algún tiempo, agentes del grupo Proteu de la Policía Local de Santa Cruz denunciaron al conductor de una empresa al que detectaron vertiendo residuos en este lugar.

Concretamente, los policías observaron cómo un camión, que luego se comprobó que pertenecía a una empresa de La Laguna, tiraba una cantidad importante de maderas en una zona próxima y luego abandonaba el lugar.

"Esta última actuación la remitiremos también a la Policía Local para que monten los dispositivos de control oportunos en la zona", añadió el concejal.

En este sentido, el Dámaso Arteaga recordó que las sanciones por este tipo de vertidos son "considerables", y advirtió a los responsables de este tipo de conductas que se enfrentan a multas de hasta 1.500 euros, que pueden ser más elevadas sin son reincidentes.

La carretera donde se producen los vertidos transcurre paralela a la autovía de San Andrés y da acceso tanto al punto del limpio que tiene el Cabildo como a la parte alta del barranco, zona en la que también se denunció, hace algunos meses, un vertido ilegal similar al detectado y retirado ahora. No se conocen actuaciones en este caso.

En aquella ocasión fue el guarda rural de Anaga el que dio la voz de alarma.