El adiós de Carlos González Toledo (1950-2018) ha originado un enorme vacío en el tejido empresarial tinerfeño. Y es que más allá de su confesa preocupación por reivindicar ese viejo dicho de que "el sur también existe", su visión emprendedora acarició todos los costados de una Isla que él vio crecer desde su San Miguel de Abona natal. Probó fortuna en política, pero su vocación era otra. González Toledo maduró a base de esfuerzos laborales y familiares. Todo empezó en torno al mundo de la construcción. Desde esos cimientos proyectó distintos negocios que, de una forma u otra, supieron convivir en una perfecta simbiosis económica: su gran obra fue la creación de una macroempresa asociada al mundo de la ferretería en Las Chafiras.

Casado con Herminia Cuenca Márquez, el matrimonio crió y educó a seis hijos (Carlos, Marcos, Victoria, Daniel, Antonio y Beatriz). Carlos González Toledo fue un ejemplo de equilibrio. Entendió que el sur árido y despoblado de su niñez requería de un impulso económico que implicaba una alianza necesaria entre la administración pública y la clase empresaria. Un sur que ofertara algo más que sol y playa, es decir, un espacio capaz de trazar dónde quiere estar en el siglo XXI. A partir de un discurso que siempre se movió en unos márgenes de progreso, sus objetivos se centraron en reivindicar mejoras en movilidad, inversiones de última generación -ligadas con el autoabastecimiento energético o los nudos financieros que se deben asociar a las infraestructuras del Puerto de Granadilla- y un crecimiento social en zonas que han experimentado un "boom" demográfico, y que siguen esperando respuestas en materia sanitaria o educacionales. Desde la dirección del Grupo de Comunicación EL DÍA, lamentamos esta gran pérdida y enviamos un mensaje de ánimo a sus familiares y amigos.